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Año 10 - N° 481 - 4 de Septiembre de 2016
ANSELMO FERREIRA VASCONCELOS   
afv@uol.com.br   

São Paulo, SP (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Anselmo Ferreira Vasconcelos

Desmoronamientos tecnológicos: ¿más pruebas para la Humanidad?


Bajo la tutela de Jesús – gobernador espiritual de este mundo – almas dotadas de elevada inteligencia y capacidad han sistemáticamente ayudado en el progreso humano. De hecho, nuestra civilización pasó por grandes cambios y transformaciones a lo largo de los milenios. Los descubrimientos del fuego, del hierro, de la escritura, entre otras tantas innumerables, son señales inequívocas de la superación de los límites humanos siempre en la búsqueda de una existencia física mejor. En ese sentido, son notables los avances obtenidos, sobre todo la velocidad en la cual ellos están siendo generados, particularmente a partir de mediados del siglo pasado. Por todo lo que alcanzamos y desarrollamos, es indiscutible que entramos en otro nivel de conocimientos y aplicaciones.

Sin embargo, conviene recordar que “El progreso completo constituye el objetivo. Los pueblos, sin embargo, como los individuos, sólo paso a paso lo alcanzan. Mientras no se les haya desarrollado el sentido moral, puede aún ocurrir que se sirvan de la inteligencia para la práctica del mal. La moral y la inteligencia son dos fuerzas que sólo el tiempo llegan a equilibrarse” (pregunta 780b de El Libro de los Espíritus).

De ese modo, cuando el proceso de desarrollo no contempla apropiadamente el imperativo moral se crea un escenario de desequilibrio, desigualdades e injusticias. Con el advenimiento de la era de la informática – de forma más incisiva con el ordenador ENIAC en 1946 –, las transformaciones han sido gigantescas, especialmente las relacionadas al mundo del trabajo. Con efecto, quedaron celebres las fotos de las oficinas de los años 1960 en las cuales se mostraban centenares de personas, prácticamente apiñadas, ejecutando su trabajo casi mecánicamente. Las centrales telefónicas, por su parte, retrataban decenas de mujeres recibiendo las conexiones y simultáneamente conectando los hilos en paneles a su frente. Las líneas de montaje de las fábricas fueron un capítulo a la parte dadas sus características y arreglos.

El papel del trabajo em el progreso humano

Sea cómo sea, es preciso reconocer que en aquel periodo de la historia, el obrero, el trabajador, el ejecutivo, finalmente, recibían una valorización muy diferente de la actualidad. Las familias eran formadas y, a despecho de las dificultades salariales y renta, todos conseguían sobrevivir e incluso prosperar. Era gran motivo de orgullo para los padres cuando los hijos conseguían ir a la universidad. Tal hecho representaba una perspectiva segura de nuevas conquistas y realizaciones para los individuos. Había, por así decir, espacio para todos a través del bendecido trabajo.

De hecho, la relevancia de la ley del trabajo fue debidamente explorada por Allan Kardec en la cuestión nº 676 del ya citado El Libro de los Espíritus: “¿Por qué el trabajo se impone al hombre? Por ser una consecuencia de su naturaleza corpórea. Es expiación y, a la vez, medio de perfeccionamiento de su inteligencia. Sin el trabajo, el hombre permanecería siempre en la infancia, en cuanto a la inteligencia. Por eso es que su alimento, su seguridad y su bienestar dependen de su trabajo y de su actividad. Al extremadamente débil de cuerpo otorgó Dios la inteligencia, en compensación. Pero es siempre trabajo” (énfasis mío).

De ese modo, ante la espiritualidad, el trabajo tiene un papel vital en el progreso de las criaturas. Sería sensato, por lo tanto, que, delante del colofón de experiencias humanas fracasadas – me refiero a las crisis cíclicas que alcanzan el universo laboral siempre produciendo nefastas consecuencias a las personas y a sus vidas -, la creación de oportunidades de trabajo ya debería haber sido considerada una obligación moral en ese orbe por todo lo que el asunto representa. Pero aún no es el caso. Para ilustrar el argumento vale mencionar un estudio conducido por el Pew Research Center enfocando en la generación de los milennials (jóvenes entre 18 y 34 años). Los resultados revelaron que, por primera vez en 130 años, los jóvenes están prefiriendo continuar viviendo con los padres, entre otras razones por limitaciones financieras o salarios cada vez más bajos. En resumen, el precario nivel de remuneración del trabajo en la actualidad no posibilita, por lo menos para muchos individuos de ese faja etária, las necesarias condiciones para que constituyan sus propias familias o tengan independencia financiera. 

La pesadilla generada por el progreso tecnológico

Los progresos tecnológicos tampoco han sido suficientemente eficaces para ayudar a corregir tales distorciones. Por el contrário. De hecho, sus efectos e impactos han sido trágicos especialmente para los trabajadores menos cualificados. Como destacó otro estudio recientemente publicado por la International Labour Organization (OIT) titulado “ASEAN in transformation: How technology is chaging jobs and enterprises” (disponible en: https://goo.gl/p5icf4) envolviendo naciones del sudeste de Asia, varios sectores industriales y un contingente de 632 millones de personas, los “avances tecnológicos e innovaciones están desafiando el orden existente”. Para los autores, los empleos, particularmente los relacionados a las actividades que requieren baja cualificación y pertenecientes a sectores que demandan intensa mano de obra, están condenados a ser desactivados por la tecnología y cadenas globales de suplementos. Tal cuadro es, en la visión de ellos, altamente desafiador demandando intervenciones precisas.

El progreso tecnológico actual está generando una pesadilla no sólo para los trabajadores considerados menos cualificados (lower-skilled workers), conforme sugieren los resultados del estudio arriba, pero igualmente – y ahí se identifica una clamorosa paradoja – para los trabajadores más cualificados (higher-skilled workers). En consonancia con noticias publicada por la revista Época Negocios, la automatización exagerada – advinda de la adopción de softwares poderosísimos - está amenazando hasta a los profesionales del mercado financiero que trabajan en Wall Street. Así pues, destacadas organizaciones del sector deberán reducir significativamente sus instalaciones físicas como, por ejemplo, el Goldman Schas.

Los profesionales que ejecutaban análisis prácticamente “artesanales” y proyectaban escenarios probables están siendo sustituidos por programas de ordenador que generan respuestas extremadamente rápidas. A propósito, en el sector bancario brasileño se tiene una ostensiva batalla entre los dos mayores players por el dominio del concepto de institución más digitalizada. No es complicado deducir que el interés es el de reducir gastos fijos con agencias y personas, dejando a los clientes-consumidores la obligación de hacer sus operaciones cada vez más por internet y/o smartphones. Sólo falta declarar: “Vengan a nuestras agencias lo mínimo posible o incluso hasta nunca”.

Consecuencias de los desmoronamentos tecnológicos

La saña de los nuevos descubrimientos tecnológicos ya produjo softwares capaces de escribir textos periodísticos, aunque no muy complejos – lo que coloca una sombra sobre los profesionales del área – por lo menos de momento... Otro ejemplo importante es la búsqueda casi ensandecida que algunas empresas están realizando para desarrollar el coche sin conductor. ¿Imaginemos lo que sería de los conductores de taxi de ciudades como São Paulo o New York impedidos de ganar su salario? Algunos podrían argumentar que ellos pueden ser preparados para asumir otras funciones – así como otros trabajadores duramente alcanzados por los desmoronamientos (1) tecnológicas – como si tal cosa fuera simple de ejecutar, especialmente en áreas donde el factor moral es puesto de lado.

La situación es tan inquietante que el creador del Fórum Económico Mundial, Klaus Schwab, autor del libro La Cuarta Revolución Industrial, entre otras obras, manifestó su preocupación al declarar que “Las nuevas tecnologías están acelerando los cambios en la naturaleza del trabajo [mecanismo propiciador, cabe enfatizar, de desarrollo intelectual, moral y material al Espíritu encarnado]: hasta el 2020, casi la mitad de las profesiones pueden ser afectadas por los avances en la robótica [en absoluto detrimento de los que necesitan trabajar para al menos sobrevivir]. Dado que esos cambios ocurren a uma velocidad sin precedentes, serán necesarias reformas em uma larga escala de los gobierno y de los negócios”.

Aunque Schwab vaya al centro de la cuestión, infelizmente, no tenemos conocimiento de ninguna iniciativa que esté siendo tomada para disminuir ese descalabro. Al parecer, incluso organismos internacionales como la OIT están pasando de largo del tema. El interés es aún más pequeño cuando se trata de los gobiernos. Prácticamente no se ven debates y discusiones más profundas – aún en um ámbito académico - al respecto. Por lo menos en la vasta literatura científica sobre ética empresarial, organizaciones y sociedad escasean análisis más profundos sobre las consecuencias de ahí derivadas. Es igualmente sorprendente notar la negligencia del movimiento sindicalista acerca de tan palpitante asunto. En síntesis, la gravedad del problema no fue detectada o no despertó interés exactamente en los grupos que podrían y deberían actúar en el encaminamiento de soluciones aceptables y equilibradas.

Sugiriendo sensatos caminos para el enfrentamiento de la cuestión, Schwab observa que “Nosotros deberíamos considerar las máquinas como un complemento de nuestros esfuerzos, ayudándonos a construir un mundo más próspero, global y sostenible. Las inovaciones deben ser usadas para beneficiar a toda la humanidad”. Y remata sus ponderaciones al proponer que necesitamos de una “cuarta revolución ideológica, centrada en el ser humano, para ayudarnos a encontrar valores que sirvan de base para nuestro futuro colectivo”. 

¿Delante del desenvolvimiento tecnológico, qué hacer?

Considerando la manera descontrolada e inhumana como el desarrollo tecnológico viene siendo implantado en el planeta, es notorio que sólo beneficiará a algunos grupos de privilegiados – nada más, y nada menos. Si tal escenario continuara prevaleciendo, es evidente que tendremos un recrudescimento de la pobreza y de marginalización de las masas. Urge, por lo tanto, que los gobiernos del mundo y los organismos internacionales conectados al universo del trabajo tomen medidas concretas para que el problema sea, finalmente, ecuacionado. No se trata de sugerir aquí que haya una discontinuidad en el avance tecnológico. Pero es perfectamente practicable concebir que moratórias en ciertos sectores puedan ser practicadas. Además de eso, puede ser puesto en práctica entrenamiento y capacitación permanente para los trabajadores, así como la recolocación de los afectados para otros sectores, pero bajo condiciones dignas de remuneración y valorización.

En síntesis, lo que sugiero es que los avances tecnológicos sirvan siempre a los intereses de toda la humanidad sea a través de leyes específicas o de principios generales. Para tal fin, es indispensable que la monitorización de las iniciativas pertinentes deba ser hecha con todo el rigor. A fin de cuentas, aún vivimos en un mundo donde están fuertemente presentes los sentimientos de egoísmo e indiferencia. Como bien observa Schwab, “el aumento de la productividad no puede ser el único objetivo de la cuarta revolución industrial. Yo creo que ella también será una revolución de valores, donde iremos a incluir ideas como decisión, propósito e inclusión em nuestro foco económico”.

De mi parte considero que esa es una gran oportunidad para ir un poco más allá. En ese sentido, lo que propongo es que el desarrollo tecnológico abarque también la realidad del Espíritu y sus necesidades de evolución bajo los auspícios del amor, de la solidaridad y de la compasión. El verdadero progreso humano pasa necesariamente por la absorción de esas virtudes, de tal manera que las instituciones las reflejen igualmente en el cumplimiento de su papel. De lo contrario, sólo se podrá vislumbrar más pruebas para la humanidad.

Como destaca el ilustre Espíritu Joanna de Ângelis en la obra Días Gloriosos (psicografia de Divaldo Pereira Franco), “Conocimiento y sentimiento uniéndose se armonizan en la sabiduría que es la conquista superior que el ser humano deberá alcanzar, por lo tanto, plenitud intelecto-moral, conforme acentúa el noble Codificador del Espiritismo, Allan Kardec”. 
 

(1)  Disrupções, plural de disrupção, lo mismo que dirupção: ruina, desmoronamiento, rotura, ruptura.  



 


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