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Año 10 - N° 494 - 4 de Diciembre de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

 
El libro y la verdad
que nos libertará
 
 

Vânia Mugnato de Vasconcelos, nuestra entrevistada en esta edición, tejió algunos conceptos oportunos en su entrevista.

“Nacida católica, la cuestión religiosa siempre fue intensa en mí. A los 12 años de edad mi familia visitó una vecina espírita y, aunque todos los niños estuviesen interesados en jugar, me quedé hipnotizada por la estantería de libros, pues leer siempre fue un placer. Allá encontré la obra Lindos Cuentos de Chico Xavier, de Ramiro Gama, y cuanto más yo leía, más tenía certeza de que aquello todo hacía total sentido.” (Vânia Mugnato)

El libro – vehículo del conocimiento de Dios. Después de la reforma protestante, el libro sagrado del Cristianismo fue popularizado, tornándose accesible a todas las personas, que ahora eran estimuladas al “libre examen”, aunque gran parte de la población fuese analfabeta y no supiese latín. Porque la Biblia no podía ser leída, a no ser por los sacerdotes. Muchos sufrieron en las manos del Santo Oficio simplemente por tener un ejemplar de la Biblia. La Iglesia sabía que el conocimiento del contenido del Evangelio destruiría gran parte de la estructura que ella creara. Pero, felizmente, el libro sagrado se tornó el centro del Cristianismo. Y fue también a través del libro que surgió, tiempos después, la doctrina espírita.

“A mí me gusta hablar de contenido doctrinario aplicándolo al cotidiano, contando historias, mostrando videos, recordando hechos. Son conferencias enfocadas para cualquier tipo de público. Entiendo que el ser humano es mejor motivado a actuar cuando percibe que lo que aprendió puede y debe ser aplicado en la vida de relación.” (Vânia Mugnato)

Hay conferenciantes que parecen no querer ser entendidos. A ellos les gusta exhibir títulos y ornar su verbo con ideas incomprensibles y palabrejas eruditas, fuera del alcance de la mayoría del público. Sin embargo, el Maestro va en dirección contraria. Es conciso, usa lenguaje coloquial, al nivel intelectual de los circunstantes, o sea, quiere ser comprendido. Francisco de Asís recomendaba a sus hermanos de apostolado: sean breves, porque el Señor era breve, conforme nos informan los evangelios. ¿Por qué hablar por una hora, cuando la esencia de la palabra puede ser resumida en diez minutos?

“La reencarnación [es el punto más extraordinario del Espiritismo]. ¡Cuánto se cambiaría en la conducta humana, en la convicción de Dios, en los valores, si la humanidad entera fuera reencarnacionista y uniera ese conocimiento al de la ley de causa y efecto!” (Vânia Mugnato)

La palabra “reencarnación” no fue acuñada por Allan Kardec, como muchos aún creen. Ella fue creada en latín erudito entre los siglos 17 y 18 d.C. Pero se tornó el elemento más importante de la doctrina espírita, siendo reconocida por los legos como la esencia del espiritismo, porque sólo mediante su conocimiento es que puede comprenderse los otros puntos llaves de la Filosofía espírita y de la Moral Cristiana. Solamente con el conocimiento de la reencarnación puede explicarse la justicia de Dios, la ley de causa y efecto y la ley de progreso.   

“[Uno de los puntos importantes de] El Evangelio según el Espiritismo, [es] el pasaje sobre el ‘Hombre de Bien’. Cuestionar la conciencia al final de cada día nos torna más preparados para reconocer las limitaciones del alma, facilitando que en el día siguiente no tropecemos tanto en el mismo punto.” (Vânia Mugnato)

La verdad nos liberta en relación a nosotros mismos. El autoconocimiento, al tornarnos conscientes acerca de nuestros actos, pensamientos y palabras, hace con que identifiquemos nuestros puntos frágiles, difíciles de lidiar, porque causan dolor, volviéndonos para esas flaquezas con vigilancia y recobrando fuerzas a través de la oración. La tomada de consciencia sobre lo que somos tiene un efecto terapéutico extraordinario y, casi siempre, es fundamental para la cura de las enfermedades del alma. 




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita