Especial

por Marcus De Mario

Ascendencia espiritual
en los hechos históricos de la humanidad

En la rica literatura espírita se destaca una obra mediúmnica que aun no fue debidamente entendida y valorada, y que muchos, apresuradamente, la clasifican como un libro de historia, cuando el propio autor aclara no tratarse de obra sobre la historia humana, y sí, una “contribución a la tesis religiosa, esclareciendo la influencia sagrada de la fe y el ascendente espiritual en el curso de todas las civilizaciones terrestres”. Estamos refiriendonos al libro A Camino de la Luz, autoría del Espíritu Emmanuel, psicografiado por el médium Francisco Cândido Xavier.

Aun según las palabras de Emmanuel en el Antelóquio (presentación), la obra es un esfuerzo “por mostrar la verdadera posición del Evangelio del Cristo”, y, aun, “nuestro esfuerzo consistirá, tan solamente, en apuntes al margen de la tarea de grandes misioneros del mundo y de pueblos que ya desaparecieron, esclareciendo la grandeza y la misericordia del Divino Maestro”. No se trata, como vemos, de una obra que reescribe la historia de la humanidad, que pormenoriza hechos y trae nuevos documentos, pero sí, una obra que destaca la acción de Jesús, como gobernador espiritual de la Tierra, directa e indirectamente, a través de los diversos misioneros que aquí reencarnan, o de las falanges espirituales del bien que actuan sobre los personajes que hacen la historia humana. Para eso, Emmanuel sigue la línea histórica de los tiempos humanos, sin traer revelaciones fantasiosas, pues ese no es el temperamento de los Espíritus Superiores.

Hay un hecho, sin embargo, a ser observado, pues es de importancia: el libro fue escrito entre el 17 de agosto de 1938 y el 21 de setemtiembre del mismo año, o sea, en poco más de treinta días, viniendo a ser publicado por la Federación Espírita Brasileña en el comienzo del año siguiente, o sea, en 1939, antecediendo en algunos meses el inicio de la Segunda Gran Guerra Mundial, ocurriendo el 1º de septiembre con la invasión de Alemania sobre Polonia. Percibimos en la lectura de la obra el ascendente espiritual de ese acontecimiento, con la preocupación del autor espiritual en acentuar la acción de los Espíritus a beneficio de los seres humanos, mostrando que no estamos abandonados, que todo tiene su razón de ser, y que de los escombros de las luchas fratricidas emerge siempre un nuevo tiempo, bajo la égide del Cristo.

Emmanuel hace expresiva anotación en su texto, recordándonos que todo se modifica, todo pasa con el tiempo, cara a las leyes de la reencarnación y del progreso, entre tanto, Jesús no pasa, es el único que subsiste al tiempo y continua iluminando nuestros pasos vacilantes en este mundo, sea que estemos encarnados o desencarnados, pues la humanidad es el conjunto, es la unión del mundo corporeo con el mundo espiritual.

Nada, absolutamente nada, que ocurre en la historia humana, es fruto del acaso o apenas y tan solamente del uso del libre albedrío por parte de los hombres, pues la Ley Divina todo rige y coloca límites en nuestra acción, responsabilizándonos por las consecuencias de nuestras decisiones y acciones, en el maravilloso y perfecto funcionamiento de la justicia de Dios. Y como Él es bondad y misericordia, no nos abandona, permitiendo la acción de los desencarnados sobre nosotros, para el bien y para el mal, siempre en los límites de la Ley Mayor, dejando a nosotros la responsabilidad de las decisiones y de los movimientos que hacen la historia. En otras palabras: no son apenas los encarnados que hacen la historia humana, pues esta también recibe el concurso de los desencarnados. Esa es la tesis de Emmanuel, y que él procura resartar en el libro, mostrando que muchos acontecimientos tuvieron la influencia y participación de los Espíritus, inclusive, en muchos casos, el planeamiento espiritual antecediendo el hecho histórico.

Sabemos, los espíritas, que Jesús es el Espíritu más perfecto que ya estuvo en la Tierra, siendo nuestro guía y modelo, conforme vemos en la pregunta 625 de El Libro de los Espíritus, y por la enseñanza universal de los Espíritus, sabemos igualmente que él, desde la creación del planeta, es el gobernador espiritual del mismo, por tanto, de la humanidad. Su encarnación fue planeada, y varios Espíritus misioneros encarnaron antes de él, y junto a él, para preparar el terreno, para que todo estuviese de acuerdo para que él realizase su misión. Ese es el abordaje del capítulo 12, que aquí vamos a destacar: “El pesebre señalaba el punto inicial de la lección salvadora del Cristo, como decir que la humildad representa la llave de todas las virtudes. Comezaba la era definitiva de la mayoría espiritual de la humanidad terrestre, ya que Jesús, con su ejemplificación divina, entregaría el código de la fraternidad y del amor a todos los corazones.”

Emmanuel no discute si Jesús nació o no en Belén, si los reyes magos existieron o no, apenas utiliza la figura exaltada por los evangelistas para resaltar la finalidad de la venida del Mesías, iniciando por el ejemplificación de la humildad. Y completa: “su lección de amor y de humildad fue única en todos los tiempos de la humanidad”.

Resaltando la misión redentora de Jesús, informa que “el Cristo venía a traer al mundo los fundamentos eternos de la verdad y del amor. Su palabra, mansa y generosa, reunía todos los infortunados y todos los pecadores. Escogió los ambientes más pobres y más sencillos para vivir la intensidad de sus lecciones sublimes, mostrando a los hombres que la verdad dispensaba el escenario suntuoso de los areópagos, de los foros y de los templos, para hacerse oir en su misteriosa belleza. Sus predicaciones, en la plaza pública, se verifican a propósito de los seres más desprotegidos y desclasificados, como a demostrar que su palabra venía a reunir todas las criaturas en la misma vibración de fraternidad y en el mismo camino luminoso del amor. Combatió pacificamente todas las violencias oficiales del judaísmo, renovando la Ley Antigua con la doctrina del esclarecimiento, de la tolerancia y del perdón. Esparció las más claras visiones de la vida inmortal, enseñando a las criaturas terrestres que existe algo superior a las patrias, las banderas, la sangre y a las leyes humanas. Su palabra profunda, enérgica y misericordiosa, refundió todas las filosofías, aclaró el camino de las ciencias y ya habría hermanado todas las religiones de la Tierra, si la impiedad de los hombres no hiciese valer el peso de la iniquidad en la balanza de la redención.”

Aun en ese mismo capítulo, Emmanuel nos recuerda de las consecuencias de esas lecciones si son aplicadas convenientemente por los hombres en todos los campos del conocimiento y de las instituciones humanas: “De sus lecciones inolvidables, derivan consecuencias para todos los departamentos de la existencia planetaria, en el sentido de renovarse los institutos sociales y políticos de la Humanidad, con la transformación moral de los hombres dentro de una nueva era de justicia económica y de concordia universal.”

Finalmente, en el último ítem, mirando para el tiempo humano y para el infinito del crecimiento del Espíritu rumbo a la perfección, declara: “la lección del Cristo quedó para siempre en la Tierra, como el tesoro de todos los infortunados y de todos los desvalidos. Su palabra construyó la fe en las almas humanas, haciéndoles entrever sus gloriosos destinos.”

Destacamos en este texto apenas el significado transcendente de la presencia del Cristo en la Tierra, y la ascendencia moral y espiritual de sus enseñanzas en la historia de la humanidad, y para todo o siempre, en una muestra de lo que el lector encontrará en las páginas de A Camino de la Luz, obra mediúmnica, de autoría de Emmanuel, por las manos bendecidas de Chico Xavier, mostrando que en todos los hechos históricos registrados existe siempre la ascendencia espiritual, bajo la égide de Jesús, con su divino amor trabajando para que entendamos la necesidad del bien y del amor para alcanzar la paz y la felicidad, aquí mismo en la Tierra, llevando esas conquistas para el después de la muerte, en la patria espiritual que aguarda nuestro retorno.

De hecho, A Camino de la Luz no es un libro de historia, sino acompañando los hechos históricos registrados y de conocimiento de todos, Emmanuel nos muestra que esa historia no es realizada al margen de la realidad espiritual de la vida, por el contrario, muchos hechos tienen su origen en el planeamiento y en la acción realizada por los Espíritus, en la constante interacción entre los que se encuentran desencarnados y los que se encuentran encarnados, en una interacción hecha de acuerdo con la sublime lección y ejemplificación de Jesús: “amaos unos a los otros”.

 

Marcus De Mario es escritor, educador, conferenciante; coordina el Siembra de Luz, grupo on-line de estudio espírita; edita el canal Orientación Espírita en YouTube; posee más de 35 libros publicados.

 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

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 Revista Semanal de Divulgação Espírita