Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada
 

 

Tema: Bondad, ayuda


El Rey de Gondar


Érase una vez un pobre campesino que estaba sentado en la entrada de su vieja cabaña como todo fin de tarde. De repente, vio llegar a un cazador montado a caballo.

El cazador se acercó, desmontó, lo saludó y le dijo:

- Me perdí por la montaña y estoy buscando el camino que lleva a la ciudad de Gondar. ¿Me puedes ayudar?

El campesino se dio cuenta de que el cazador estaba muy abatido. Parecía cansado y su voz mostraba preocupación.

El campesino no conocía a aquel hombre, pero se dio cuenta de que realmente necesitaba ayuda. Por eso le dijo:

- Gondar queda a dos días de viaje. El sol ya se está poniendo y sería más sensato si pasara la noche aquí y partiera temprano por la mañana.

El cazador no tenía otra alternativa más que aceptar la hospitalidad del campesino y pasar la noche en aquella casa humilde.

El campesino preparó una cena deliciosa para los dos. El cazador tenía mucha hambre y quedó satisfecho con la comida. Después de comer, el campesino ofreció su cama al cazador y se fue a dormir en el piso al lado del fuego. Al día siguiente, muy temprano, cuando el cazador se levantó, el campesino le explicó qué tendría que hacer para llegar a Gondar:

- Tiene que atravesar el bosque hasta encontrar un río, y debe cruzarlo con su caballo con mucho cuidado para no pasar por la parte más profunda. Después tiene que seguir por un camino al borde de un precipicio hasta llegar a un camino muy largo…

El cazador escuchaba con atención, pero dijo, con cierto desánimo:

- Creo que me voy a perder de nuevo. No conozco esta región... ¿Me acompañaría hasta Gondar? Podría montar en mi caballo, en la grupa.

- Está bien – dijo el campesino. Tendrá que atravesar lugares peligrosos. Yo estoy acostumbrado. Voy a guiarlo con seguridad, hasta la ciudad.

El cazador aliviado le agradeció y los dos partieron en viaje.

Cuando estaban casi llegando, el agricultor le contó al cazador que deseaba mucho ver al rey de Gondar, por lo menos una vez.

- Tal vez sabe tenga suerte y pueda verlo en algún evento público – dijo el campesino animado.

- Ya que me trajo hasta aquí, prometo llevarlo hasta el castillo y hacer que vea al rey.

Poco tiempo después, los dos hombres llegaron a la ciudad y el cazador tomó el camino hacia el palacio. Algunas personas que estaban en la puerta, al verlos acercándose, se alejaron y se agacharon mientras pasaban.

Los dos hombres entraron a caballo al patio del palacio. El campesino estaba ansioso. Miraba alegremente a todos lados, buscando al rey.

Desmontaron y entraron en un gran salón. Todos los nobles presentes se quitaron el sombrero al verlos. El campesino se dio cuenta de que el cazador era un hombre de gran influencia en el palacio, pero el campesino era un hombre muy humilde y comenzó a sentirse avergonzado de estar ahí.

- Creo que voy a esperar allá afuera. Al rey no le va a gustar ver a una persona como yo aquí dentro – dijo.

- ¡No se preocupe! ¡Todo está bien! ¡Venga conmigo y pronto verá al rey! – respondió el cazador.

Los dos atravesaron el enorme salón y se sentaron en dos poltronas grandes y cómodas. Todas las personas presentes se quedaron de pie alrededor de ellos.

Un sirviente se acercó, trayendo, en una almohada pequeña, una linda corona dorada. Fue entonces que, para la sorpresa del campesino, el cazador se quitó el sombrero y colocó la corona en su cabeza. ¡Él era el rey!

El campesino, boquiabierto, no conseguía decir nada. En un segundo se acordó de que el rey había pasado la noche en su casa, que habían andado en el mismo caballo, que habían convivido de cerca durante más de dos días. Él, que apenas había tenido buena voluntad en ayudar a un extraño, ahora estaba sentado al lado del rey.

El rey le sonrió y preguntó:

- Y entonces, ¿le gustó conocer al rey?

El campesino, con una enorme sonrisa, respondió que sí.

El rey lo abrazó y, llamándolo amigo, le agradeció por su ayuda. Al día siguiente hubo una gran fiesta celebrando el retorno del rey. El campesino fue homenajeado y quedó muy feliz.

Muchas veces después el campesino volvió al palacio y siempre fue bien recibido. El rey sabía que él tenía un buen corazón y la amistad entre ellos duró para siempre.


(Adaptación de un texto publicado en el sitio web 
https://www.culturagenial.com)

 


Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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