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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 486 - 9 de Octubre de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

El miedo

 

Glorita salió de la casa para ir al colegio como lo hacía todos los días. Y ese parecía ser un día como todos los demás. Pero no lo era.

En el camino, Glorita se dio cuenta que algo estaba pasando. En las calles, las personas estaban alteradas, hablaban alto y parecían asustadas.

Intrigada, la niña deseó saber cuál era la novedad. Al pasar delante de un kiosko de periódicos, vio a dos mujeres conversando y, curiosa, se detuvo para escuchar. Una le decía a la otra:

- ¿Había visto una cosa así? ¡Ahora toda la ciudad está en peligro!

- ¿Pero cómo fue que se escapó? – preguntó la otra.

- ¡No lo sé! Seguro que algún descuidado dejó abierta la puerta de la jaula y... ¡zas! Escapó!

¿Quién habría escapado? Glorita decidió preguntar al dueño del kiosko, un viejito

muy simpático con que siempre conversaba.

- Señor Antonio, ¿"quién" se escapó?

El anciano abrió los ojos, levantó las cejas y, ajustándose los lentes en la punta de la nariz, le dijo:

- ¿No sabes, Glorita? ¡Pues un león! Escapó del circo que llegó ayer a la ciudad.

- ¡Ah! ¡¿Un león?! ... ¿Y es grande? – quiso saber la niña.

- ¿Si es grande? ¡Dicen que es enorme! Y muy feroz también. Ten cuidado al caminar por la ciudad.

Agradeciendo el consejo, Glorita continuó su camino. Ahora, informada de lo que estaba pasando, entendía mejor las conversaciones que escuchaba al pasar.

Encontró dos hombres y uno de ellos decía:

- Mira, le he ordenado a mi esposa que cierre toda la casa con llave y que no permita que nuestros hijos salgan a la calle. Los niños no irán a clases mientras la fiera no haya sido capturada.

Y el otro estaba totalmente de acuerdo:

- Tienes razón. Una vez oí decir que un animal se escapó de un circo y lastimó a dos personas. No podemos arriesgarnos. Mira, ya he preparado mi pistola. ¡Si aparece el animal, le pego un tiro!

Cada vez más asustada, Glorita llegó a la escuela. Ahí, los comentarios eran los mismos: giraban en torno al terrible león que se había escapado del circo.

Preocupadas, las madres pedían a las profesoras que tuvieran mucho cuidado con sus hijos. Otras eran de la opinión que lo mejor sería cerrar la escuela, excusando a los alumnos de las clases ese día, o hasta que se resolviera el problema.

Los niños estaban aterrorizados y se escuchaban gritos y llantos por todas partes. ¡En fin, el ambiente era un verdadero caos!

La profesora de Glorita, una señorita tranquila y sensata, reuniendo a los alumnos en la clase dijo, serena:

- Lo mejor que tenemos que hacer es mantener la calma. La confusión solo complica y el miedo tiene un terrible poder sobre las personas, evitando que puedan analizar y juzgar correctamente. No se preocupen. Quédense tranquilos que nada nos pasará. Estamos seguros en este edificio y, en cualquier caso, tenemos que confiar en Dios, que nunca nos desampara. Por otra parte, ¡no sabemos si todo esto es verdad!

Al ver que los alumnos estaban más tranquilos, la profesora les pidió que abrieran el libro, indicando:

- Vamos a la lección del día.

Después de las clases, al salir de la escuela Glorita se dio cuenta que la situación era aún peor. Ahora la confusión era general. Los carros de la policía recorrían las calles de la ciudad orientando a las personas para que permanecieran en sus casas. El departamento de bomberos fue activado y grupos de ciudadanos, armados, buscaban pistas del terrible animal en todos los lugares de la ciudad y sus alrededores, en defensa de la población.

Al llegar a casa, Glorita encontró a su mamá toda aterrada, temblando de miedo.

- ¡Gracias a Dios! Llegaste, hija mía. Ocupada con el trabajo de la casa, recién ahora encendí la radio y oí las noticias. ¿Estás bien? ¿El león no te amenazó?

Glorita, recordando lo que la profesora había dicho, le dijo:

- ¡Mamá! ¡Claro que estoy bien! Además, mi profesora dijo que es importante mantener la calma y confiar en Dios. No debemos temer nada.

Como si fuese una confirmación de esas palabras, de repente escucharon un extraño maullido en la puerta de la cocina. Pensando que era el gato de la vecina, Glorita corrió a abrir la puerta, que la madre había cerrado con llave.

Con sorpresa, encontró escondido en una esquina de escalera una cosa suave y peluda que maullaba llena de miedo. Acercándose cada vez más, la niña reconoció que ese animalito inofensivo, tembloroso y hambriento, era un cachorro de león.

Poniéndolo en su regazo, llamó a su madre y le dijo:

- ¡Mira, mamá! ¡Aquí está el terrible y feroz león que hace temblar a toda la ciudad! ¡Parece que está más asustado que nosotros!

Dando una carcajada, finalizó satisfecha y aliviada:

- ¡ Lo que puede hacer el miedo con las personas!

En poco tiempo, la casa de Glorita estaba llena de personas que vinieron a ver al cachorro de león. La policía, la prensa, los bomberos, los vecinos, pobladores curiosos y hasta el alcalde municipal, todos querían ver de cerca al animalito. Y, al verlo, sintieron una  enorme vergüenza por todo el alboroto que se hizo en torno al hecho.

Llegó el dueño del circo, avergonzado, y el alcalde le exigió una explicación:

- ¿Por qué no nos dejó en claro que el animal que escapó de su circo era un pequeño e indefenso cachorro de león?

Rascándose la barba, el astuto dueño se justificó:

- Bueno, pensé que era una excelente publicidad para mi circo. Por lo menos, la ciudad entera se enteró de que llegamos, ¿no es así?        

Tia Célia

                                                   
 



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