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Año 10 - N° 486 - 9 de Octubre de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

 
El sensible y notable defensor de la educación brasileña


El ser humano es un universo de saberes y contenidos que deben ser desarrollados. No se debe limitarlo a sólo un u otro conocimiento, pero siempre expandirlo en sus potencialidades, o sea, vivir de forma integral, como ya mostraba el sabio y dulce Maestro Jesús.

Paulo Freire, hombre devotado que recibió el título de representante y defensor de la educación brasileña, fue una persona con la vida vuelta para la ética y la responsabilidad con una pedagogía que comprendiese y desarrollase la comprensión humana, ya que somos todos universos dentro del Universo. Esa pedagogía era una preocupación con el crecimiento intelecto-moral, pues no se progresa de forma entera si partes se desarrollan de manera desigual; el progreso se dará sólo cuando la intelectualidad y la moralidad estén en continua y equilibrada ascendencia. Su pedagogía tan acertada y respetada fue utilizada en la práctica y registrada en muchos libros.

El defensor devotado no podía comprender la existencia de disparidad también entre quien enseña, quien aprende y el noble contenido a ser desarrollado. Para su asimilación, el profesor debe ser ejemplo de ética – ya que es un gran modelo para nuevas generaciones –, pues enseñar algo que aún no se aprendió, de hecho, no es algo admirable ni posee credibilidad. Para enseñar, quien enseña debe tener primero asimilado.

Los tópicos realmente importantes en todo el tiempo son los que aun hoy deberían ser considerados y realizados con respecto a la vida y a los otros, coherencia en pensamiento y actitudes, capacidad de vivir y de aprender con lo distinto, sin nunca tornarlo inferior, no permitir que ánimos diferentes perjudiquen el relacionamiento entre las personas. Somos seres en evolución. Si hay, a veces, un compañero que no nos agrada, nos olvidamos de que puede haber muchos más que no nos aprecian y, no obstante, se esfuerzan para convivir conozco. No son sólo los otros a restaurarse, somos nosotros juntamente.

Afirmaba Paulo Freire, como ya sabemos o deberíamos saber, que sin ética ningún cambio positivo es posible. Hoy podemos percibir tan claramente el escenario infeliz en lo cual Brasil navega sin un timonel que le pueda direccionar para aguas más calmas y limpias y sacarlo de esas aguas agitadas y sufridas por las cuales, hace tiempos, navega.

Ética: ¡cuánto progreso con su presencia y cuanto retraso y sufrimiento con su ausencia!    

El ser humano, como ser completo dotado de la centella divina y eternizada, tiene mucho a conocer, a vivir, a encantarse, a reencontrarse, a descubrirse y a reinventarse, a ser más pájaro que animal rastrero, a ser más luz inspiradora que energía densa sin finalidad.

El ser humano que construye apasionantes mecanismos de desarrollos materiales y científicos también necesita volverse a su magnánima esencia, la espiritual. Pero eso, sin el perfeccionamiento moral unido a la ética, de veras, es imposible.

Paulo Freire, en su ejemplar pasaje por aquí, mantuvo total coherencia entre su discurso y su admirable práctica ante los temas autonomía, tolerancia, autoridad, libertad y humildad.

Él afirmaba que nunca sería provechoso seguir algún concepto o persona a ciegas, pero  siempre aprovechar el benéfico orden de nobles trabajos y personas y reinventarla a fin de haber el perfeccionamiento y mejoramiento, porque, si simplemente copiamos algo sin nunca renovarlo ni complementarlo, los círculos exactos y limitados serán la constatación de la simple repetición sin ningún progreso.

La vida se encuentra en continuo movimiento, es luz para ser vista, es aire para ser sentido, es enseñanza para alcanzar la marcha, es oportunidad para aprender y enseñar, es regalo para disfrutar, pero también es responsabilidad y deber, factores que nos emancipan.

La vida con ética, moral, conocimiento y amor es esperanza viva de un tiempo, sentimiento y existencia más felices, en lo cual la creencia en el Creador se torna indispensable.

Tal era el pensamiento de Paulo Freire, que decía que una de las razones por que mantenía esperanza era simplemente por el motivo de que él creía en Dios. No es necesario, decimos por nuestra vez,  agregar a tal idea ningún otro argumento. 



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita