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Año 10 - N° 486 - 9 de Octubre de 2016
RICARDO BAESSO DE OLIVEIRA 
kargabrl@uol.com.br            
Juiz de Fora, MG (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Ricardo Baesso de Oliveira


El título de patrono de la Educación brasileña le fue otorgado por el respetable trabajo práctico y editorial que realizó. Libros como Pedagogía del oprimido, Pedagogía de la Esperanza y Pedagogía de la autonomía ejercen, hasta hoy, una impresionante influencia en la educación brasileña. Freire creía, tal cual Kardec, que la educación escolar no podría limitarse la mera instrucción formal, que se ocupa únicamente de la inteligencia, sino debería interesarse por el ser en su totalidad, operando en el cambio de hábitos. 

Sobre eso escribió: “preparación científica del profesor o de la profesora debe coincidir con su rectitud ética. Es una lástima cualquier irregularidad entre aquella y esta. Formación científica, corrección ética, respeto a los otros, coherencia, capacidad de vivir y de aprender con lo diferente, no permitir que nuestro malestar personal o nuestra antipatia con relación al otro nos hagan acusarlo de lo que no hizo son obligaciones a cuyo cumplimiento debemos humildes pero perseverantes dedicarnos”.

Escribió también: “transformar la experiencia educativa en puro entrenamiento técnico es hacer mezquino lo que hay de fundamentalmente humano en el ejercicio educativo: su carácter formador. Si se respeta la naturaleza del ser humano, la enseñanza de los contenidos no puede darse ajeno a la formación moral del educando. Educar es substancialmente formar.

Creía, como pensamos los espíritas, que el progreso espiritual sólo puede darse em uma existencia comprometida com la ética y com la justicia social.

Escribió: “de ahí el tono de rabia, legítima rabia, que envuelve mi discurso cuando me refiero a las injusticias a que son sometidos los andrajosos del mundo. Mi punto de vista es el de los ‘condenados de la Tierra’, el de los excluídos. No acepto, sin embargo, en nombre de nada, acciones terroristas, pues que de ellas resultan la muerte de inocentes y la inseguridad de seres humanos. El terrorismo niega lo que vengo llamando como ética universal del ser humano. De la ética que condena la explotación de la fuerza de trabajo del ser humano, que condena acusar por oír decir, afirmar que alguien habló A sabiendo que fue dicho B, falsear la verdad, eludir al incauto, golpear al débil e indefenso, enterrar el sueño y la utopía, prometer sabiendo que no cumplirá la promesa, testificar mentirosamente, hablar mal de los otros por el gusto de hablar mal”. 

Para superar la crisis en que nos encontramos,
se impone el camino ético
 

Examinando la lucha política por mejores días para nuestro país, así se expresó: “si pretendemos realmente superar la crisis en que nos hallamos, el camino ético se impone. No creo en nada sin él o fuera de él. Uno de los equívocos funestos de militantes políticos de práctica mesianicamente autoritária fue siempre desconocer totalmente la comprensión del mundo de los grupos populares. Viéndose como portadores de la verdad salvadora, su tarea irrecusable no es la proponerla sino imponerla a los grupos populares”.

Y aún: “no creo tampoco que la política a dar carne a este espíritu ético pueda jamás ser la dictatorial, contradictoriamente de izquierda o coherentemente derechista. El camino autoritário ya es en sí una infracción a la naturaleza inquietantemente indagadora, buscadora, de hombres y de mujeres que se pierden al perder la libertad”.

Y también: “Más que un ser en el mundo, el ser humano se hizo una presencia en el mundo, con el mundo y con los otros. Presencia que interviene, que transforma, que habla de lo que hace pero también de lo que sueña, que constata, compara, evalúa, valora, que decide, que rompe. Como presencia consciente en el mundo no puedo escapar a la responsabilidad ética de mí moverme en el mundo. Esto no significa negar los condicionamientos genéticos, culturales, sociales a que estamos sometidos. Significa reconocer que somos seres condicionados pero no determinados. Reconocer que la Historia es tiempo de posibilidades y no de determinismo, que el futuro es problemático y no inexorable”.

En su rica existencia física mantuvo absoluta coherencia entre el discurso y la práctica delante de temas como autonomía, tolerancia, autoridad, libertad y humildad. Al volver a Brasil, después de 15 años de exilio, entrevistado por decenas de periodistas, dijo: “Vine para reaprender el Brasil, y, mientras esté en el proceso de aprendizaje, de reconocimiento del Brasil, no tengo mucho que decir. Tengo más que preguntar”.

Cuando alguien le preguntó: “¿qué podemos nosotros hacer para seguirlo?”, Paulo, de manera típica, respondió: “Si usted me sigue usted me destruye. La mejor manera de entenderme es reinventarme y no intentar adaptarse a mí”. En otra oportunidad afirmó: “pensar cierto es no estar demasiado ciertos de nuestras certezas. De ahí que sea tan fundamental conocer el conocimiento existente como saber que estamos abiertos y aptos a la producción del conocimiento aún no existente”.

La solidaridad, diferente de la filantropia,
es la ayuda que libera

Tal cual el pensamiento espírita, hacía distinción entre la caridad como solidaridad y la caridad como filantropia. La solidaridad, según él, es la ayuda que libera, que se proporciona a aquel que necesita, para que él no venga más a necesitar. La filantropia, por su parte, posee una naturaleza compensatoria, buscando la corrección de las consecuencias de proyectos sociales mal ecuacionados, como la distribución injusta de riquezas, pero no actuando en el sentido de promover la corrección de esas injusticias. La solidaridad es positivamente construida, pudiendo inspirar la creación de mecanismos estructurales que eviten la necesidad de posteriores compensaciones.

Su visión sobre la tolerancia es profunda al mostrar que la tolerancia virtuosa no debe ser entendida como un favor que el tolerante presta al tolerado, pues lo coloca en una situación de superioridad en relación al otro. La tolerancia, según Freire, es la calidad de convivir con el diferente y no con el inferior.

Reflexionando sobre la necesaria armonía entre acciones opuestas, como hacer/no hacer, avanzar/recular, actuar ahora/esperar un poco, él propone una virtud nueva: “la paciencia en la impaciencia”. Escribió: “yo nunca acepto ser sólo paciente o sólo impaciente. Para trabajar productivamente en el mundo nosotros tenemos que ser pacientemente impacientes. Si usted es sólo impaciente usted destruye su sueño antes de lo que él debería ser destruido. Pero si usted es sólo paciente las otras personas van a destruir su trabajo”.

Aunque militara casi exclusivamente en un medio universitario, nunca se eludió en confesar su fe en Dios y su profunda admiración por Jesús.

Una vez, en Europa, alguien le preguntó sobre la influencia de los grandes educadores, de los grandes filósofos en su trabajo. Él osadamente respondió: - “¡En primer lugar Jesús! Yo entiendo a Jesús como un educador”.

En otra oportunidad, tejiendo consideraciones sobre la virtud de la esperanza, dijo: - “Una de las razones de por qué yo tengo esperanza es porque yo creo en Dios. Yo estoy convencido de que yo soy más que mi cuerpo”.

La aclaración de Paulo Freire acerca de su
Padre, que profesaba el Espiritismo

Freire comulgaba la creencia católica, aunque su padre, fallecido cuando él tenía 13 años, fuera espírita y él lo respetaba profundamente por eso. Un bello testimonio sobre la Doctrina Espírita podemos encontrar en una respuesta dada por él en un seminario ocurrido en una universidad norteamericana el año 1996. La pregunta fue esta: - “¿Qué tipos de experiencia formaron al señor em su infancia?”

Sigue su respuesta:

- “Mi padre murió con 54 años de edad. Eso fue en 1934 y yo siento su presencia casi como si él estuviera aquí ahora. Tal fue su influencia y su presencia en mi vida, pues él murió cuando yo tenía 13 años. En nuestra corta experiencia mi padre me dio mucho. Él me dio serio testimonio de su respeto por los otros. Con él yo aprendí la tolerancia. Por ejemplo, él era espírita, un seguidor de Allan Kardec, el filósofo francés que creó, organizó y sistematizó una doctrina espiritualista. Mi madre era católica. Claro, él no era de ir a la Iglesia, él no creía en la burocracia de la Iglesia. Él no aceptaba las maneras de creer en Dios ofrecidas por la Iglesia Católica. Eso fue en la primera mitad del siglo XX, constituyendo un ejemplo fantástico de su apertura y de su coraje. Yo me acuerdo que cuando yo tenía siete años debería hacer mi primera comunión. Yo fui a hablar con él para decirle que el domingo siguiente yo iría a la iglesia para tener mi primer encuentro con Dios. Y él dijo: ‘Yo voy contigo.’ Ustedes no pueden imaginar como aquellas palabras me marcaron hasta hoy. Este era una comprensión profunda de tolerancia, de respeto por el diferente. Allí estaba un padre, en una sociedad muy específica, muy conservadora. Él podría decir: ‘No, todo esto es mentira. Yo no voy a dejar que participes de esta mentira!’ Al contrario, él fue a la iglesia y me dio un ejemplo fantástico de la importancia fundamental y absoluta de la solidaridad, de como el respeto por el otro es absolutamente indispensable”.

 

Fonte das citações: 

1 - Pedagogia da autonomia: Paulo Freire.

2 - Pedagogia da solidariedade: Paulo Freire, Nita Freire e Walter de Oliveira.

3 - Por uma pedagogia da pergunta: Paulo Freire e Antonio Faundez.

4 - Pedagogia do oprimido: Paulo Freire.

5 - Pedagogia da esperança: Paulo Freire.



 


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