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Año 10 - N° 509 - 26 de Marzo de 2017
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

Toda forma de amor es legítima


“Entendiendo esas profundas luchas del sentimiento y de identidad consigo mismos, debemos manifestar en nuestros corazones comprensión, indulgencia y compasión cristiana para con todos ellos.” (Hugo Alvarenga Novaes, en el artículo Homosexualidad, uno de los relieves de la presente edición.)

De hecho, hay un desequilibrio emocional, y la opinión de que solamente la disciplina y la renuncia pueden ser factores de equilibrio revela un prejuicio. Pero lastimar la condición homosexual, o mismo lo inverso, muestra un prejuicio al revés, ignorándose que toda forma de amor es legítima. Toda forma de amor, no de sexo.

El estilista Clodovil relató oportunamente una charla que tuvo con Chico Xavier, en la cual se mostraba preocupado por su manifestación de la sexualidad. Él quería que Chico lo elucidase al respecto de las dudas que amenazaban su corazón. ¿Sería erróneo relacionarse con otro hombre? ¿Sería condenable su mente femenina? ¿Sería necesario contenerse, renunciando a la manifestación de su sexualidad?

Chico Xavier, ciertamente inspirado por Emmanuel, le dijo más o menos el siguiente: - Busque  el amor, luchando por un relacionamiento estable, pero no se entregue a la promiscuidad.

Es interesante que el consejo del inolvidable médium vale para toda y cualquier persona, sea o no homosexual.

“Respetemos la vida afectiva y sexual de cada compañero en experiencia transitoria de la homosexualidad. Si encontramos dificultades en aceptar, tolerar y convivir con esos hermanos en Dios, meditemos si ahora estuviésemos encarnados en cuerpo diferente del que la nuestra mente determina en materia de sexualidad.” (Hugo Alvarenga Novaes, en el artículo mencionado.) 

Es bueno destacar el aspecto transitorio de la condición homosexual. Y, al mismo tiempo, recordar que las opiniones al respecto son, casi siempre, fruto de simple especulación.

Aceptar que los homosexuales son hermanos, tan amados cuanto los compañeros heterosexuales, es un importante paso en el sentido del respeto mutuo.

Muchas veces, mismo cuando se trata de otros temas, revelamos animosidad para con todos que no aceptan las reglas que nosotros seguimos. Y en ese caso específico, no es necesario mencionar cuanta violencia sufren aún nuestros hermanos en la sociedad, en el trabajo y, con frecuencia, en el seno de su propia familia.

“Lógicamente, podríamos estar pasando por las mismas luchas sentimentales y psicológicas de nuestros hermanos homosexuales femeninos o masculinos. Sus luchas espirituales podrán ser las nuestras en futura encarnación. Debemos amarlos como ellos son, con todas las características de su personalidad psicológica, pues son también Espíritus inmortales, con adquisiciones valerosas y respetables virtudes, adquiridas en siglos y siglos de aprendizaje en vidas pretéritas.” (Hugo Alvarenga Novaes.)    

“…innúmeros Espíritus reencarnan en condiciones inversas, sea en el dominio de lides expiatorias o en obediencia a tareas específicas, que exigen duras disciplinas por parte de aquellos que las solicitan o que las aceptan. (…) hombres y mujeres pueden nacer homosexuales o inter-sexos, como son susceptibles de retomar el vehículo físico en la condición de mutilados o inhibidos en ciertos campos de manifestación, agregando que el alma reencarna, en esa o en aquella circunstancia, para mejorar y perfeccionarse y nunca bajo la destinación del mal (…)” (André Luiz, mencionado por Hugo Alvarenga Novaes.)

Respetar y amar de forma que se revele nuestra empatía por un hermano cualquiera, aceptándolo como él es, es practicar una virtud valiosa que conocemos por el nombre de indulgencia.

Luego, la indulgencia compone con la benevolencia y el perdón la virtud mayor llamada caridad. Por lo menos es así que los inmortales dijeron a  Kardec, como está consignado en la cuestión 886 d' El Libro de los Espíritus.   



 


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