Especial

por Eurípedes Kühl

Determinismo y fatalidad

Siempre con gran respeto a Dios, Supremo Creador y nuestro Padre, focalizo orígenes y consecuencias de múltiples acontecimientos en la vida humana, en sus dos etapas substanciales: la primera, la espiritual, inmortal; la segunda, la material, con las existencias terrenas (reencarnaciones). Unidas, las dos etapas congregan el nível evolutivo moral de cada Espíritu.

Tejiendo algunas reflexiones sobre tema tan elevado, jamás juzgando quien quiera que sea, señalo algunas ganancias y perdidas en aquellas etapas (la espiritual y la material). Para tanto me situo como humilde aprendiz, intentando mi posible comprensión, de inicio, de la inmortalidad del Espíritu y sus estados, ahora en el plano espiritual, ahora multiplicadas veces revestido de organismo físico.

Ley Divina, o Ley Natural, hace que toda acción humana, física o sin realización, esto es, apenas fijada en la mente y/o en el pensamiento, atraiga inexorablemente para el agente la responsabilidad por lo que pueda generar en derivación. Esa lección de Jesús en cuando nos alertó sobre el pecado de pensamiento (Marcos, 8:38), utilizando genericamente el adulterio, no en el sentido exclusivo (infidelidad conyugal), si no en un sentido más general, tal como faltar al deber, alterar la justiça, etc.

Así es que, en términos humanos, “determinismo” y “fatalidad” son de esas palabras que sin ser sinónimas, tienen su entendimiento dificultado, pues los diccionarios — que las debería separar — crearon frontera tenue entre sus significados, casi hermanándolos.


Determinismo

Filosoficamente, comprende (...) “la relación entre los fenómenos por el cual estos se encuentran ligados de modo tan riguroso que, en un momento dado, todo fenómeno, está completamente condicionado por los que lo preceden y acompañan y condiciona con el mismo rigor a los que le suceden”.

(Nuevo Diccionario Básico de la Lengua Portuguesa, p. 218 – FOLHA/AURÉLIO, 1994-1995, p.218. Ed. Nova Fronteira, S. Paulo/SP).

Modo general, determinismo es la concepción de que todos los acontecimientos humanos (inclusive los mentales) son determinados por causas. Dicho de otra forma: todo acontecimiento es explicado por la determinación, o sea, por relaciones de causalidad (relación de causa y efecto).

Así, en términos de determinismo no hay el acaso: hay encadenamiento de causa-efecto entre dos o más fenómenos, o sea, los fenómenos naturales y los hechos humanos son causados por sus antecedentes, lo que lleva a muchos a declarar que ”el hombre es fruto del medio ambiente”.

Determinismos humanos pueden ser incontables, como incontables son las acciones de los hombres, por lo que cito, sintéticamente, apenas algunos ejemplos:

a. Determinismo natural: expresiones del mundo físico: nacer / respirar / alimentarse / reposar / morrir;     

b. Determinismo biológico: idea de que todo comportamiento, creencia y deseo son fijados por nuestra dotación genética y constitución. No pueden ser alterados;

c. Determinismo ambiental (climático o geográfico): es la visión de que el ambiente físico determina la cultura, envés de las condiciones sociales;

d. Determinismo social: el medio social en que un individuo nace determina su vida y sus acciones, pero no siempre pudiéndose afirmar el hecho de relaciones seguras de causalidad;

e. Determinismo científico: la ciencia, al determinar la forma de vida de los individuos, solo reconoce lo que puede ser tomado como verdad y volverse fundamento para las elecciones y las acciones;

e. Determinismo teológico: creencia de que existe un Dios que determina todo lo que los humanos harán, sea por conocer sus acciones con antecedente, sea por medio de alguna omnisciencia.


Fatalidad:

Según la Filosofía la fatalidad es “(...) actitud o doctrina que admite que el curso de la vida humana está previamente fijado, siendo la voluntad, o la inteligencia, impotentes para dirigirlo o alterarlo”. (Nuevo Diccionario Básico de la Lengua Portuguesa – citado arriba, p. 291).

Acontecimientos inesperados, imprevisibles y de consecuencias onerosas, caracterizan la fatalidad. Cuando un acontecimiento imprevisible ocurre y no hay explicación, sin respuesta pues, se acostumbra a decir que fue “fatalidad del destino”. Cito abajo algunos ejemplos de fatalidad:

a. Un rayo alcanzó a personas, causando muertes y/o riesgo de muerte;

b. Un atropellamiento, ninguna culpa del conductor, porque la víctima avanzó descuidada, siendo alcanzada por el vehículo que rodaba una velocidad legal;

c. Fenómenos geológicos inesperados, con víctimas: terremotos, maremotos, erupciones volcanicas, incendios espontáneos; flagelos; calamidades; catastrofes y otros.

Hay también el llamado “fatalismo”, doctrina comunmente resaltada, comprendiendo varias situaciones inexorables: destino inevitablable; consecuencia inenarrable desastrosa de algunos acontecimiento; coincidencia deplorable; acaso infeliz; adversidad, infortunio y otras adjetivaciones.

Se desprende que los adeptos del fatalismo se abandonan pasivamente a los acontecimientos: archivan la inteligencia y el libre-albedrío, dos herramientas ofrecidas por Dios para empleo en toda y cualquier situación: no reacciona / no crean / nada deciden / nada resuelven — en primera y última instancias, se acomodan. (surgen las pérdidas: de tiempo, la principal...).


Visión espírita del determinismo y de la fatalidad

El Espiritismo parte siempre del presupuesto del jamás ausente auxilio del Plano Mayor a todos aquellos que, sinceros, en la angustia o en el dolor oran y piden amparo al Padre de Amor. Tal postura, obviamente, no es exclusiva de los espíritas, pero sí de las personas de buen sentido y que tiene fe en Dios y en todos Sus emisarios celestiales. Además, incluso los que sufren — sin oraciones, sin revuelta, si no con resignación — reciben el bálsamo de la Justicia Divina.

Es así que la Vida contempla a todos, con ganancias y con amparo, jamás desconociendo nuestras adversidades.


Determinismo 
(según algunos autores espirituales)

1. Espíritu Emmanuel, en El Consolador, psicografía de Francisco Cândido Xavier, 2ª Parte, 6ªEd., 1976, FEB, RJ/RJ:

a. Questión 121: El medio ambiente en que el alma renace, muchas veces constituye la prueba expiatoria (vemos aquí determinismo como expiación);

b. Questión 132: Determinismo y libre albedrío coexisten en la vida, engrasándose en el camino de los destinos, para la elevación y redención de los hombres;

c. Questión 133: Expresión corpórea prepondera sobre los destinos humanos (...), si no en el interior, zona de pura influenciación espiritual, el hombre es libre en la escuela de su futuro camino;

d. Questión 134: Agrabar o amenizar su determinismo – La determinación divina es sagrada ley universal del bien y de la felicidad. El Espíritu que trabaja con responsabilidad junto a otros seres y se educa conquista derechos naturales y caracteriza el buen cooperador del Padre Supremo, que es Dios; (aquí, surgen las ganancias, por la práctica del bien);

e. Questión 135: El determinismo divino se constituye de una sola ley, que es la del amor para la comunidad universal. Falta de respeto a esa ley resulta en rescates.

2. Espíritu Alexandre, en “Misioneros de la Luz”, cap. 13, p. 227, 21ª Ed., 1988, FEB, Brasília/DF:

- Programas reencarnatorios: mapa de pruebas útiles, organizado con antecedentescomo decisión anticipada de las condiciones físicas y de los lugares más adecuadas a la evolución del espíritu a reencarnar – (Prueba o expiación).

3. Autor desconocido: a propósito de este artículo, respetuosamente registro la frase inscrita en el dólmen (tumba) de Allan Kardec, en el Cementerio del Père-Lachaise, en París: “Naître, mourir, renaître encore et progresser sans cesse telle est la loi” (“Nacer, morir, renacer aun y progresar incesantemente, tal es la ley”). (“Allan Kardec”, Zêus Wantuil y Francisco Thiesen, volume III, 2ªEd., p.140, 1978, FEB, Brasília/DF).


Fatalidad
 (también según autores espirituales)

1) Sin duda alguna, hay leyes naturales e inmutables que no pueden ser derogadas al capricho de cada uno; pero, de ahí a crerse que todas las circunstancias de la vida están sometidas a la fatalidad, va gran distancia. Si así fuese, nada más sería el hombre que un instrumento pasivo, sin libre albedrío y sin iniciativa. (...) Hay acciones y ciertos pedidos del individuo que Dios accede, sin quiebra de la armonía de las leyes universales. (resalté) - (Allan Kardec, en El Evangelio Según el Espiritismo, cap. XXVII, ítem 6).

Es así que el propio hombre crea circunstancias presentes y futuras que cambian su vida, quedando excluída la fatalidad ciega, “fatal”.

2) La fatalidad es un efecto inteligentemente correctivo de una causa de las acciones practicadas por el hombre, en la Tierra o en el más allá. (Espíritu Rosália, en “Memorias de Un Suicida”, 2ªP., cap. V, p.318, 5ªEd., 1975, Rio).

3) Hay reencarnaciones que funcionan como drásticas (...) Dios creó el libre albedrío, nosotros creamos la fatalidad” - (Espíritu madre de André Luiz, en “Nuestro Hogar”, cap. 46, p.256, 48ª Ed., 1998, FEB, Rio)

4) Rescates: El expresivo montante de nuestros débitos del pasado a ser rescatado es elaborado en programas que significan una especie de fatalidad relativa, donde nuestra conducta puede generar beneficio o desgracia - (Espíritu Clarêncio, en “Entre la Tierra y el Cielo”, cap. II, p.14, 13ªEd., 1990, FEB, Rio).

5) La fatalidad según El Libro de los Espíritus:

- P. 853: De fatal, solo el instante de la muerte;

- P. 855: Los peligros son advertencias (del ángel Guardian)

- P. 859: Fatalidad, verdaderamente, solo existe en cuanto al momento en que debéis aparecer y desaparecer de este mundo

(En Cuanto a las previsiones espirituales — sueños premonitorios, por ej. —, son también advertencias y no certeza de acontecimientos fatales)

- P. 261 y 865: Suerte en el juego: ganancia como hombre y pérdida como Espíritu.

Esa es una especie de alegría escogida anteriormente (prueba), siéndole concedida como tentación (sin el acaso...), esto es, prueba para su orgullo y codicia.


Conclusión

¡Sobre todos nosotros gravitar las Leyes Divinas, basadas en la Ley del Amor, sagrada y única! Tratando de los males de esta vida, sin que acciones anteriores los justifiquen, muchos fueron los filósofos que no creyeron o que aun no creen en la Justicia Divina, una vez que según lo que es predicado por la mayoría de las religiones, Dios es justo — invariablemente justo —, tanto que popularmente se dice que: “Dios jamás coloca cruz en hombro equivocado”.

Tales filósofos arriman su incredulidad a la vista de tantas infelicidades terrenas: “fatalidades” individuales o colectivas, como accidentes inevitablables, pérdida de seres amados, reveses de la fortuna, victimación derivada de flagelos naturales, enfermedades de nacimiento, condenación de inocentes, “balas perdidas” etc.

Según el Espiritismo, si un acontecimiento triste alcanza a alguien, sin cualquier previsibilidad o causa, considerando la perfectibilidad de la Justicia Divina, el origen de ese acontecimiento solo puede estar en un lugar: en el pasado, en otra existencia terrena, esto es, en otra reencarnación de ese infeliz.

Kardec registró sobre ese pensamiento lógico: Todavía, por virtud del axioma según el cual todo efecto tiene una causa, tales miserias son efectos que han de tener una causa y, desde que se admita un Dios justo, esa causa también ha de ser justa. Ahora, al efecto precediendo siempre la causa, si esta no se encuentra en la vida actual, ha de ser anterior a esa vida, esto es, ha de estar en una existencia precedente. En El Evangelio Según el Espiritismo, cap. V, ítem 6.

La bendición de las vidas sucesivas (reencarnación) ilumina cualquier duda filosófica sobre esas “fatalidades”, desprendiéndose que todos esos acontecimientos son consecuentes (efectos), cuyos antecedentes (causas) están en el pasado.¡De lo contrario, de hecho, no se admitiría la Justicia Divina, perfecta!

¡No existe mayor evidencia filosófica de las vidas sucesivas!

Resta como reflexión, fe y verdad inquebrantables, incuestionables y definitivas, que “en el mar de la vida ningún ser vivo es barco sin rumbo o brújula”, por el que los acontecimientos notables de sus existencias están sin, bajo “administración del Plano Mayor”, sabio y justo. 


 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita