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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 479 - 21 de Agosto de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

Preparativos para el viaje

 

Sería un fin de semana largo y con mucha alegría los niños se preparaban para viajar. ¡Podrían jugar todo lo que quisieran!

¡La alegría era grande! A pesar de eso, sabían que sentirían nostalgia de sus amigos. A Juliana le gustaba estar con sus compañeras y acostumbraba a ir a sus casas o que ellas vinieran a la suya después de clases, y jugaban toda la tarde.

Ese día, al llegar a casa, el papá avisó que no iría a trabajar en esos feriados y que irían a la casa de sus papás.

Juliana se puso muy contenta:

- ¡Wow! ¡Hace tiempo que no vemos al abuelo Pedro y a la abuela Carmela! ¿Cuándo partimos, papá?

- Tan pronto como consiga poner el carro en orden, pero no va a demorar.
 

Ansiosa, la niña comenzó a separar todo lo que iba a llevar: ropa y zapatos; tomó sus muñecas, sus juguetes preferidos y fue colocándolos en su maleta. De repente, ¡no cabía nada más! Intentó cerrar la maleta y no lo logró. Juliana fue a la cocina a quejarse con su mamá:

- ¡Mamá, no puedo cerrar mi maleta! ¿Qué sucede?...

- ¿Qué crees que sucede, hija? –respondió la mamá, moviendo una olla.

- ¡No sé! ¡Tal vez he colocado muchas cosas adentro!

- Exactamente. Entonces, vacía tu maleta, después separa lo que no puedes dejar de llevar. Y solo lleva lo necesario, ¿entendiste, Juliana?

- Entendí, mamá.

Juliana volvió a su cuarto y comenzó todo de nuevo. ¡Aun así, había demasiadas cosas! Entonces regresó a la cocina y dijo:

- ¡Mamá, no sé qué hacer! Todavía no entra todo en mi maletita.

- Está bien, hija. Después del almuerzo voy a ver lo que puedo hacer, si tú me ayudas y pones la mesa para el almuerzo.

Pero Juliana dijo que iría a sacar algunas cosas de la maleta y salió de la cocina. La mamá puso la mesa, colocó los platos con la comida y llamó a los gemelos y al marido para almorzar. Se sentaron, hicieron una oración y comenzaron a servirse. Pero Juliana estaba molesta porque no podía hacer su maleta.

Todos estaban felices con la noticia de que iban a viajar, pero la niña estaba muy nerviosa. Después del almuerzo, la mamá le pidió a la hija que la ayudara a limpiar la cocina, pero Juliana dijo que estaba cansada y que iría a dormir.

La madre no dijo nada. Lavó los platos, los cubiertos y las ollas; secó todo y lo guardó en el armario. Después fue al cuarto de Juliana para ver qué estaba haciendo. Su hija dormía.

A las cinco de la tarde, como la hija ya había dormido bastante, la mamá la llamó:

- ¡Juliana! ¡Despierta, hija mía!

- Tengo sueño, mamá.

- ¿Pero no querías arreglar tu maleta?

- Sí, mamá. Pero ahora quiero dormir.

La mamá salió del cuarto y fue a encargarse de otras cosas. Miró la ropa de los gemelos, más pequeños, vio lo que querían llevar, los ayudó a empacar, y ellos quedaron muy contentos, pues entró hasta un juego que les gustaba mucho.

Al despertar, Juliana tenía hambre y fue a tomar una merienda. La mesa ya estaba puesta y ella se sentó, se sirvió café con leche, después se quejó de que no había queso.

- ¡¿Solo margarina?!... ¡Eh! ¿Ni un pedacito de queso?

La mamita, que había trabajado todo el día mientras Juliana dormía, respiró profundamente y habló con cariño:

- Hija, todos aquí colaboraron haciendo algo. ¡Solo tú no hiciste nada! ¿Y todavía te quejas?

- ¡Ay, mamá! ¡Traté de hacer mi maleta, pero no pude!

- Es verdad, Juliana. Pero hacer tu maleta es tu problema. Ya tienes el tamaño suficiente para eso. ¡Si hubieras hecho lo que te pedí, yo habría tenido tiempo para ayudarte a empacar! Sin embargo, tú creíste que era mejor dormir toda la tarde.

- ¡Estaba cansada, mamá!

- ¿Cansada de qué, hija mía? ¿De no hacer nada?...

La niña se puso roja como un pimiento. Después, se puso a llorar:

- ¡Nadie me quiere en esta casa! ¡Yo no soy nadie!...

La mamá, que escuchaba las palabras de su hija con indignación, respondió:

- Juliana, tu problema es que solo piensa en ti. Nunca tratas de ayudar a tus hermanos que son más pequeños que tú. ¿Cuántas veces ellos te piden que los ayudes en sus tareas escolares? Nunca me ayudas cuando estoy llena de trabajo y te pido ayuda. Siempre estás fastidiada y solo piensas en tus propios problemas. Reflexiona un poco sobre esto. ¡Piensa en cómo actuaste hoy!
 

Ella miró a sus hermanos y se dio cuenta que ellos estaban de acuerdo con su mamá. Entonces, Juliana salió corriendo de la sala, fue a su cuarto y se echó en su cama a llorar, sintiendo que nadie de su familia la quería. Después, más calmada, fue a buscar a su mamá, que estaba sentada viendo la televisión y haciendo zapatitos de lana para los bebés pobres que iban a nacer. Avergonzada, ella reflexionó sobre su forma de actuar, le dio un beso a su mamá y se disculpó:

- ¡Mamá, perdóname! Reconozco que he actuado mal. Prometo que voy a cambiar de hoy en adelante. Quiero colaborar más en las tareas de la casa, ayudar a mis hermanos y ser una mejor persona, como tú que,

además de hacer las tareas de la casa, también tejes para ayudar a las futuras mamás que lo necesitan.

Juliana dio un abrazo a su mamá y dijo que, desde ese día en adelante, ella sería diferente. Contenta con el cambio de la hija, la mamá sonrió y la invitó, dándole un abrazo:

- ¿Vamos a hacer tu maleta ahora?

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo.)

           
                                                   
 



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