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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 507 - 12 de Marzo de 2017

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

Trabajadores de la
última hora

 

En el Centro Espírita, los domingos, los niños tenían clases de Evangelización Infantil para los diversos grupos, dependiendo de las edades, y cada uno de ellos era dirigido por una evangelizadora.

Hugo, un niño de ocho años, una mañana estaba en la sala donde su grupo se reunía, esperando la hora de inicio de clases. La evangelizadora Flavia llegó alegre y risueña, saludando a sus pequeños alumnos. En ese momento Hugo, que conversaba con Rafael, se acordó de algo que había leído en el Evangelio y preguntó a la evangelizadora:
 

- ¡Tía Flavia! El otro día abrí el Evangelio y comencé a leerlo. ¡Pero me pareció muy difícil de entender!...

Flavia sonrió y preguntó si él recordaba algo sobre el texto, a lo que Hugo respondió:

- Hablaba sobre hombres que fueron contratados para hacer un trabajo. ¡Solo que me pareció extraño la manera como el “patrón” actuó con ellos!...

- ¡Ah! Ya sé cuál texto leíste, Hugo. Después te lo explico. Pero ahora vamos a conversar sobre la clase de hoy, ¿está bien? Entonces vamos a leer una historia que traje para ustedes.

Flavia distribuyó las hojas con el texto que
: irían a traba

jar ese domingo. Cuando cada uno tuvo su material, Flavia pidió que alguien comenzara a leer. Una vez que el texto fue leído, Flavia preguntó si los alumnos habían entendido, y los niños empezaron a alzar el brazo para explicar lo que habían entendido. Así fue hasta el final de la clase que terminó con una oración. Antes de salir, Flavia les dijo

- Niños, la semana que viene vamos a hacer un estudio diferente. ¡No falten! ¡Hasta el próximo domingo! Buena semana a todos.

El domingo siguiente, Flavia trajo un material para que todos adornaran la sala. Papel de colores, tijeras, pegamento, botones y otros materiales para decorar lo que iban a hacer. ¡Los niños lo adoraron! Pasaron la clase terminando los carteles. Ella había prometido a los alumnos que, al final de la clase, cada uno recibiría un premio por su trabajo.

Pero Flavia dio el premio primero a los que habían llegado tarde y que tuvieron poco tiempo para trabajar, ¡lo que dejó a los demás alumnos indignados!

- ¿Cómo así, tía Flavia? ¿Vas a darles lo mismo a ellos que llegaron tarde? ¿Y nosotros que trabajamos todo el tiempo? ¡Eso no es justo!...

Los demás alentaron a los que estaban reclamando. Y Flavia escuchaba sin decir nada hasta que, cuando vio que la confusión era grande, levantó el brazo y dijo:

- ¡Pero nosotros dijimos que cada uno recibiría un premio por su esfuerzo!...

- ¡Exacto, tía Flavia! ¡Pero estás dando lo que prometiste primero a ellos que llegaron tarde! ¡No es justo!...

- ¿Por qué no es justo? ¡Acordé con ustedes lo que irían a ganar! ¡¿No puedo dar a los últimos tanto como a ustedes?!...

- ¡Pero nosotros estábamos aquí desde el inicio de la clase, tía Flavia!

Los tres alumnos que llegaron tarde escuchaban callados. En el fondo, también estaban de acuerdo con lo que los alumnos presentes desde el inicio de clase deberían recibir más, pero evitaban interferir. La confusión era grande cuando Flavia levantó la mano pidiendo silencio y dijo:

- ¡Queridos míos! ¡¿Están molestos porque di a los que llegaron después lo mismo que le di a ustedes?! ¡Sean sinceros! Carlitos, ¿trabajaste más que ellos?

- No, tía Flavia. Jugué mucho y casi no hice nada – dijo el niño, rojo de vergüenza.

- ¿Alguien más quiere decir algo?

- Tía Flavia, yo estuve conversando con Ana y casi no hice nada – dijo Valeria riendo.

Y así, cada uno de los niños fue honesto y dijeron lo que sentían. Luego de escuchar a todo el grupo, Flavia estuvo de acuerdo con ellos, y preguntó:
 

- ¡Muy bien!... Y entonces, ¿qué hicieron? ¿Trabajaron mucho? ¡Respondan!

Y los alumnos, bajando la cabeza, afirmaron que, en verdad, ¡los que llegaron tarde se esforzaron más en hacer las tareas! La profesora Flavia, escuchando eso estuvo de acuerdo, leyéndoles la parábola: “Los trabajadores de la última hora”. i

- ¿Entendieron ahora por qué Jesús contó esa parábola, niños? Jesús sabía exactamente que los últimos contratados para trabajar en a viña, por tener menos tiempo, ¡se obligarían a esforzarse más para ser dignos del salario de ese día!...

Y los alumnos estuvieron de acuerdo con que, realmente, debían haberse esforzado más para merecer lo que la tía Flavia les había prometido. Sin embargo, ella sonrió y dijo:

- Yo creé esta tarea para que ustedes, a fin de que pudieran darse cuenta, en la práctica, hicieran lo que es realmente justo para todos. Así, aquí está el premio que les daría: ¡un chocolate para cada uno!

Los niños abrieron los ojos y sonrieron, aplaudiendo, contentos por el premio que ganaron. Después, le dieron un abrazo a la profesora Flavia.  

MEIMEI 

(Recibida por Célia X. de Camargo, en Rolândia-PR, el día 16/01/2017.) 


 

[i]  “Los Trabajadores de la Última Hora”, capítulo XX, de El Evangelio según el Espiritismo, pg. 261. FEB.


  


 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita