WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Editorial Português Inglês    
Año 4 201 – 20 de Marzo de 2011


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Los flagelos destruidores en una perspectiva espirita


En el corto periodo en que esta revista circula – desde 2007 para acá – varios fueron los flagelos naturales aquí analizados, desde el ocurrido en Aquila hasta lo más reciente que acometió Nueva Zelanda, y, todavía, el tema continúa, delante del terremoto seguido del tsunami que estremeció Japón en la semana pasada.

Ya hemos dicho oportunamente que las tragedias en nuestro planeta prosiguen en una regularidad impresionante, sólo modificándose los locales atingidos, como a acordarnos que es necesario que cuidemos con mayor intensidad de los objetivos que nos traen al mundo, sin que nos prendamos en demasía a las preocupaciones de orden material, por naturaleza transitorias y pasajeras.

Las escenas del tsunami averiguado en Japón, arrastrando barcos, coches y casas con una voracidad inhabitual, fueron impresionantes y nos enseñaron, una vez más, como somos frágiles delante de esas ocurrencias y el reducido valor que  tienen, delante de ellas, los bienes cuya  adquisición nos consume tanto tiempo y dinero.

En la época de la codificación del Espiritismo, los flagelos naturales eran también bastante comunes, aunque la morosidad de los medios de comunicación no permitiese que el mundo de ellos tomase conocimiento de manera instantánea, como se averigua actualmente.

El tema fue evidentemente  tratado por Kardec en sus diálogos con los inmortales. El asunto consta de la cuestiones 737 hasta 741 del Libro  de los Espíritus, de donde podemos extraer informaciones importantes que adelante sintetizamos:

1. Los flagelos destruidores tienen gran utilidad del punto de vista físico. Muchas veces cambian las condiciones de una región, pero el bien que de ellos resulta sólo las generaciones venideras  lo experimentarán.

2. Tales fenómenos son  pruebas que dan al hombre ocasión de ejercitar su inteligencia, de demostrar su paciencia y resignación delante de la voluntad de Dios, y le ofrecen oportunidad de manifestar sus sentimientos de abnegación, de desinterés y de amor al prójimo, si él no domina el egoísmo.

3. Los flagelos destruidores objetivan hacer con que la Humanidad terrena progresa más deprisa. La destrucción de ahí decurrente es una necesidad para la regeneración moral de los Espíritus.

4. Es necesario, delante de esas ocurrencias, ver el objetivo para que los resultados puedan ser evaluados. Nosotros los consideramos flagelos sólo porque los apreciamos a través de nuestro punto de vista personal y también por los perjuicios que ellos provocan.  

5. Tales subversiones son, sin embargo, necesarias para que más pronto se dé el advenimiento de un mejor orden de cosas y para que se realice en algunos años lo que tendría exigido muchos siglos.

6. Para lograr la mejora de la Humanidad, Dios emplea otros medios y no sólo los flagelos destruidores, pues dio a cada uno los medios de progresar por el conocimiento del bien y del mal. El hombre, sin embargo, no se aprovecha de esos medios y, por eso, se hace necesario que sea castigado en su orgullo y que se le haga sentir su debilidad.

7. Muchos sucumben en esas ocasiones, tanto el hombre de bien como el perverso. Pero la vida del cuerpo bien poca cosa es, y un siglo de nuestro mundo no pasa de un relámpago en la eternidad.

8. Los cuerpos son meros disfraces con que aparecemos en el mundo. Por ocasión de las grandes calamidades que exterminan los hombres, el espectáculo es semejante al de un ejército cuyos soldados, durante la guerra, se quedasen con sus uniformes estropeados, rotos o perdidos. Pero el general se preocupa más con la vida de sus soldados que con los uniformes de ellos.

9. Si considerásemos la vida cual ella es, y como poca cosa representa con relación al infinito, menos importancia le daríamos.

10. Sea la muerte ocasionada por un flagelo, o por una causa común, nadie deja por eso de morir, desde que haya sonado la hora de la partida. La única diferencia, en caso de flagelo, es que mayor número parte al mismo tiempo.

11. En una futura existencia, las victimas de los flagelos encontrarán amplia compensación a sus sufrimientos, si supiesen soportarlos sin murmurar.

12. Si, por el pensamiento, pudiéramos elevarnos de manera a ver la humanidad y a abarcarla en su conjunto y esos flagelos no nos parecerán más de que pasajeras tempestades en el destino del mundo.

13. Un día será dado a los hombres conjurar en parte los flagelos que los afligen, no, sin embargo, como generalmente lo entienden. Muchos flagelos resultan de la imprevisión del hombre. A la medida que adquiere conocimientos y experiencia, él los va pudiendo prevenir, si él sabe pesquisar las causas.

14. Entre los males que afligen la Humanidad hay, no obstante, aquellos que son de carácter general, que están en los decretos de la Providencia y de los cuales cada individuo recibe, más o menos, el contragolpe. A esos nada puede el hombre oponer, a no ser su sumisión a la voluntad de Dios.

* 

Delante de consideraciones tan claras y objetivas, nos resta sólo enviar a los pueblos de Japón y de los países devastados en más ese episodio nuestras vibraciones y nuestras preces, para que todos – ellos y nosotros – podamos extraer de estos momentos de dolor fuerzas nuevas para que demos proseguimiento a la tarea que nos compite en el mundo en que por ora nosotros estamos.
  



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita