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Año 10 - N° 501 - 29 de Enero de 2017
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

Los espíritas delante

de los que sufren


“La Organización Mundial de Salud (OMS) define salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social. El Espiritismo, sin embargo, eleva esa amplitud y enseña que salud es el estado de completo bienestar biopsicosocioespiritual, pues lleva en consideración los factores biológicos, psicológicos, sociales y espirituales que influencian el ser humano en su caminata por la vivencia terrena; con eso torna el concepto más humanizado. (…) La salud es por lo tanto, un valor colectivo, un bien de todos, debiendo cada uno gozarla individualmente, sin perjuicio de otros y, solidariamente, con todos.” (Victor Manuel Pereira de Passos, autor del Especial publicado en esta edición.)

!Bienestar físico, mental y social!

La salud física es garantizada por la fisiología; la salud mental es alcanzada por la manipulación del quimismo cerebral, sea por la terapia psicológica, sea por la terapéutica psiquiátrica; la salud social adviene de prácticas saludables, relacionamientos sanos e inclusión social. 

“Todo asistente espírita es un eslabón de la salud y debe demonstrar que no somos médicos, pero un refuerzo y apoyo de sus terapias. La asistencia espiritual es un servicio público que nace en el corazón de la comunidad de fe.” (Victor Passos.)

Muchos espíritas deprecian el tratamiento médico, especialmente el tratamiento psiquiátrico, porque creen que todo puede ser tratado con recursos espirituales. Es un prejuicio lamentable.

Olvidamos que Dios permite las terapias médicas exactamente para obtenerse la cura, cuando ésta sea posible, o, por lo menos, para calmar el sufrimiento de los que sufren.

No se debe pedir a los Espíritus que traten de aquello que puede ser fuente de dolor, cuando existen terapias capaces de cumplir ese mismo papel en la medicina de los hombres. Se trata de una especie de ocioso petitorio que explora la buena voluntad de nuestros protectores.

“La busca de sentido se torna aún más intensa en situación de fragilidad. Sabiendo que el Servicio de Asistencia Espiritual y Religiosa (SAER) se hace por la comunión de varias opciones de fe, mismo aplicando sus principios dispersos, ella se torna por demás importante, pues más de lo que nunca con eso estamos a mostrar que, unidos, más capacidades de acción tenemos, porque el desafío mayor en este campo es llevar confort al enfermo y al mismo tiempo respetar la fe de cada persona al ultrapasar las barreras del proselitismo religioso y la falta de respeto a la visión religiosa del otro – el enfermo y su familia.” (Victor Passos.) 

¿Por qué sufrimos? La respuesta a esta cuestión está muy evidente para los espíritas. Pero no puede ser dada a cualquier persona, especialmente porque sólo puede ser comprendida por las mentes maduras o esclarecidas por fuerza del conocimiento adquirido. Surge entonces la dificultad.  ¿Cómo amenizar el dolor de aquel que viene de otra religión? Por eso tenemos que tener el mayor cuidado para no herir la creencia religiosa de aquel que sufre.

Cuando el enfermo es adepto del Cristianismo, esa tarea se hace menos espinosa. Pero es muy difícil cuando lidiamos con un individuo en estado de revuelta o que no acepta las amarguras y dificultades que la vida en nuestro mundo nos presenta.   

“Importante es, también, esclarecer que no estamos en los Hospitales para curar, ni para hacer desobsesiones, pero sí para consolar, orientar, esclarecer y levantar el ánimo del enfermo.” (Victor Passos.)

Consolar, orientar, esclarecer y erguir el ánimo del enfermo – he aquí el plan de acción. El espírita es un consolador en el medio hospitalario. Es un miembro del equipo de cuidados, que jamás debe interferir en la terapéutica adoptada ni pretender la cura de aquel que sufre, siendo, antes, un facilitador en el medio del equipo de asistencia.

“Entonces se exige que los Asistentes Espíritas tengan reuniones constantes, permutando sugerencias, mostrando sus preocupaciones, con la finalidad de cada vez más prestar un servicio de apoyo al enfermo, a sus familiares y a los profesionales de salud, más sólido y  adecuado con las enseñanzas del Maestro.” (Victor Passos.) 

Las reuniones de evaluación deben ser realizadas con el objetivo de compartir experiencias, establecer metas de la asistencia, esclarecer dudas y planear el abordaje de acuerdo con los objetivos espíritas. Importante tener en mente que los asistidos deben ser siempre objeto de respeto, cariño y esclarecimiento, tanto cuanto sus familiares.

La capellanía hospitalaria espírita constituye, como vemos, un gran desafío, porque lidiamos con la necesidad de adaptar el conocimiento del Espiritismo al objetivo de amparar y socorrer aquel que sufre, sin ningún propósito proselitista. Muchas veces vamos a encontrar en esta tarea un ambiente hostil por parte del equipo médico o del equipo de enfermería, pero, mismo así, es necesario mantener la seguridad y no doblarse delante de tales obstáculos, que son, como sabemos, muy bien explorados por los enemigos del bien.   




 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita