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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 481 - 4 de Septiembre de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

La mariposa y el sapo

 

En cierta ocasión, estaba un sapo en la orilla de una laguna buscando insectos para alimentarse cuando vio una mariposa colorida volando cerca de ahí. Entre saltos se fue acercando y se quedó escondido detrás de unas plantas esperando que la mariposa se posara para comérsela.
 

Así, quieto, se quedó a la espera. Pero la mariposa volaba siempre, como si disfrutara de ver la laguna, las plantas a la orilla, los animales que venían a beber agua y refrescarse.   

Croac... croac... croac... El sapo estaba poniéndose inquieto. ¡No le gustaba esperar mucho y, además,

estaba muy, muy hambriento! Y comenzó a pensar:

- ¿Qué puedo hacer para que esta apetitosa mariposa se pose en una flor para que yo pueda atraparla?

Pero la mariposa colorida volaba... volaba… y él no podía acercarse a ella. Cuando lograba  aproximarse, ella ya estaba volando de nuevo. Y en ese juego, el tiempo fue pasando. El pobre sapo ya estaba morado del hambre cuando apareció un amigo suyo.

- ¡Hola, amigo Bel!

- ¡Hola! – respondió el sapo Bel sin muchas fuerzas.

- ¿Qué pasa contigo? ¡Pareces débil, desanimado!...

Entonces, el sapo le contó a su amigo sapo Crio:

- ¡Ah! Estoy realmente hambriento, Crio. Imagínate que desde temprano estoy intentando atrapar una linda mariposa, ¡pero no lo consigo! ¡Cada vez que me acerco, ella se escapa!

- ¡Qué lástima! – exclamó el sapo Crio, lleno de misericordia. - ¿Quieres que te ayude a atrapar tu mariposa? Yo estoy bien, acabé de almorzar y me siento satisfecho.

El sapo Bel pensó si debería confiar en su amigo, pero como no tenía otra opción, aceptó el ofrecimiento de Crio. Entonces, le mostró la mariposa, que continuaba volando y encantando a todos a la orilla de la laguna. Crio pensó… pensó… Después sugirió:

- ¿Por qué no finges que estás sin hambre, durmiendo? ¡Haz como yo! Cuando quiero atrapar algún insecto, finjo que no estoy interesado. ¿Entendiste?

Bel asintió con la cabeza, estando de acuerdo con su amigo Crio:

- Tienes razón. Si la mariposa no siente peligro, ella se quedará más tranquila y volará libre por el aire. Voy a hacer eso. ¡Gracias, Crio! Eres un gran amigo.

El otro le agradeció y se alejó. Bel encontró un lugar bien visible y fingió que estaba con sueño. Cerró sus grandes ojos, dejando una pequeña grieta y se quedó inmóvil.

Poco después, Bel vio a la linda mariposa que se acercaba volando tranquila de flor em flor. No se movió, esperando que ella se posara en algún lugar. De repente, ella se posó sobre unas flores.

Bel lentamente empezó a acercarse, manteniéndose escondido entre las plantas. De repente, vio que Crio saltó sobre la pobre mariposa, intentando atraparla. Rápido, se lanzó sobre Crio, impidiendo que pudiera tragarse la mariposa. Nervioso, Crio croó, irritado:

- ¿Por qué no dejaste que yo la atrapara? ¡Después de todo, el más inteligente vence siempre, claro que sí! ¡Y yo soy más astuto que tú!

- ¿Ah, sí? ¡Pues aleja tus ojos de esa mariposa! Yo la vi primero y ella es mía. ¿Entendiste? ¡Vete!... Y no vuelvas más por aquí. ¡Esta es mi casa!

Lleno de rabia, Crio se alejó. En eso, la mariposa, aún llena de miedo, vio a Bel conversando con Crio y después que él se iba. Más calmada, se acercó a Bel y le dijo con su suave vocecita:

- ¡No sé cómo agradecerte! Me defendiste de ese sapo horroroso que pretendía atraparme. Gracias, Bel. Eres un sapo bueno y me agradas. ¡Quiero ser tu amiga!

Bel miró a la linda mariposa, que le hablaba con palabras tan cariñosas, y perdió las ganas de destruir esas alas bellas y coloridas, los ojos dulces que lo miraban con cariño.

¡Ella se acercó y le dio un beso en la frente, ¡dejando al pobre sapo entusiasmado!

- ¿Quieres ser mi amigo de verdad, Bel?

-¡Sí quiero, mariposa! Me gustas mucho, créeme. Siempre acompañé tus lindos vuelos por estas plantas, admirándote cada vez más.

Entonces, pensaba el sapo Bel: ¡Ella me agrada! ¿Cómo pensé en destruirla? Realmente quiero que seamos amigos. Para matar mi hambre, tengo otros medios…

Y así, la linda mariposa y el sapo Bel pasaron a vivir cerquita uno del otro, y se volvieron grandes amigos. Cuando él tenía hambre, ella preguntaba:

- ¿Por qué no comes una hojita de estas? ¡Es muy deliciosa!

Y la mariposa le traía muchas veces hojas y raíces para que él comiera. ¡De tanto alimentarse de hojas, flores y raíces, el sapo Bel ¡acabó por volverse vegetariano!

Solo el amor para transformarnos íntimamente en mejores personas.

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo, el 29/02/2016.)


                                                   
 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita