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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 489 - 30 de Octubre de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

¡Viva la vida!

 

¡Hola, amiguito!

¿Sabías que en el mes de noviembre se conmemora el “Día de los Muertos”, también llamado de los “Difuntos”?

La Doctrina Espírita, sin embargo, nos enseña que no existe la muerte. ¡Nadie muere! ¡Así que los que ya dejaron la Tierra y son considerados “muertos” están vivos!

Llega un momento en que el cuerpo físico ya no tiene más condiciones de seguir viviendo, ya sea por una enfermedad, un accidente o por el desgaste natural de la edad, entonces el cuerpo muere, porque es materia y está sujeto a su transformación natural.

Pero el alma o Espíritu es inmortal y no muere nunca. Con la muerte del cuerpo,  vuelve a la verdadera vida, que es la espiritual. Como un pájaro que estaba prisionera en una jaula, obtiene la libertad y vuela por el espacio.

¿Y por qué las personas lloran cuando alguien muere?

¡Por falta del conocimiento sobre el asunto y por egoísmo de nuestra parte, que queremos a aquel que amamos aquí, a nuestro lado, aunque esté sufriendo!

Como un prisionero que gana su libertad después de haber cumplido el castigo, un día también será restaurada nuestra libertad.

Ese es un día feliz para él, una ocasión especial que merece ser conmemorada, ¿no?

¿Qué pensarías si vieras a la familia, los amigos del preso y otros prisioneros, pidiendo que se quede?

Dirías que ellos están siendo egoístas, ¿no es verdad?

Mientras tanto, cuando el Espíritu gana la libertad después de haber cumplido su tarea aquí en la Tierra, nosotros nos quedamos llorando y pidiéndole que no se vaya, que se quede con nosotros, que todavía somos prisioneros del cuerpo.

Entonces, cuando alguien desencarna, no vamos a desesperarnos. Pensemos que es alguien que continúa vivo en otra dimensión.

Jesús dice que la casa del Padre tiene muchas moradas. Esas moradas son representadas por todo el universo, por los infinitos planetas que vemos en el espacio, pero también representan el mundo espiritual, que es el lugar donde los Espíritus habitan después de dejar la Tierra.

El Espíritu solo cambió de vida, hizo un viaje a un lugar donde se sentirá más feliz y donde tendrá condiciones de aprender más y progresar.

No debemos llorar ni lamentar la muerte de aquel que partió, porque puede perjudicarlo, sino recordar que nuestras oraciones podrán ayudarlo y envolverlo en paz y bienestar, donde se encuentre.

Tenemos que aprender a valorar la vida, en todo momento.

¡Viva la vida!        

Tia Célia 



                                                   
 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita