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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 10 - N° 462 - 24 de Abril de 2016

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

Obras Póstumas

Allan Kardec

(Parte 8)

Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.

Preguntas para debatir

69. ¿Los médiums recetadores pueden ser considerados médiums curativos?

70. ¿En qué consiste la  obsesión?

71. ¿Cuándo se da el fenómeno de la posesión?

72. Puesto que hay malos Espíritus que obsesionan y buenos Espíritus que protegen, nos preguntamos: Finalmente, ¿los malos Espíritus son más poderosos que los buenos?

73. ¿Por qué los Espíritus protectores no ordenan a los malos que se retiren?

74. ¿Cuáles son los medios para adquirir la fuerza moral necesaria?

75. Cuando la subyugación aumenta al punto de paralizar la voluntad del obseso, ¿qué se puede hacer?

76. ¿Existen males causados por el propio individuo, sin la participación de terceros?

77. ¿El exorcismo es ineficaz en los casos de posesión? 

Respuestas a las preguntas propuestas

69. ¿Los médiums recetadores pueden ser considerados médiums curativos?

No. Los médiums recetadores son simples médiums escribientes, cuya especialidad es servir más fácilmente de intérpretes a los Espíritus para las prescripciones médicas; pero no hacen absolutamente nada más que trasmitir el pensamiento del Espíritu, y no tienen por sí mismos ninguna influencia. (Obras Póstumas, Los médiums.)

70. ¿En qué consiste la  obsesión?

La obsesión es el dominio que los Espíritus malos ejercen sobre ciertas personas, con el objetivo de dominarlas y someterlas a su voluntad, por el placer que sienten en hacer el mal. El Espíritu, bueno o malo, cuando quiere actuar sobre un individuo, lo envuelve, por así decirlo, con su periespíritu, como en un manto; los fluidos se combinan, los pensamientos y las voluntades de los dos se confunden, y el Espíritu puede, entonces, servirse de ese cuerpo como si fuese el suyo y hacerlo obrar según su voluntad, hablar, escribir, dibujar.

Si el Espíritu es bueno, su acción es suave, benéfica; si es malo, lleva a la persona a hacer cosas malas; si es perverso y malo, lo constriñe, paraliza su voluntad, incluso su juicio, al que sofoca bajo su fluido, como se apaga el fuego con el agua; lo hace pensar, hablar y actuar por él, lo empuja a actos extravagantes o ridículos. En una palabra, lo magnetiza, lo subyuga moralmente, y el individuo se convierte en un instrumento ciego de su voluntad. Tal es la causa de la obsesión, de la fascinación y de la subyugación, que se presentan en grados de intensidad muy diversos. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)

71. ¿Cuándo se da el fenómeno de la posesión?

Al paroxismo de la subyugación se le denomina vulgarmente posesión. En este caso, con frecuencia, el individuo tiene conciencia de que lo que hace es ridículo, pero está obligado a hacerlo como si un hombre más fuerte que él le hiciese mover, contra su voluntad, sus brazos, sus piernas y su lengua. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)

72. Puesto que hay malos Espíritus que obsesionan y buenos Espíritus que protegen, nos preguntamos: Finalmente, ¿los malos Espíritus son más poderosos que los buenos?

No. El Espíritu bueno no es más débil; es el individuo el que no es lo suficientemente fuerte para sacudir el manto que se lanza sobre él, para liberarse de la opresión de los brazos que lo sujetan y en los cuales, es necesario decirlo, algunas veces se complace. En este caso, se comprende que el Espíritu bueno no pueda tener superioridad, puesto que la persona prefiere al otro.

Admitamos ahora que la persona tiene el deseo de desembarazarse de esa envoltura fluídica, pero el deseo no bastará, ni su propia voluntad será suficiente, porque se trata de una lucha contra un adversario; ahora bien, cuando dos hombres luchan cuerpo a cuerpo, el que tiene músculos más fuertes es el que derriba al otro. Con un Espíritu es necesario luchar no cuerpo a cuerpo, sino Espíritu a Espíritu, y también vence el que es más fuerte. En este caso, la fuerza está en la autoridad que se puede ejercer sobre el Espíritu y esa autoridad está subordinada a la superioridad moral, que es como el Sol que disipa la niebla con la fuerza de sus rayos.

Esforzarse para ser bueno, volverse mejor si ya se es bueno, purificarse de sus imperfecciones, en una palabra, elevarse moralmente lo más posible, tal es el medio para adquirir el poder de dominar a los Espíritus inferiores, y de ese modo, apartarlos. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)

73. ¿Por qué los Espíritus protectores no ordenan a los malos que se retiren?

Sin duda, ellos pueden y lo hacen algunas veces; pero, al permitir la lucha, dejan también a la víctima del asedio el mérito de la victoria. Si dejan que se debatan personas merecedoras en ciertos aspectos, es para probar su perseverancia y hacerlas adquirir más fuerza en el bien, lo que es para ellas una especie de gimnasia moral.

Ciertas personas, sin duda, preferirían otra receta para expulsar a los Espíritus malos: decir algunas palabras, o hacer ciertos signos, por ejemplo, lo que sería más cómodo que corregir sus defectos. Pero no conocemos ningún medio eficaz para vencer a un enemigo que hacerse más fuerte que él. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)

74. ¿Cuáles son los medios para adquirir la fuerza moral necesaria?

De todos los medios que se conocen, el más eficaz es la voluntad secundada por la plegaria; entiéndase: la plegaria de corazón, y no de palabras, de las que la boca participa más que el pensamiento. Es necesario rogar al ángel de la guarda y a los Espíritus buenos su ayuda, para que nos asistan en la lucha; pero no basta pedirles que expulsen al Espíritu malo, es necesario recordar esta máxima: Ayúdate que el Cielo te ayudará, y pedirles sobre todo la fuerza que nos falta para vencer nuestras malas inclinaciones, que son para nosotros peores que los Espíritus malos, porque son esas tendencias las que los atraen, así como la carroña atrae a las aves de rapiña.

En resumen, la plegaria fervorosa y los esfuerzos serios para mejorarse son los únicos medios para alejar a los Espíritus malos, que reconocen como sus superiores a aquellos que practican el bien, mientras que las fórmulas los hacen reír y la cólera y la impaciencia los estimula. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)

75. Cuando la subyugación aumenta al punto de paralizar la voluntad del obseso, ¿qué se puede hacer?

En tal caso, se hace necesaria la intervención de terceros, ya sea mediante la oración o por la acción magnética; pero el poder de esa intervención depende también del ascendente moral que los intercesores pueden tener sobre los Espíritus, porque si no valen más, su acción será estéril. La acción magnética, en ese caso, tiene el efecto de penetrar el fluido del  obseso con  un fluido mejor y de liberarlo del Espíritu malo. Es bueno recordar, sin embargo, que el poder de la acción fluídica está en razón, no sólo de la energía de la voluntad, sino sobre todo de la calidad del fluido introducido y esa cualidad depende del conocimiento y de las cualidades morales del magnetizador, de donde se deduce que un magnetizador ordinario, que actúe mecánicamente, pura y sencillamente para magnetizar, produciría poco o no tendría ningún efecto. Será necesario, entonces, la participación de un magnetizador espírita que actúe con conocimiento de causa, con la intención de producir, no el sonambulismo o una curación orgánica, sino los efectos ya descritos. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)

76. ¿Existen males causados por el propio individuo, sin la participación de terceros?

Sí. Ciertos estados enfermizos y ciertas aberraciones que se atribuyen a una causa oculta, a veces se deben simplemente al Espíritu del propio individuo. Las contrariedades, que  comúnmente uno concentra en sí mismo, sobre todo los disgustos amorosos, hacen cometer muchos actos excéntricos que se acostumbra atribuir a la obsesión. Con frecuencia, sin embargo, el individuo puede ser el obsesor de sí mismo. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)

77. ¿El exorcismo es ineficaz en los casos de posesión?

Sí. La ineficacia del exorcismo en los casos de posesión está demostrada por la experiencia, y está probado que, en la mayoría de los casos, el mal aumenta y no disminuye. Eso se debe a que la influencia está completamente en el ascendente moral que se ejerce sobre los Espíritus malos, y no en un acto exterior o en la virtud de las palabras y los signos. El exorcismo consiste en ceremonias y fórmulas de las cuales los Espíritus malos se ríen, mientras que ceden a la superioridad moral que se les impone. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)  

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita