Especial

por Wellington Balbo

El Espiritismo en sus 3 aspectos a partir de tres personalidades

Hay una buena parcela de personas en el movimiento espírita que acostumbra a tejer críticas en cuanto al aspecto religioso que la doctrina tomó al salir de Francia y adentrar el suelo brasileño, eso aun en el siglo 19.

Es verdad que Kardec nunca quiso que el Espiritismo se transformase en una religión convencional, con todos los rituales y campos jerarquicos que traen las religiones tradicionales. La idea de Kardec siempre fue de religión en el sentido de unión en torno de una causa común a mostrar ser el sentimiento la conexión que une y religa al ser humano a lo divino y no ritos, imágenes y objetos.

Por tanto, recordando a Kardec y su tesis, siempre hubo en el movimiento espírita una parcela de gente que critica y criticó ese revés religioso adoptado por el Espiritismo en  Brasil.

Pero este punto existe, existió y proseguirá existiendo y no sacará la legitimidad de un individuo en sentirse y autodenominarse espírita por eso, quieren o no los críticos, hasta porque Kardec tiene una definición bien amplia de lo que es ser un espírita, tejiendo comentarios, inclusive, sobre individuos que son espíritas sin saberlo.

Ya hace un tiempo que lei un trabajo de Sandra Jacqueline Stoll – ¿Religión, ciencia o autoayuda? Trayectos del Espiritismo en Brasil, en que la autora aborda no apenas el desenvolvimiento del Espiritismo en los viés religioso, pero también en el campo de la autoayuda y, aun, en una ciencia o pseudociencia, esto todo a partir de 3 personalidades históricas del movimiento espírita.

En el campo religioso, la autora coloca la figura de Chico Xavier como el punto central. Chico, oriundo de las filas católicas, llevó, conforme el trabajo de la investigadora, para el Espiritismo su fuerte vena católica, su estilo de vida monástico y desprendido de los bienes materiales, su respeto a los santos y la ilimitada obediencia a su guía espiritual, Emmanuel. Una personalidad como Chico Xavier influyendo, ciertamente, un indefinible número de personas a seguirlo, pues que sus ejemplos hablan muy alto. Chico, para la autora, es uno de los grandes responsables por el Espiritismo haber adentrado de manera más profunda el terreno de la religión en Brasil.

Las otras dos personalidades son Luiz Gasparetto y Waldo Vieira. Comencemos por Waldo Vieira. Pareja de Chico en muchas obras mediúmnicas, Waldo, en un momento dado, rompe con Chico y el Espiritismo y sigue “carrera solo”. Para la autora, Waldo Vieira, al fundar la Concienciología y por ser médico, objetiva desenvolver el campo científico del Espiritismo, e incluso rompiendo con el Espiritismo su nombre está, por el trabajo ya realizado, unido directamente a la doctrina codificada por Kardec. Entonces, Waldo, a lo largo del tiempo atrajo seguidores que buscaron seguirlo en el ansia por dar un tono científico a los estudios de los fenómenos metafísicos.

Y, por fin, la autora habla de Luiz Gasparetto, que con su trabajo en la pintura mediúmnica y sus programas de televisión e inserción en los medios de forma más potente, dio un carácter de autoayuda al Espiritismo, una llamada más pop y se abrió, a partir de él, un diálogo con otro tipo de público.

Es verdad que, a semejanza de Waldo Vieira, Gasparetto y su familia también rompieron con el Espiritismo, cosa que Chico no hizo, pero es innegable que los nombres de Gasparetto y Waldo Vieira serán siempre asociados al Espiritismo.

La autora habla de personalidades en tierras brasileñas y que, de una u otra forma, proporcionaron una visión bien diferente de lo que fue la propuesta original de Kardec. Hecho es que la propuesta espírita de hoy, fundamentada en suelo brasileño y que, conforme la autora, tiene esas 3 figuras como punto de partida en lo que se refiere a los caminos que el Espiritismo tomó en Brasil, difiere en diversos puntos de la propuesta original elaborada por Kardec. Y tiene sentido que los caminos recorridos por el Espiritismo en Brasil no sean los mismos trazados por Kardec en suelo francés, por cuanto las diferencias ya se establecen en el aspecto temporal, además, las culturas totalmente distintas y, aun, el perfil de los seguidores también es diverso, eso apenas para hablar de esos tres puntos, de modo que sería hasta extraño si la propuesta de Kardec permaneciese tal cual en su nacimiento en el siglo XIX.

He por que, y ahora me atrevo a opinar, las críticas de algunos colegas espíritas de que el Espiritismo tomó rumbo religioso son ociosas. Y digo ociosas porque, en base de una atmósfera tan diferente de la francesa y tan plural en sus aspectos, difícilmente la idea permanecería sin cualquier modificación. Solo la traducción de un idioma para el otro ya puede causar algunos errores, imaginemos eso en el campo tiempo-cultura-formación académica y social de una sociedad. Sería poco probable, por tanto, que el Espiritismo no recibiese influencias de sus liderazgos más robustos, como en el caso de las 3 personalidades analizadas por la investigadora.

Delante de eso, de ese y de otros estudios, yo advogo la tesis – nuevamente opino –   de que podemos, sí, llamar la propuesta de Kardec de kardecismo, haya vista que el Espiritismo, aunque muchos defiendan que es uno solo, se desdobló en ideas que no siempre convergen con su origen, aunque guarde puntos en común. (*)

La finalidad aquí, con todo, no es de una discusión de orden moral, de cierto o equivocado, de saber quien tiene o no razón, solo apenas la de ofrecer elementos para que se pueda pensar en las diferencias entre la idea original y la idea que se firmó aquí en Brasil a partir de esos 3 exponentes.

Lo más importante, con todo, es rescatar el concepto principal traído por Kardec y por los Espíritus: la mejora moral del hombre que, a partir de sus acciones individuales, causa la transformación de las instituciones y del mundo. Sin el recuerdo de este punto fundamental, cualquier camino que el Espiritismo o los espiritismos sigan volverse sin cualquier sentido.


(*)
 Nota de la Redacción: Acerca de la idea de que existiría una doctrina de Allan Kardec, o del así llamado kardecismo, el propio codificador escribió: “Hay entre el Espiritismo y otros sistemas filosóficos esta diferencia capital: que estos son todos obra de hombres, más o menos esclarecidos, al paso que, en aquel que me atribuís, yo no tengo el mérito de la invención de un solo principio. Se dice: la filosofía de Platón, de Descartes, de Leibnitz; nunca se podrá decir: la doctrina de Allan Kardec; y esto, felizmente, ¿pues qué valor puede tener un nombre en asunto de tamaña gravedad?” (Cf. en Lo que es el Espiritismo, Capítulo I, Según Diálogo: El ecéptico.)  
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita