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Año 10 - N° 498 - 8 de Enero de 2017
LEONARDO MARMO MOREIRA  
leonardomarmo@gmail.com  
São João Del Rei, MG (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Leonardo Marmo Moreira

El sueño y sus implicaciones en términos de salud
física y espiritual
 

(Parte 1)


Introducción - En nuestra vida física, dormimos aproximadamente un tercio del tiempo de nuestra vida en el cuerpo somático. Considerando la ocurrencia de la emancipación del alma a través del sueño físico, la cual consiste en la emancipación anímica fundamental y general, o sea, común a todos los individuos, es posible deducir la gran relevancia del sueño físico no solamente para la salud del cuerpo somático, sino también para el crecimiento espiritual del Espíritu reencarnado.

El Espíritu no permanece, necesariamente, emancipado del cuerpo (desplegado del cuerpo físico) durante todo el tiempo de sueño físico. Sin embargo, buena parte de ese intervalo de tiempo puede representar “emancipación del alma”, lo que equivale a afirmar que todos los hombres y mujeres encarnados pasan por periodos significativos de vivencia espiritual propiamente dicha, esto es, “fuera” del cuerpo físico.

La emancipación del alma - El capítulo VIII, de la segunda parte de El Libro de los Espíritus (LE), titulado “Emancipación del alma”, discute la cuestión, presentando diversas implicaciones de esa realidad común a todos los Espíritus encarnados, sin excepción. La muy objetiva cuestión 401 de LE y la extraordinária respuesta a la cuestión 402 de LE suministran excepcional material introductorio al asunto. Veamos las cuestiones 401 y 402 del LE:
 

401. ¿Durante el sueño, el alma reposa como el cuerpo?

No, el Espíritu jamás queda inactivo. Durante el sueño, los lazos que lo unen al cuerpo se aflojan y el cuerpo no necesita del Espíritu. Entonces él recorre el espacio y entra en relación más directa con los otros Espíritus.


402. ¿Cómo podemos evaluar la libertad del Espíritu durante el sueño?

Por los sueños. Sabed que, cuando el cuerpo reposa, el Espíritu dispone de más facultades que en el estado de vigília. Tiene el recuerdo del pasado y a veces la previsión del futuro; adquiere más poder y puede entrar en comunicación con los otros Espíritus, sea de este mundo, sea de otro. Frequentemente dices: “Tuve un sueño bizarro, un sueño horrible, pero que no tiene ninguna verosimilitud”. Te engañas. Es casi siempre un recuerdo de lugares y de cosas que viste o que verás en otra existencia o en otra ocasión. El cuerpo está adormecido, el Espíritu trata de romper sus cadenas para investigar en el pasado o en el futuro.

¡Pobres hombres, que conocéis tan poco de los más ordinarios fenómenos de la vida! Creéis ser muy sabios, y las cosas más vulgares os atrapan. A esta pregunta de todos los niños: “¿Qué es lo que hacemos cuando dormimos; qué son los sueños?” quedáis sin respuesta.

El sueño libera parcialmente el alma del cuerpo. Cuando el hombre duerme, momentaneamente se encuentra en el estado en que estará de manera permanente después de la muerte. Los Espíritus que inmediatamente se desprenden de la materia, al morir, tuvieron sueños inteligentes. Esos Espíritus, cuando duermen buscan la sociedad de los que les son superiores: viajan, conversan y se instruyen con ellos; trabajan aún en obras que encuentran concluidas, al morir. De estos hechos debéis aprender, una vez más, a no tener miedo de la muerte, pues morís todos los días, según la expresión de um santo.

Esto, para los Espíritus elevados; pues la masa de los hombres que, con la muerte, deben permanecer largas horas en esa perturbación, en esa incertidumbre de que os han hablado, van, sea a mundos inferiores a la Tierra, donde antiguos afectos los llaman, sea la búsqueda de placeres tal vez aún más bajos de los que poseían aquí; van a beber doctrinas aún más viles, más innobles, más nocivas que las que profesaban entre vosotros. Y lo que engendra la simpatía en la Tierra no es otra cosa sino el hecho de sentirnos, al despertar, conectados por el corazón a aquellos con quienes acabamos de pasar ocho o nueve horas de felicidad o de placer. Lo que explica también las antipatias invencibles es que sentimos, en el fondo del corazón, que esas personas tienen una conciencia diversa de la nuestra, porque las conocemos sin jamás haberlas visto. Es aún lo que explica la indiferencia, pues no buscamos hacer nuevos amigos cuando sabemos tener los que nos aman y nos quieren. En una palabra: el sueño influye más de lo que pensáis, sobre vuestra vida.

Por efecto del sueño, los Espíritus encarnados están siempre en relación con el mundo de los Espíritus, y es eso lo que hace que los Espíritus superiores consientan, sin mucha repulsa, en encarnarse entre vosotros. Dios quiso que, durante su contacto con la adicción, pudieran ellos mejorarse en la fuente del bien, para no caer, ellos que venían a instruir a los otros. El sueño es la puerta que Dios les abrió para el contacto con sus amigos del cielo; es el recreo después del trabajo, mientras esperan el gran libramiento, la liberación final, que debe restituirlos a su verdadero medio.

El sueño es el recuerdo del que vuestro Espíritu vio durante el sueño; pero observad que no siempre soñáis, porque no siempre os acordáis de aquello que visteis, o de todo lo que visteis. Eso es porque no tenéis vuestra alma en todo su desarrollo; frecuentemente no os resta más que el recuerdo de la perturbación que acompaña vuestra partida y vuestra vuelta, a lo que se junta el recuerdo del que hicisteis o del que os preocupa en el estado de vigília. Sin eso, ¿cómo explicaríais esos sueños absurdos, a que están sujetos tanto los más sabios como los más simples? Los malos también se sirven de los sueños para atormentar a las almas débiles y pusilánimes.

Del resto, veréis dentro de poco desarrollarse otra especie de sueños; una especie tan antigua como la que conocéis, pero que ignorais. El sueño de Juana, el sueño de Jacob, el sueño de los profetas judíos y de algunos adivinos hindúes: ese sueño es el recuerdo del alma enteramente liberada del cuerpo, el recuerdo de esa segunda vida que hace poco yo os hablaba.

Procurad distinguir bien esas dos especies de sueños, entre aquellos de que os acordéis; sin eso, caeríais en contradicciones y en errores que serían funestos para vuestra fe.

Los sueños son el producto de la emancipación del alma, que se hace más independiente por la suspensión de la vida activa y de relación. De ahí una especie de clarividencia indefinida, que se extiende a los lugares los más distantes o que jamás se vio, y algunas veces aún a otros mundos. De ahí también el recuerdo que retrata en la memoria los acontecimientos verificados en la existencia presente o en las existencias anteriores. La extravagancia de las imágenes referentes a lo que pasa o pasó en mundos desconocidos, el intercalar de cosas del mundo actual, forman esos conjuntos bizarros y confusos que parecen no tener ni sentido, ni nexo.

La incoherencia de los sueños aún se explica por las lagunas derivadas del recuerdo incompleto de lo que nos apareció en el sueño. Tal como un relato al cual se hubiera truncado frases o partes de frases al acaso: los fragmentos restantes, siendo reunidos, perderían todo significado racional. (Negrita nuestra)

Por lo tanto, los Espíritus defienden que existe una cierta semejanza entre la emancipación del alma por el sueño físico y la desencarnación y, que, a través de ese relativo desdoblamiento, dependiendo de la evolución intelecto-moral del Espíritu y, por consecuencia, de su patrón vibratorio, variará significativamente el tipo de vivencia espiritual que el Espíritu tendrá fuera del cuerpo. Los Espíritus llegan a correlacionar “sueños inteligentes” con facilidad de desprendimento de la materia al desencarnar (“El sueño libera parcialmente el alma del cuerpo. Cuando el hombre duerme, momentaneamente se encuentra en el estado en que estará de manera permanente después de la muerte. Los Espíritus que inmediatamente se desprenden de la materia, al morir, tuvieron sueños inteligentes”).

La “Falange del Espíritu de Verdad” (FEV) sugiere que, en gran medida, el rango vibratorio que alcanzaremos cuando desencarnemos corresponde a las regiones vibratorias que visitamos, por la noche, en nuestros desdoblamientos parciales por los sueños físicos diarios (“la masa de los hombres que, con la muerte, deben permanecer largas horas en esa perturbación, en esa incertidumbre de que os han hablado, van, sea a mundos inferiores a la Tierra, donde antiguos afectos los llaman, sea por la búsqueda de placeres tal vez aún más bajos de lo que poseían aquí; van a beber doctrinas aún más viles, más innobles, más nocivas que las que profesaban entre vosotros. Y lo que engendra la simpatía en la Tierra no es otra cosa sino el hecho de sentirnos, al despertar, conectados por el corazón a aquellos con quienes acabamos de pasar ocho o nueve horas de felicidad o de placer”).

Y los Mentores espirituales son aún más contundentes: “En una palabra: el sueño influye más de lo que pensáis, sobre vuestra vida”.

La FEV también esclarece que para Espíritus elevados, el desdoblamiento parcial por el sueño físico (DPSF) es fundamental para el éxito de los mismos en sus tareas, cuando es en misión reencarnatoria. Y, más que eso, para todos los Espíritus encarnados, la fase de sueño y el consecuente DPSF genera profundo contacto entre las individualidades encarnadas y los Espíritus desencarnados (“Por efecto del sueño, los Espíritus encarnados están siempre en relación con el mundo de los Espíritus, y es eso lo que hace que los Espíritus superiores consientan, sin mucha repulsa, en encarnarse entre vosotros”).

Y los Mentores espirituales van además, y comentan que una serie de problemas obsesivos son fomentados o, por lo menos, significativamente subsidiados durante el sueño (“Los malos Espíritus también se sirven de los sueños para atormentar a las almas débiles y pusilánimes”) (cursivas mias).

De esa manera, los Espíritus enfatizan que el sueño puede ayudar o perjudicar substancialmente la vida de todos los individuos encarnados, pues todos se desdoblan parcialmente cuando duermen. En ese sentido, es importante enfatizar que “la mente mueve la materia”, para usar una frase que se hizo título de uma obra de Hernani Guimarães Andrade. Ahora, la mente, básicamente, es el Espíritu inmortal, el cual “dirige” el periespíritu, que, de su parte, “controla” el cuerpo físico. Siendo así, el DPSF consiste en um factor determinante para diversos aspectos de nuestra vida, incluyendo las saludes espiritual, periespiritual y física.

Además de eso, es relevante percibir que los Espíritus enfatizan no solamente el contacto con los Espíritus desencarnados y encarnados igualmente desdoblados, sino, también, una mayor manifestación de potencialidades predominantemente anímicas del alma alejada del cuerpo físico. De hecho, luego al inicio de la respuesta de la cuestión 402, los Espíritus resaltan que “...cuando el Espíritu reposa, el Espíritu dispone de más facultades que en el estado de vigilia. Tiene el recuerdo del pasado y a veces la previsión del futuro...”.

Por lo tanto, el alma fuera del cuerpo tiene mayores potencialidades anímicas y también mayores contactos con los Espíritus desencarnados y también con Espíritus encarnados que estén igualmente desdoblados. Tales ampliaciones, que ocurren durante un gran intervalo de tiempo, todos los días, y con todas las personas, demuestran como la profundización del estudio y de la educación espiritual en general y particularmente asociada al sueño son esfuerzos imprescindibles para nuestro proceso evolutivo. La cuestión 403 de LE refuerza esa idea de que nuestros niveles de percepción espiritual son mayores cuando estamos fuera del cuerpo físico.
 

403. ¿Por qué no nos acordamos siempre de los sueños?

En eso que llamáis sueño sólo tienes el reposo del cuerpo, porque el Espíritu está siempre en movimiento. En el sueño, él recobra un poco de su libertad y se comunica con los que le son queridos, sea en este o en otros mundos. Pero, como el cuerpo es de materia pesada y grosera, difícilmente conserva las impresiones recibidas por el Espíritu, incluso porque el Espíritu no las percibió por los órganos del cuerpo.

La aclaración de los Mentores espirituales a la cuestión 403 de El Libro de los Espíritus demuestra que podemos tener un nivel de percepción de la realidad, cuando en DPSF, mucho mayor que cuando en estado de vigilia. Tal hecho es justificado por la naturaleza semi material del periespíritu, el cual permite mayor comprensión de la propia realidad espiritual de la “mente” así como más alto nivel de percepción del contexto espiritual en el cual la respectiva alma está insertada.

La emancipación del alma y sus implicaciones propiamente anímicas y mediúmnicas - En la obra El Libro de los Médiums (LM) tenemos un interesante pasaje en el capítulo XIV, titulado “Los Médiums”, inserto en la según parte del libro. Se trata del tópico seis, denominado “Médiums sonámbulos”, el cual engloba los interesantes ítems 172, 173 y 174. Nuestro interés principal está enfocado en el ítem 173, que será transcrito a seguir:


“173.
 Uno de nuestros amigos usaba como sonambulo un jovencito de 14 para 15 años, de inteligencia bastante corta y de instrucción extremadamente limitada. En estado sonambúlico, sin embargo, daba pruebas de extraordinária lucidez y gran perspicácia. Eso principalmente en el tratamiento de enfermedades, habiendo hecho numerosas curas consideradas imposibles.

Cierto día, atendiendo a un enfermo, describió su molestia con absoluta exactitud. – Eso no basta, le dijeron, ahora es necesario indicar el medicamento. – No puedo, respondió él, mi ángel doctor no está aquí. – A quien llama usted de ángel doctor? – Aquel que dicta los medicamentos. – ¿Entonces no es usted mismo que ve los medicamentos? – Oh, no, ¿pues no estoy diciendo que es mi ángel doctor quién los indica?

Así, en ese sonambulo, quien veía la enfermedad era su propio Espíritu, que para eso no necesitaba de asistencia. Pero la indicación de los medicamentos era hecha por otro Espíritu. Si ese no estuviera presente, él nada podía decir. Solo, él era apenas sonambulo; asistido por el que él llamaba su ángel doctor, era médium-sonambulo. (Negritas mias)

Queda evidente que el niño, de poca edad, y que en la opinión de Allan Kardec presentaba “inteligencia bastante corta y de instrucción extremadamente limitada”, tenía una expansión drástica en su capacidad espiritual cuando estaba fuera del cuerpo, pues él “daba pruebas de extraordinária lucidez y gran perspicácia”.

La supracitada ampliación era, a priori, fundamentalmente anímica, es decir, de la propia alma (individualidad anímica), cuando él suministraba el diagnóstico “con absoluta exactitud”. Por lo tanto, en esa primera situación, el niño era sólo un “sonambulo”, es decir, un “paranormal anímico”. Pero él solamente hacía la recomendación de los medicamentos, cuando estaba bajo la orientación del llamado “ángel doctor”, siendo, en ese segundo caso, uno“médium-sonambulo”.

Ese ejemplo extremadamente didáctico que Allan Kardec nos ofrece en LM demuestra que el Espíritu, revestido de su periespíritu o cuerpo espiritual, pero “emancipado” del cuerpo físico, tiene un aumento sustancial de sus potencialidades intelectuales, sea de forma estrictamente anímica o aún constituyendo um fenómeno ánimico-mediúmnico propiamente considerado.(Continúa en el próximo número) 

 

Referências bibliográficas: 

A. Kardec, O Livro dos Espíritos, tradução de José Herculano Pires, Livraria Allan Kardec Editoria, São Paulo, São Paulo. 62 ed. 2001.

A. Kardec, O Livro dos Médiuns, tradução de José Herculano Pires, Livraria Allan Kardec Editora, São Paulo, São Paulo. 1 ed. 1973.

A. Luiz [psicografado por Francisco C. Xavier], Missionários da Luz, Federação Espírita Brasileira, Brasília, Distrito Federal. 1 edição especial.  2003.

M.P. Miranda [psicografado por Divaldo P. Franco], Tormentos da Obsessão, Livraria e Editora Alvorada, Salvador, Bahia. 2 ed. 2001. 



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita