Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada
 

 

Tema: Hacer a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti; tolerancia


El Zorro y el Arroyo


Era un verano muy caliente y hacía días que no llovía. El zorro, después de andar por el bosque durante buena parte de la mañana, se topó con un pequeño arroyo de agua fresca y cristalina.

Tenía mucha sed y bebía agua rápidamente, cuando notó que había una liebre a su lado, bebiendo también del arroyo.

— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿No ves que me estás molestando? — dijo el zorro.

La liebre miró al zorro, sorprendida por su tono grosero.

— Solo estoy bebiendo un poco de agua, zorro… No sé cómo podría estar molestándote, pero me iré pronto.

— ¡Estás ensuciando el agua con el barro de tu pelaje! — gruñó el zorro. — ¡Mira qué turbio está el arroyo donde estás!

— ¡Oh! En realidad, como soy más pequeño, necesito acercarme al agua para poder beber. No te preocupes zorro, saltaré a la otra orilla para no ensuciar el agua que vas a beber.

— ¡No es suficiente! ¡Ve a beber agua donde no pueda verte o no bebas agua en absoluto!

La liebre, muy asustada, se alejó saltando. El zorro volvió a beber del arroyo, cuando apareció un pequeño gorrión. El pajarito se daba pequeños chapuzones en la parte poco profunda del arroyo y sacudía sus alas para refrescarse.

— ¡Era justo lo que me faltaba! ¡Un gorrión descuidado! — volvió a gruñir el zorro. — ¡Estás desperdiciando agua preciosa y me estás mojando con ese baño exagerado!

— Hace mucho calor, zorro... Soy tan pequeño que solo necesito unas gotas para refrescarme. Puedo alejarme un poco, para no salpicarte agua.

— ¡Puedes alejarte de mi arroyo, sí!

El gorrión tomó vuelo y se fue rápidamente. El zorro pensó que por fin podría beber agua con tranquilidad cuando escuchó que alguien se acercaba.

— Vete, quienquiera que seas. ¡Este es mi arroyo!

—El arroyo es de todos, zorro — dijo una voz profunda.

El zorro rápidamente se dio vuelta y vio un gran león mirándolo fijamente.

— Estaba observando a los animales que pasaban por aquí y vi la forma cómo trataste a la liebre y al gorrión. Aunque la liebre estuviera ensuciando el agua con su pelaje, bastaba que uno de los dos se alejara un poco para que ambos pudieran beber agua limpia. En cuanto al gorrión, aunque estaba tirando agua a los lados, podrías haberte alejado para no recibir las salpicaduras.

El zorro estaba acobardado, pues sabía que no había actuado correctamente.

— La tolerancia es una virtud muy importante, especialmente en tiempos difíciles. Dime, zorro, ¿cómo te sentirías si yo te asustara como lo hiciste con la liebre y el gorrión?

— Me daría mucho miedo y todavía tendría sed...

— ¡Pues bien! — dijo el león, bajando la cabeza para beber del arroyo. — Espero que hayas aprendido la lección.

Desde ese día, el zorro comenzó a actuar con los demás como le gustaría que actuaran con él, especialmente a la hora de compartir el agua de un arroyo.


(Texto de Lívia Seneda)

 


Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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