Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.
Preguntas para debatir
214. El proyecto, ¿prevé la creación de centros generales, de tipo federativo, en los diferentes países?
215. La constitución orgánica del Espiritismo, ¿sería sometida a revisiones periódicas?
216. La ambigüedad del término espírita, ¿fue discutida por Kardec en el texto que se analiza?
217. ¿Fue debido a esa ambigüedad que surgió la idea del uso del término Espírita profeso?
Respuestas a las preguntas propuestas
214. El proyecto, ¿prevé la creación de centros generales, de tipo federativo, en los diferentes países?
Sí. Además del Comité Central podrían formarse, y se formarían inevitablemente, centros generales en diferentes países, sin otro lazo que el de la comunión de creencias y la solidaridad moral, sin subordinación de unos a otros, sin que el de Francia, por ejemplo, tenga la pretensión de imponerse a los espíritas americanos y viceversa. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Constitución del Espiritismo.)
215. La constitución orgánica del Espiritismo, ¿sería sometida a revisiones periódicas?
Sí. Esa revisión debería ocurrir, según Kardec, cada 25 años. Ese lapso de tiempo, sin ser muy extenso, es suficiente para permitir que se aprecien las nuevas necesidades y sin provocar perturbaciones con modificaciones muy frecuentes. La revisión será competencia de los congresos ordinarios, transformados para ese efecto en congresos orgánicos, y proseguirá indefinidamente de modo de conservarlos, sin interrupción, en el nivel de las necesidades y del progreso de las ideas. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Constitución del Espiritismo.)
216. La ambigüedad del término espírita, ¿fue discutida por Kardec en el texto que se analiza?
Sí. Él dijo que el calificativo de Espírita – e incluso de Espírita convencido - no indica de ningún modo la medida de la creencia. Una asamblea a la que fueran convocados todos aquellos que se dicen Espíritas presentaría una amalgama de opiniones divergentes que no podrían asimilarse y no llegaría a nada serio. Esa falta de precisión, inevitable en un inicio y durante el período de elaboración, ha causado con frecuencia equivocaciones lamentables, e hizo que se atribuya a la Doctrina lo que solo era abuso o un desvío. Fue a consecuencia de esa falsa aplicación que diariamente se hizo del calificativo de Espírita, donde la crítica pudo encontrar materia para burlas. Basta que un individuo se diga espírita o pretenda hacer del Espiritismo lo que los prestidigitadores pretenden hacer de la física, aunque fuese un saltimbanqui, para que lo consideren representante de la Doctrina.
Se ha hecho, es verdad, una distinción entre los buenos y los malos, los verdaderos y los falsos Espíritas, los Espíritas más o menos esclarecidos, más o menos convencidos, los Espíritas de corazón, etc. Pero esas denominaciones, siempre imprecisas, no tienen nada de auténticas, nada que las caractericen cuando no se conoce a los individuos y cuando no se ha tenido ocasión de juzgarlos por sus obras. Es posible, pues, ser engañado por las apariencias. De ello se concluye que la calificación de Espírita, al no permitir más que una aplicación incompleta, no es una recomendación absoluta; esa inseguridad produce en los espíritus una especie de desconfianza que impide que se establezca entre los adeptos un lazo serio de confraternidad.
Frente a eso – agrega Kardec – habiéndose fijado, entre todos, los puntos fundamentales de la Doctrina y los deberes que incumben a todo adepto serio, la cualidad de Espírita puede tener un carácter definido que no tenía antes. Se podría establecer un formulario de profesión de fe y la adhesión por escrito a ese programa sería un testimonio auténtico de la manera de encarar el Espiritismo. Esa adhesión, al constatar la uniformidad de los principios, sería además el lazo que uniría a los adeptos en una gran familia, sin distinción de nacionalidades, bajo el imperio de una misma fe, de una misma comunión de pensamientos, de miras y aspiraciones. La creencia en el Espiritismo ya no sería una simple aceptación, frecuentemente parcial, una idea vaga, sino una adhesión motivada, hecha con conocimiento de causa, comprobada por un título oficial entregada al adepto. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Constitución del Espiritismo.)
N.R.: La ambigüedad del término espírita persiste aun hoy y hasta se amplió en el caso brasileño, como se vio años atrás en la polémica acerca del Censo 2010. Hay en nuestro medio quien sugiere el uso del término kardecista para evitar esa ambigüedad, aunque todos sepamos que el uso de los términos kardecista y kardecismo fue repudiado por el mismo Kardec.
217. ¿Fue debido a esa ambigüedad que surgió la idea del uso del término Espírita profeso?
Sí. Para evitar los inconvenientes de la falta de precisión del calificativo de Espírita, los firmantes de la profesión de fe tomarían – de acuerdo con la propuesta del Codificador – el título de Espíritas profesos. Esa calificación, asentada sobre una base precisa y definida, no daría lugar a ninguna equivocación y permitiría a los adeptos que profesen los mismos principios y transiten por el mismo camino reconocerse sin otra formalidad que no sea la declaración de su cualidad y, de ser necesario, la presentación de su título.
Según las palabras de Kardec, un formulario de profesión de fe, circunscrito y nítidamente definido, sería el camino trazado; el título de Espírita profeso sería la palabra de unión. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Constitución del Espiritismo.)
