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Editorial Português Inglês    
Año 3 137 13 de Diciembre del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

Después de un problema, espere otros 


Dice un dictado popular que tras la tempestad viene la calma, y es esta esperanza que da ánimo a los que se debaten en las dificultades y tropiezos de la vida.

André Luiz (Espíritu), en su libro Señal Verde, psicografiado por Francisco Cândido Xavier, propone un pensamiento bien diverso: “Tras un problema, esperar otros”, idea que tiene por lo menos el mérito de ser más consecuente con la realidad de las cosas.

De hecho, la vida es una sucesión de dificultades. Ni bien superamos un obstáculo o unas vicisitudes, y allá viene otra. Eso significa que, si bien jamás debamos perder las esperanzas, no podemos pensar que la existencia será, a partir de mañana, un mar de rosas, porque esa cualidad difícilmente es la marca de las experiencias que el hombre enfrenta en el mundo en que vivimos. Las razones son desfiladas en las líneas que se siguen.

El lector conoce, por descontado, este otro dictado: “Hay males que vienen para bien”. Pues nosotros podemos decir, con fundamento en las enseñanzas espíritas, que todos los males, o por lo menos la mayoría, vienen para bien, mostrando ahí una faceta diferente de algo que efectivamente perturba a la criatura humana.

Ocurre que muchos de los llamados males sólo lo son en la apariencia. Si cambiáramos el punto de vista por el cual se encare determinado problema, otra orden de ideas se presenta y el individuo puede ver que el bien fructifica donde menos se espera. Así es que determinada situación recibirá un análisis diametralmente opuesto de un materialista y un espiritista.

 “La idea clara y precisa que se hace de la vida futura – escribió Kardec en El Evangelio según el Espiritismo, cap. II, ítem 5 – da una fe inquebrantable en el futuro, y esa fe tiene consecuencias inmensas sobre la moralización de los hombres.” La existencia corpórea, para aquel que se coloca en la vida espiritual, no es más que un pasaje, una estación ligera en un país ingrato. Las tribulaciones que enfrenta son incidentes que él recibe con paciencia, porque sabe que serán transitorias y seguidas de un estado más feliz. La muerte nada le presenta de terrorífica, porque significa no la ruptura de los lazos sociales, sino la liberación de las cadenas que lo prenden al valle de lágrimas que son los planetas como el nuestro.

Claro que, pensando así, las inquietudes serán recibidas con mayor resignación y eso da una tranquilidad y una calma de espíritu que atenúa todas las amarguras.

Es pues, en ese sentido que asiste entera razón a André Luiz. Tras un problema, aguarde otros – porque aquello que llamamos problema es, generalmente, la solución – y es también eso que da a la frase “la mayoría de los males viene para bien” un valor incuestionable, por cuanto si los llamados males impulsan al hombre para el progreso, es forzoso convenir, de eso resulta un bien y no un mal.

 

 
 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita