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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 10 - N° 480 - 28 de Agosto de 2016

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

Obras Póstumas

Allan Kardec

(Parte 26)

Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.

Preguntas para debatir

162. ¿Quién era el Espíritu protector de Kardec?

163. ¿Cuándo sucedió el encuentro directo de Allan Kardec y su guía espiritual?

164. El error mencionado por Kardec, ¿volvió a ser discutido con su protector espiritual?

165. ¿Cuándo y dónde recibió Kardec la primera noticia de su misión?

Respuestas a las preguntas propuestas

162. ¿Quién era el Espíritu protector de Kardec?

Según le dijo Zéfiro en un diálogo ocurrido el 11 de diciembre de 1855, en la casa del Sr. Baudin, por intermedio de sus hijas, el Espíritu protector del futuro Codificador fue un hombre justo y sabio. Para conquistar su simpatía, sería necesario que Kardec hiciese todo el bien que le fuera posible. Por la satisfacción que sentiría, Kardec podría reconocer la intervención de su protector espiritual. El medio para invocarlo era tener una fe viva y pedir su presencia con insistencia. Kardec preguntó a Zéfiro si después de su desencarnación reconocería a ese amigo espiritual. Zéfiro le respondió: “De eso no cabe duda; él será quien vendrá a felicitarte si cumples bien tu tarea”. En la secuencia de ese diálogo, Zéfiro dijo que el Espíritu de quien fuera la madre de Kardec venía a visitarlo y lo protegía tanto cuanto le era posible. Kardec le dijo que frecuentemente la veía en sueños y Zéfiro confirmó que era ella quien realmente se le aparecía. Finalizando el diálogo, Zéfiro dijo al profesor que él tenía la aptitud necesaria para la tarea que había comenzado, pero le advirtió que el resultado dependería de su perseverancia en el trabajo. (Obras Póstumas – Segunda Parte – El Espíritu de Verdad.)

163. ¿Cuándo sucedió el encuentro directo de Allan Kardec y su guía espiritual?

Fue en 1856, conforme fue registrado en la sesión realizada el 25 de marzo de ese año en la casa del Sr. Baudin. Kardec vivía, en esa época, en Calle de los Mártires, nº 8, en el segundo piso, al fondo del corredor. Una noche, mientras trabajaba en su gabinete, se escucharon pequeños golpes reiterados en la pared que lo separaba de la habitación  vecina. Al principio, no le prestó atención; pero como los golpes persistieron con más intensidad, cambiando de lugar, hizo una exploración minuciosa de ambos lados de la pared divisoria y no descubrió nada. Lo que había de particular era que cada vez investigaba, el ruido cesaba, y se reanudaba cuando volvía a su trabajo. Su esposa entró a las diez a su gabinete y escuchó también esos golpes, y junto a Kardec también intentó encontrar su origen, sin éxito; el ruido continuó hasta la medianoche, cuando el profesor decidió  acostarse.

Al día siguiente, en la casa del Sr. Baudin, Kardec relató el hecho y pidió su explicación. Este es el diálogo que se realizó, teniendo como médiums a las jóvenes Baudin:

-Sin duda, escuchasteis el hecho que acabo de citar; ¿podríais decirme cuál es la causa de esos golpes que se hicieron oír con tanta persistencia? Respuesta: Era tu Espíritu familiar.

- ¿Con qué objetivo golpeó así? Respuesta: Quería comunicarse contigo.

- ¿Podríais decirme qué quería de mí? Respuesta: Puedes preguntárselo a él mismo, porque está aquí.

- Mi Espíritu familiar, quien quiera que seáis, os agradezco que hayáis venido a visitarme; ¿podríais decirme quién sois? Respuesta: Para ti, me llamaré La Verdad, y todos los meses, aquí, durante un cuarto de hora, estaré a tu disposición.

- Ayer, cuando golpeasteis mientras yo trabajaba, ¿teníais algo en particular que decirme? Respuesta: Lo que tenía que decirte era sobre el trabajo que hacías; lo que escribías no me agradaba, y quería que te detuvieras.

- Vuestra desaprobación, ¿era sobre el capítulo que escribía o sobre el conjunto del trabajo? Respuesta: Sobre el capítulo de ayer; yo te hice analizarlo; vuelve a leerlo esta noche, encontrarás las faltas y las corregirás.  

- Yo tampoco estaba satisfecho con ese capítulo y hoy lo rehice; ¿está mejor? Respuesta: Está mejor, pero todavía no es suficiente. Lee desde la 3ª a la 30ª línea y te darás cuenta de un grave error.

- Rompí lo que hice ayer. Respuesta: ¡No importa! Eso no impide que el error subsista; vuelve a leerlo y verás.

- El nombre Verdad, que tomasteis, ¿es una alusión a la verdad que busco? Respuesta: Tal vez; por lo menos, es un guía que te protegerá y te ayudará.

- Después, ¿os puedo evocar en mi casa? Respuesta: Sí, para asistirte por medio del pensamiento; pero para respuestas escritas en tu casa, será dentro de mucho tiempo que podrás obtenerlas.

- ¿Podréis venir más a menudo y no solo una vez al mes? Respuesta: Sí, pero no prometo más que una vez al mes, hasta nueva orden.

- ¿Animasteis a algún personaje conocido en la Tierra? Respuesta: Te he dicho que, para ti, soy La Verdad; eso para ti quiere decir discreción: de esto no sabrás nada más.

Por la noche, después de ese diálogo, al volver a su casa, Kardec se apresuró a leer lo que había escrito, y tanto en la copia que había tirado al cesto, como en la nueva, en la línea 30ª, se dio cuenta de un grave error y se sorprendió de haberlo cometido. Desde ese momento, no ocurrió ninguna otra manifestación del mismo género; las relaciones con su Espíritu protector habían quedado establecidas; esas manifestaciones ya no eran necesarias y por eso cesaron. El plazo de un mes que le había fijado para las comunicaciones fue cumplido pocas veces al principio; después, ya no se dio. Había sido, sin duda, un aviso para que Kardec se acostumbrara a trabajar por sí mismo, y que no tratara de recurrir, sin cesar, a su protector espiritual ante la menor dificultad. (Obras Póstumas – Segunda Parte – El Espíritu de Verdad.)

164. El error mencionado por Kardec, ¿volvió a ser discutido con su protector espiritual?

Sí. El día 9 de abril de 1856, dos semanas después del primer encuentro, en la casa del Sr. Baudin, Kardec volvió al asunto, conforme muestra el siguiente diálogo:

-Criticasteis el trabajo que hice el otro día, y tuvisteis razón. Lo releí y reconocí, en la línea 30ª, un error contra el cual protestasteis con vuestros golpes. Eso me llevó a reconocer otros errores y a rehacer el trabajo. ¿Estáis ahora más satisfecho? Respuesta: Lo encuentro mejor, pero te aconsejo que esperes un mes antes de publicarlo.

- Por cierto, no tengo la intención de publicarlo todavía, ni sé si deba hacerlo. Respuesta: Entiendo, pero no debes mostrarlo a extraños. Encuentra un pretexto para rehusarte a los que lo pidan; de ahora en adelante, mejorarás este trabajo. Te hago esta recomendación para evitar la crítica; es tu autoestima la que cuido.

- Dijisteis que serías un guía para mí, que me ayudaríais y me protegeríais; comprendo esa protección y su objetivo dentro de un cierto orden de cosas, pero me gustaría que me dijeras si esa protección también se extiende a las cosas materiales de la vida. Respuesta: En este mundo, la vida material importa mucho; no ayudarte a vivir sería no amarte.

Kardec dijo, en una nota que colocó después de este diálogo, que nunca le faltó la protección de este Espíritu, cuya superioridad estaba lejos de imaginar. Su solicitud, y la de los buenos Espíritus bajo sus órdenes, se extendían sobre todas las circunstancias de su vida, tanto para allanar las dificultades materiales, como para facilitarle el cumplimiento de sus trabajos, o en fin, para preservarle de los efectos de la malevolencia de sus adversarios. (Obras Póstumas – Segunda Parte – El Espíritu de Verdad.)

165. ¿Cuándo y dónde recibió Kardec la primera noticia de su misión?

Fue el día 30 de abril de 1856, en la casa del Sr. Roustan, siendo médium la Srta. Japhet. El profesor Rivail asistía desde hacía algún tiempo a las sesiones que tenían lugar en la casa del Sr. Roustan, y había comenzado allí la verificación de su trabajo, que más adelante  constituiría El Libro de los Espíritus. En una sesión íntima, a la cual sólo asistían siete u ocho personas, se conversaba sobre diferentes cosas, relativas a los acontecimientos que podrían provocar una transformación social, cuando la médium, tomando la cesta, escribió espontáneamente lo que sigue:

“Cuando la gran campana suene, la dejaréis sonar; solamente aliviaréis a vuestro semejante; individualmente lo magnetizaréis a fin de curarlo. Después, cada uno preparado en su puesto, porque todo será necesario, pues todo será destruido, al menos por un momento. No habrá más religión, y sólo una será necesaria, más verdadera, grande, bella y digna del Creador… Sus primeros cimientos ya han sido colocados…

Tú, Rivail, tu misión está allí. (Libre, la cesta se volvió hacia su lado, como lo haría una persona que lo quisiera señalar con el dedo.) A ti, Sr…, la espada que no hiere pero que mata; contra todo lo que existe, tú serás quien vendrá primero. Él, Rivail, vendrá en segundo lugar: es el obrero que reconstruye lo que ha sido demolido.” (Obras Póstumas – Segunda Parte – La primera revelación de la misión de Kardec.)

 
 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita