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Año 10 - N° 500 - 22 de Enero de 2017
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Cuidar de lo que pensamos es, como la oración, fundamental en la vida 


“El hecho final, sin embargo, es que los pensamientos, la potencialidad del alma alcanzada por el esfuerzo y experiencia, determinan el ambiente propio donde el ser se mueve.” (Orson Peter Carrara, en el artículo Campo Magnético, materia especial publicada en esta edición.)

Es  de ese modo que atraemos para nosotros las compañías que nos son simpáticas y que son testigos de nuestro comportamiento.

Cuando buscamos seguir el bien de nuestros semejantes, nos tornamos un foco que irradia buenas vibraciones en favor de aquellos necesitados que vienen hasta nosotros, improvisando así auxilio sin que percibamos.

“La oración, la meditación elevada, el pensamiento edificante refunden la atmosfera, purificándola. (…) El pensamiento elevado santifica la atmosfera alrededor y posee propiedades eléctricas que el hombre común está lejos de imaginar.” (André Luiz, Misioneros de la luz, cap. 5.)

“Infelizmente, aún, sin embargo, usamos esa fuerza que traemos en nosotros en las manipulaciones entre bastidores, en el deseo de control sobre los otros, en la tonta ilusión de la permanencia en puestos o posesión – como si fuésemos dueños de algo –, en el desespero centralizador o en las arrogancias de la vanidad, realizando los prodigios contrarios que la fraternidad y la Ley de Progreso proponen con tanta clareza…” (Orson Peter Carrara, en el artículo mencionado.)

El carisma, que atrae para sí la simpatía de muchos, es un efecto magnético de gran responsabilidad, porque crea una vinculación entre los seres, vinculación que está mucho más allá de la simpatía fortuita. Somos influenciados por la adhesión al campo intuitivo que se caracteriza por la coerción contundente caracterizada por el carisma.

Somos responsables por los pensamientos que emitimos. Parafraseando el Señor, seremos juzgados por cada pensamiento vicioso que emitamos. (Mateo 12:36-37.)

Como sabemos, las repercusiones de nuestros pensamientos forman una tela de interacciones vinculando todos los seres que comulgan de los mismos intereses.

Si nos dejamos influenciar por el mal, seremos parte de una legión de Espíritus impuros que alimentarán nuestros deseos. 

Si el símil ocurrir para el bien, estaremos haciendo parte de una pléyade de trabajadores comprometidos con el amor de Jesús. 

“Es por la aplicación de esta fabulosa posibilidad que actúan los espíritus protectores – en la manipulación fluídica en favor del hombre – utilizándose de los propios hombres en la producción de fenómenos inesperados o direccionando innúmeros hechos que despierten el hombre de esa somnolencia espiritual en que muchos aún nos vinculamos.” (Orson Peter Carrara.)  

Cuando realizamos el culto evangélico en el hogar, el ambiente se queda saturado de fluidos eléctricamente manipulados, siendo que los participantes que tengan la intención del bien se tornan una especie de dínamos de energías saludables usadas en socorro y sustento de los Espíritus conducidos a la reunión, sin que los miembros del grupo familiar perciban.

El campo intuitivo es responsable por la conexión con nuestros protectores. La llamada voz de la conciencia es el resultado de nuestra interacción con los mensajeros que son nuestros tutores.

La inspiración, influencia menos ostensiva que la intuición y caracterizada por la espontaneidad, es el vehículo de las comunicaciones vigiladas que sólo el examen de nuestros sentimientos, ideas y palabras puede caracterizar.

De manera general, los Espíritu que se valen del proceso de la inspiración son Espíritus familiares y protectores, lo que no impide que seamos inspirados por Espíritus entregues al mal, como Allan Kardec nos enseña en la obra El Libro de los Médium, cap. XV, ítem 182, lo que refuerza la idea de que la vigilancia de nuestros pensamientos, tanto cuanto la oración, es fundamental en nuestra vida.

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita