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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 10 - N° 487 - 16 de Octubre de 2016

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

Obras Póstumas

Allan Kardec

(Parte 33)

Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.

Preguntas para debatir

190. Una primera alusión al futuro de la Tierra fue registrada en un mensaje recibido en Lyon, el 30 de enero de 1866. ¿Qué dice ese mensaje?

191. Se sabe que las comunicaciones recibidas en relación al tema de la regeneración de la Humanidad fueron numerosas. En resumen, ¿Qué dijeron éstas? 

192. ¿Qué características distinguirán a la nueva generación?

193. La salud del Codificador, ¿preocupaba a sus amigos espirituales? 

Respuestas a las preguntas propuestas 

190. Una primera alusión al futuro de la Tierra fue registrada en un mensaje recibido en Lyon, el 30 de enero de 1866. ¿Qué dice ese mensaje? 

El mensaje fue recibido en el grupo Villon y dice, inicialmente, que la Tierra vibraba de alegría porque estaba próximo el día del Señor. De acuerdo con el mensaje, el reinado del oro cedería lugar a un reinado más puro; el pensamiento será entonces soberano, y los Espíritus escogidos que, desde los tiempo más remotos, vinieron a iluminar el siglo y servir de referencia a los siglos futuros, van a reencarnar entre nosotros. Su palabra sabia será una llama destructora que hará devastaciones irreparables en el seno de los viejos abusos y los prejuicios antiguos van a desmoronarse a la vez, cuando el Espíritu, como un hacha de doble filo, mine sus cimientos. Los padres del progreso del espíritu humano dejaron, unos las moradas radiantes, otros los grandes trabajos donde la felicidad se une al placer de instruirse, para venir a retomar el bastón de peregrinos que apenas habían depositado en el umbral del templo de la ciencia, y, desde los cuatro rincones del globo, los sabios oficiales van a escuchar con terror a los jóvenes imberbes que, en un lenguaje profundo, vendrán a cuestionar sus argumentos, que ellos creían irrefutables. La sonrisa burlona ya no tendrá más un escudo seguro y, bajo pena de decadencia, deberá responder.

Será entonces que el círculo vicioso en el que se encierran los maestros de la vana filosofía, quedará al descubierto, porque los nuevos combatientes llevan consigo no solo una antorcha que es la inteligencia liberada de los velos groseros, sino que muchos de ellos gozarán de ese estado particular, privilegio de las grandes almas como Jesús, que da el poder de curar y de obrar maravillas, consideradas como milagros. El viejo mundo carcomido estallará en todos los sentidos; el viejo mundo acabará y con él todos sus viejos dogmas. Concluyendo, dice el mensaje: “Regocijaos, pues, todos lo que aspiráis a la felicidad y que queréis que vuestros hermanos participen de ella como vosotros, ¡el día ha llegado! La Tierra salta de alegría, porque verá el inicio del reinado de la paz prometido por Cristo, el divino mesías, reinado cuyas bases vino a colocar”. (Obras Póstumas – Segunda Parte – La nueva generación y la regeneración de la Humanidad.) 

N.R.: El optimismo del mensaje contrasta con la situación actual del planeta, aunque hayan  pasado más de 150 años. Según algunos estudiosos espíritas, la transición del mundo de expiación y pruebas hacia mundo de regeneración ya se inició, pero estamos todavía en los primeros pasos y falta mucho que recorrer para que esa transición concluya. Basta, para comprenderlo, leer la lección de San Agustín, que aparece en el ítem 17 del cap. III de El Evangelio según el Espiritismo.   

191. Se sabe que las comunicaciones recibidas en relación al tema de la regeneración de la Humanidad fueron numerosas. En resumen, ¿Qué dijeron éstas?  

El día 25 de abril de 1866, en París, fueron recibidas varias comunicaciones en ese sentido por intermedio de las médiums M… y T…, en estado sonambúlico.

Este es un resumen del contenido de esos mensajes:

Los acontecimientos se precipitan con rapidez; no decimos más, como antiguamente: “Los tiempos están próximos”, sino “Los tiempos han llegado”. Por estas palabras no debemos entender un nuevo diluvio, ni un cataclismo, ni un desastre general. Convulsiones parciales han sucedido en todas las épocas, y se producen aun, porque son propias a su constitución, pero esas no son las señales de los tiempos. Sin embargo, todo lo que ha sido anunciado en el Evangelio debe cumplirse y se cumple en este momento, así como lo veremos más tarde; pero tomemos las señales anunciadas solo como símbolos, de los cuales se debe tomar el espíritu y no la letra. Todas las Escrituras encierran grandes verdades bajo el velo de la alegoría, y los comentaristas que se apegaron a la letra se perdieron. Les faltó la clave para comprender su verdadero sentido. Esa clave está en los descubrimientos de la ciencia y en las leyes del mundo invisible, que el Espiritismo vino a revelarnos. De ahora en adelante, con la ayuda de esos nuevos conocimientos, lo que era oscuro se volverá claro e inteligible. Todo sigue el orden natural de las cosas, y las leyes inmutables de Dios no serán nunca subvertidas. No veremos, pues, milagros ni prodigios, ni nada sobrenatural en el sentido vulgar atribuido a estas palabras. No miremos al cielo para buscar en él señales precursoras, porque no veremos nada, y aquellos que las anunciaron nos engañaron; miremos alrededor de nosotros, entre los hombres. Allí será donde las encontraremos.

No debemos creer, sin embargo, en el fin del mundo material.  La Tierra progresó desde su transformación y debe progresar todavía, y no ser destruida. Pero la Humanidad ha llegado a uno de los períodos de su transformación en que la Tierra va a elevarse en la jerarquía de los mundos. No es, pues, el fin del mundo material el que se prepara sino el fin del mundo moral: es el viejo mundo, el mundo de los prejuicios, del egoísmo, del orgullo y del fanatismo que se desmorona. Todo acabará para él con la generación que se va de él y la generación nueva levantará el nuevo edificio que las generaciones siguientes consolidarán y completarán.

De mundo de expiación, la Tierra está destinada a convertirse, un día, en un mundo feliz, y habitar en él será una recompensa en vez de un castigo. El reinado del bien debe suceder en ella al reinado del mal. Para que los hombres sean felices en la Tierra, es necesario que ella esté poblada por Espíritus buenos, encarnados y desencarnados, que sólo quieran el bien. Al haber llegado ese tiempo, una gran emigración se cumplirá, en este momento, entre los que la habitan. Aquellos que hacen el mal por el mal, a quienes el sentimiento del bien no ha tocado, al ya no ser dignos de la Tierra transformada, serán excluidos de ella, porque la llevarían de nuevo a la perturbación y serían un obstáculo para el progreso. Irán a expiar su endurecimiento en mundos inferiores, hacia donde llevarán sus conocimientos adquiridos y tendrán por misión hacerlos avanzar. Serán sustituidos en la Tierra por Espíritus mejores, que harán reinar en nuestro planeta la justicia, la paz y la fraternidad.

La Tierra, como ya se ha dicho, no será transformada por un cataclismo que aniquile súbitamente a una generación. La generación actual desaparecerá gradualmente, y la nueva la sucederá igualmente sin que nada cambie en el orden natural de las cosas. Todo pasará, pues, exteriormente, como de costumbre, con esta única diferencia, pero esa diferencia es importante, de que una parte de los Espíritus que encarnaban en ella ya no encarnarán allí. En cada niño que nazca, en lugar de un Espíritu atrasado y propenso al mal, en ella  encarnará un Espíritu más adelantado e inclinado al bien. Se trata, pues, mucho menos de una nueva generación corporal que de una nueva generación de Espíritus. Así, aquellos que esperan ver que las transformaciones se produzcan por efectos sobrenaturales y maravillosos quedarán decepcionados.

La época actual es de transición; los elementos de las dos generaciones se confunden. Colocados en el punto intermedio, asistís a la partida de una y a la llegada de la otra, y cada una se distingue ya en el mundo por características propias. Las dos generaciones, que se suceden una a otra, tienen ideas y objetivos muy opuestos. Por la naturaleza de las disposiciones morales, pero sobre todo por las disposiciones intuitivas e innatas, es fácil distinguir a cuál de las dos pertenece cada individuo. La nueva generación, debiendo fundar la era del progreso moral, se distingue por una inteligencia y un discernimiento generalmente precoces, unidos al sentimiento innato del bien y a las creencias espiritualistas, lo que es señal indudable de un cierto grado de progreso anterior. Ella no estará compuesta exclusivamente por Espíritus eminentemente superiores, sino también de aquellos que, habiendo ya progresado, están predispuestos a asimilar todas las ideas progresistas y aptos para secundar el movimiento regenerador.

Por esa migración de Espíritus, no se debe entender que todos los Espíritus atrasados serán expulsados de la Tierra y relegados a mundos inferiores. Muchos cedieron arrastrados por las circunstancias y el ejemplo; en ellos la apariencia era peor que el fondo. Una vez libres de la influencia de la materia y de los prejuicios del mundo corporal, la mayoría verá las cosas de manera diferente de cómo era cuando estaban vivos, así como los numerosos ejemplos que tenéis de ello. En eso son ayudados por los Espíritus benévolos que se interesan por ellos y que se apresuran a esclarecerlos y mostrarles el camino equivocado que han seguido. No habrá, pues, exclusión definitiva sino para los Espíritus esencialmente rebeldes, aquellos que a los que el orgullo y el egoísmo, más que la ignorancia, volvieron sordos a la voz del bien y de la razón. Pero ellos mismos no están destinados a una inferioridad perpetua pues llegará el día en que repudiarán su pasado y abrirán los ojos a la luz. (Obras Póstumas – Segunda Parte – La nueva generación y la regeneración de la Humanidad.) 

192. ¿Qué características distinguirán a la nueva generación? 

Una de sus características distintivas será la fe innata; no la fe exclusiva y ciega que divide a los hombres, sino la fe razonada que esclarece y fortalece, que los une y los confunde en un sentimiento común de amor a Dios y al prójimo. Con la generación que se extingue desaparecerán los últimos vestigios de la incredulidad y del fanatismo, igualmente contrarios al progreso moral y social.

El Espiritismo es el camino que conduce a la renovación, porque destruye los dos principales obstáculos que se oponen a él: la incredulidad y el fanatismo; y desarrolla todos los sentimientos y todas las ideas que corresponden a los objetivos de la nueva generación. La nueva era lo verá, pues, crecer y prosperar por la fuerza misma de las cosas. Se volverá la base de todas las creencias, el punto de apoyo de todas las instituciones. Pero de aquí hasta entonces, cuántas luchas tendrá que sostener contra sus dos mayores enemigos: la incredulidad y el fanatismo. Presienten su futuro y su ruina: es por eso que lo temen porque ya lo ven plantar, sobre la ruinas del viejo mundo egoísta, el estandarte que debe congregar a todos los pueblos. En la divina máxima: Fuera de la caridad no hay salvación leen su propia condena, porque ella es el símbolo de la nueva alianza fraternal proclamada por Cristo. (Obras Póstumas – Segunda Parte – La nueva generación y la regeneración de la Humanidad.) 

193. La salud del Codificador, ¿preocupaba a sus amigos espirituales?

Sí, como muestra una comunicación particular recibida el día 23 de abril de 1866 en París, firmada por el Dr. Demeure, que insistía en que Kardec observase la necesidad de reposo y evitase los excesos en el trabajo. Si continuaba de ese modo, arruinaría su salud, e imposibilitaría la conclusión de la tarea para la cual vino al mundo. “Vuestra enfermedad actual – dijo Demeure – no es sino el resultado de un desgaste incesante de fuerzas vitales que no deja tiempo para que se efectúe la recuperación, y de un acaloramiento de la sangre producido por la falta absoluta de reposo. Nosotros os sustentamos, sin duda, pero con la condición de que no deshaga lo que nosotros hacemos. ¿De qué sirve correr? ¿No os fue dicho muchas veces que cada cosa llegará en su momento, y que los Espíritus encargados del movimiento de las ideas sabrían hacer surgir las circunstancias favorables cuando llegase el momento de actuar?” Kardec aceptó en parte el consejo y pidió disculpas a los corresponsales y lectores por no haber podido responder con detalles, como deseaba, a sus cartas. (Obras Póstumas – Segunda Parte – Instrucciones para la salud de Allan Kardec.)

 
 

 


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