Especial

por Paulo Neto

Allan Kardec y la manifestación de los espíritus animales - Parte 1

“¿Significa eso que despreciamos los hechos? Muy al contrario, pues toda nuestra ciencia está basada en los hechos.” (ALLAN KARDEC, RE 1859, jul.)


Los hechos, he el verdadero criterio de nuestros juicios, el argumento sin réplica. En la ausencia de los hechos, la duda es la opinión del hombre sensato.” (ALLAN KARDEC, OLE, Introducción)


Introducción

Con esas frases puestas en epígrafe, queremos comprobar que, para Allan Kardec (1804-1869), los hechos deben guiar todo aquello que sirve de base para tenerse como verdad una revelación o un fenómeno espiritual. Entre tanto, para que podamos verlos como fundamento de un principio, jamás conseguiremos eso si no abdicamos de nuestros preconceptos. En la Revista Espírita 1863, alertó el Codificador:

[…] El preconcepto, en un sentido cualquiera, es la peor condición para un observador, porque, entonces, todo ve y todo refiere de su punto de vista, descuidando lo que puede haber de contrario. Ciertamente no es el medio de llegar a la verdad. […]. (i) (negrita mío)

Estamos diciendo eso por cuanto es público y notorio que, en el medio espírita, existen compañeros que tienen una extremada ojeriza a todo cuanto procede de las obras de André Luiz, sin darse cuenta que fuentes bien anteriores a ese autor ya daban cuenta de ciertas cosas que en ellas encontramos y que, en principio, extrañamos por no verlas de forma clara y objetiva en las obras de la Codificación.

Además, el periodista José Herculano Pires (1914-1979), reconocidamente quien más conocía las obras de Allan Kardec, no despreció las de ese autor espiritual, conforme registramos en el artículo Herculano Pires y las obras de André Luiz (ii) Podremos hasta rendirnos a algo diferente de lo que él dice, pero será preciso que sea de alguien que lo supere en la producción literaria relacionada al Espiritismo.

Usamos el “ver” de forma intencionada, recordando lo que la mayoría de los creyentes consideran los textos biblicos bien al estilo “está en la Biblia yo acepto, no está nada hecho”. Delante de un posicionamiento radical y bastante apegados al “pie de la letra” niegan, por ejemplo, que Jesús haya hablado cualquier cosa al respecto de la reencarnación.

Es importante no ser extremistas, pues, varias veces, Allan Kardec dejó bien claro que el Espiritismo no estaba listo y acabado y que sería posible de nuevos añadidos, obedeciendo al criterio del control universal.

En nuestro artículo El Espiritismo aun no tiene punto final (iii), citamos algo que juzgamos vale la pena traer a esa nuestra reflexión. Se trata del Proyecto Allan Kardec, un convenio entre la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF) y la Fundación Espírita André Luiz (FEAL), que tiene por principal objetivo permitir el acceso del público en general y de investigadores a centenas de manuscritos y documentos originales de Allan Kardec que nunca habían sido divulgados y editados. (iv)

En 02 de octubre de 2022, en el portal Proyecto Allan Kardec, fue publicado el manuscrito “Proyecto Concerniente al Espiritismo”, originado del Museo AKOL, administrado por Adair Ribeiro (v). Infelizmente no fue fechado, sin embargo, todo nos lleva a creer que fue escrito en diciembre de 1868. De ese documento destacamos el primer parráfo de la página 2 del manuscrito:

Las bases del Espiritismo están, sin duda, establecidas, pero él precisa ser completado por muchos trabajos que no pueden ser la obra de un solo hombrePara evitar, en el futuro, las falsas interpretaciones, las aplicaciones erróneas, en una palabra, las disidencias, es necesario que todos los principios sean elucidados de manera a no dejar ningún equívoco, a no dar, tanto cuanto es posible, margen a controversia; es necesario que los trabajos complementarios sean hechos en un mismo espíritu y buscando a concurrir a un único fin. Supongamos, entonces, para cumplir esa obra, una reunión de hombres capaces, laboriosos y animados por el celo de una fe viva, trabajando juntos, cada uno en su especialidad; sometiendo sus trabajos a la sanción de todos y discutiéndolos, ellos llegarían incontestablemente al coronamiento del edificio que se eleva. La autoridad de los principios crecería debido a la autoridad del número, a la gravedad de su carácter y a la consideración de que ellos serían capaces de conciliarse. (vi) (negrita mío)

Por otro lado, el Codificador afirmó que si la Ciencia viniese a comprobar que la revelación espírita estuviese equivocada en algún punto, deberíamos abandonarlo y abrazar la nueva realidad. A nuestro ver, eso coloca como alterable cualquier detallamiento de los principios ya establecidos.

En el medio espírita, pocos adeptos tienen conocimiento de modificaciones ocurridas entre la 1ª y la 2ª edición de El Libro de los Espíritus. No vamos a citarlas aquí, pero a los interesados recomendamos nuestro artículo Cambios de posición después de la publicación de la 1ª edición de El Libro de los Espíritus (vii).

 

Lo que se tiene en El libro de los Espíritus y en El Libro de los Médiuns

Es necesario ver, en esas dos obras, lo que consta sobre la cuestión de la manifestación de Espíritus de animales.

a) El libro de los Espíritus, Libro Segundo, cap. Cap. XI – Los tres reinos, tema “Los animales y el hombre”:

600. ¿Sobreviviendo al cuerpo en que habitó, el alma del animal queda en un estado errante semejante al que se encuentra el hombre después de la muerte?

Queda en una especie de erraticidad, ya que no está más unida al cuerpo, pero no es un Espíritu errante. El Espíritu errante es un ser que piensa y obra por su libre voluntad; el de los animales no tiene la misma facultad. Es la conciencia de sí mismo que constituye el principal atributo del Espíritu. Después de la muerte, el Espíritu del animal es clasificado por los Espíritus que se encargan de esa tarea y utilizado casi inmediatamente; no dispone de tiempo para relacionarse con otras criaturas.” (viii) (negrita del original, negrita mío)

b) El Libro de los Médiuns, Segunda Parte, cap. XXV – Evocaciones, ítem 283 – Evocaciones de animales:

36. ¿Se puede evocar al Espíritu de un animal?

“Depués de la muerte del animal, el principio inteligente que en él había se encuentra en estado latente y es luego utilizado, por ciertos Espíritus incumbidos de eso, para animar nuevos seres, en los cuales él continúa la obra de su elaboración. Así, en el mundo de los Espíritus, no hay Espíritus errantes de animales, mas solamente Espíritus humanos. Esto responde a vuestra pregunta.” (ix) (itálico del original, negrita mío)

Por esas informaciones tenemos que el espíritu de un animal “queda en una especie de erraticidad”, infelizmente no detallada como gustaríamos que fuese, y que “el principio inteligente que en él había se encuentra en estado latente y es luego utilizado” – o casi inmediatamente, como es dicho del OLE –, “por ciertos Espíritus incumbidos de eso, para animar nuevos seres”.

Así, en principio, todo lleva a creer en la imposibilidad de manifestación de espíritus de animales, como varias veces Allan Kardec dio a entender(x).


Situaciones mencionadas en la Revista Espírita

Del artículo “De las apariciones”, publicado en la Revista Espírita 1858, en el mes de diciembre, destacamos el siguiente parráfo:

El periespíritu, separado del cuerpo, aparenta una forma determinada y limitada, y esa forma normal es la del cuerpo humano, pero no es constante; el Espíritu puede darle, a su voluntad, las apariencias más variadas y hasta la de un animal o de una llama. De sobra, esto se concibe muy fácilmente. ¿No se ven hombres dar, a su rostro, las expresiones más diversas, imitar, al punto de engañar, la voz, el rostro de otras personas, pareciendo jorobados, cojos, etc.? ¿Quién reconocería en la ciudad a ciertos actores que no se vería sino caracterizado en el palco? Si, pues, el hombre puede así dar al cuerpo material y rígido apariencias tan contrarias, con más fuerte razón el Espíritu puede hacerlo con un envoltorio eminentemente flexible, y que puede prestarse a todos los caprichos de la voluntad. (xi) (negrita mío)

La información que más nos importa es que un Espíritu puede dar a su periespíritu una apariencia de animal. Pero no es afirmado que todas las probables manifestaciones de espíritus de animales son Espíritus que se hacen pasar como tales, de este modo no se debe generalizar.

Además, en El Libro de los Médiuns, cap. VI – Manifestaciones visuales, tema “Preguntas sobre las apariciones”, tenemos confirmación de eso:

30. Los Espíritus podrían presentarse bajo la forma de animales?

“Esto puede ocurrir, pero solamente Espíritus muy inferiores toman esas apariencias. En todos los casos, la forma animalesca no pasará de una apariencia momentánea, pues sería absurdo creer que un animal verdadero, cualquiera que sea, pudiese ser la encarnación de un Espíritu. Los animales son siempre animales y nada más que esto.” (xii) (itálico del original, negrita mío)

Tal vez, por ser la forma animalesca una apariencia momentánea, hay buenas posibilidades de desenmascarar al impostor.

En la Revista Espírita 1861, en el mes de julio, fue publicado el artículo “Las visiones del Sr. O.”. De los comentarios de Allan Kardec, resaltamos este trecho:

Nos parece que las hay suficientes para permitirnos apreciarlas, y no pensamos que ninguna persona esclarecida sobre la causa y la naturaleza de los fenómenos espíritas pueda considerarlas como verdaderas apariciones. Queriendo reportarse al primer artículo de este número, donde intentamos determinar el carácter de la alucinación, se comprenderá la analogía que ellas tienen con las figuras que se presentan, frecuentemente, en la somnolencia, y que deben tener las mismas causas. De eso estaríamos convencidos únicamente por la multitud de animales que él vio. Se sabe que no hay Espíritus de animales errantes en el mundo invisible, y que, consecuentemente, no puede haber apariciones de animales, salvo caso en que un Espíritu hiciese nacer una apariencia de ese género con un objetivo determinado, lo que no sería siempre sino una apariencia, y no el Espíritu real de tal o tal animal. El hecho de las apariciones es incontestable, pero es preciso guardarse de verlas por todas partes, y de tomar por tales los juegos de ciertas imaginaciones fáciles de exaltar, o la visión retrospectiva de las imágenes impresas en el cerebro; la minucia incluso con la cual el Sr. O… revela ciertas particularidades insignificantes es el indicio de la naturaleza de las preocupaciones de su Espíritu.

En resumen, no encontramos nada en las visiones del Sr. O… que tengan el carácter de apariciones propiamente dichas, y creemos que hay mucho inconveniente en dar semejantes hechos sin comentarios, y sin hacer prudentes reservas, porque se ofrecen, sin quererlo, armas a la crítica. (xiii) (negrita mío)

Sí, de hecho, al verse las descripciones de las visiones del Sr. O…, es fácil concluir, conforme Allan Kardec, que ellas no tienen “el carácter de apariciones propiamente dichas”, pero que, probablemente, sean alucinaciones.

Merece destaque este argumento del Codificador: “Se sabe que no hay Espíritus de animales errantes en el mundo invisible, y que, consecuentemente, no puede haber apariciones de animales, salvo caso en que un Espíritu hiciese nacer una apariencia de ese género con un objetivo determinado, lo que no sería siempre sino una apariencia, y no el Espíritu real de tal o tal animal.” Considerando lo que fue dicho en la transcripción anterior, en el artículo “De las apariciones”, o “salvo caso en que un Espíritu hiciese nacer una apariencia de ese género”, concluimos, s.m.j., que sería la transformación de su periespíritu en la apariencia de cierto animal.

Del artículo “Fotografía del pensamiento” publicado en la Revista Espírita 1868, en el mes de junio (xiv), transcribimos los siguientes parráfos que numeramos para facilitar la identificación, cuando los citamos en los comentarios:

[1] Los fluidos espirituales, que constituyen, propiamente hablando, uno de los estados del fluido cósmico, son la atmósfera de los seres espirituales; es el elemento donde ellos aspiran los materiales sobre los cuales operan; es el medio donde pasan los fenómenos especiales perceptibles a la vista y al oido del Espíritu, y que escapan a los sentidos carnales impresionados solamente por la materia tangible, donde formarse esa luz particular al mundo espiritual, diferente de la luz común por su causa y sus efectos; es, en fin, el vehículo del pensamiento, como el aire es el vehículo del sonido.

[2] Los Espíritus obrando sobre los fluidos espirituales, no los manipulan como los hombres manipulan los gases, sino con la ayuda del pensamiento y de la voluntad. El pensamiento y la voluntad son para los Espíritus lo que la mano es para el hombre. Por el pensamiento, ellos imprimen a esos fluidos tal o tal dirección; aglomerándolos, combinánlos o dispersánlo; con ellos forman conjuntos teniendo una apariencia, una forma, un color determinado; cambiándoles las propiedades, como un químico cambia la de los gases u otros cuerpos, los combinan según ciertas leyes; es el gran taller o el laboratorio de la vida espiritual.

[3] Algunas veces, esas transformaciones son el resultado de una intención; frecuentemente, son el producto de un pensamiento inconsciente; basta al Espíritu pensar en una cosa para que esa cosa se produzca, como basta modular un aria para que ese aria repercuta en la atmósfera.

[4] Es así, por ejemplo, que un Espíritu se presenta a la vista de un encarnado dotado de la visión psíquica, bajo las apariencias que tenía cuando vivo, en la época en que fue conocido, si hubiese tenido varias encarnaciones después. Él se presenta con la ropa, las señales exteriores, enfermedades, cicatrices, miembros amputados, etc., que tenía entonces; un decapitado se presentará sin la cabeza al menos. No es decir que él conserva esas apariencias; no, ciertamente; porque como Espíritu él no es ni cojo, ni manco, ni vizco, ni decapitado, pero su pensamiento reportándose a la época en que era así, su periespíritu le toma instantáneamente las apariencias, que deja del mismo modo instantáneamente, desde que su pensamiento deja de obrar. Si, pues, fue una vez negro, otra vez blanco, él se presentará como negro o como blanco, según la de esas dos encarnaciones bajo la cual fue evocado, y donde se reportará su pensamiento.

[5] Por un efecto análogo, el pensamiento del Espíritu crea fluidicamente los objetos de los cuales tenía el hábito de servirse: un avaro manejará el oro; un militar tendrá sus armas y su uniforme; un fumador, su cachimba; un labrador, su arado y sus bueyes; una vieja, su roca para afilar. Esos objetos fluídicos son tan reales para el Espíritu que es, el mismo, fluídico, como eran en el estado material para el hombre vivo; pero, por la misma razón que son creados por el pensamiento, su existencia es tan efímera como el pensamiento.

[6] Siendo los fluidos el vehículo del pensamiento, ellos nos traen el pensamiento, como el aire nos trae el sonido. Se puede, pues, decir, en verdad, que hay, en esos fluidos, ondas y rayos de pensamientos, que se cruzan sin confundirse, como hay en el aire ondas y rayos sonoros.

[7] Como se ve, es un orden de hechos todo nuevo que pasan fuera del mundo tangible, y constituyen, pudiendose  así decir, la física y la química especiales del mundo invisible. Pero como, durante la encarnación, el principio espiritual está unido al principio material, de esto resulta que ciertos fenómenos del mundo espiritual se producen conjuntamente con los del mundo material, y son inexplicables para quien no les conoce las leyes. El conocimiento de esas leyes es, pues, tan útil a los encarnados como a los desencarnados, una vez que solo ellas pueden explicar ciertos hechos de la vida material.

[8] El pensamiento, creando imágenes fluídicas, se refleja en el envoltorio espiritual como en una vidriera, o aun como esas imágenes de objetos terrestres que se reflejan en los vapores del aire; ella allí toma un cuerpo y se fotografía de alguna manera. Que un hombre tenga, por ejemplo, la idea de matar a otro, por impasible que sea su cuerpo material, su cuerpo fluídico es puesto en acción por el pensamiento del cual reproduce todos los tonos; él ejecuta fluídicamente el gesto, el acto que tiene el deseo de realizar; su pensamiento crea la imagen de la víctima, y la escena entera se pinta, como en un cuadro, tal cual ella está en su espíritu.

[9] Es así que los movimientos más secretos del alma repercuten en el envoltorio fluídico; que un alma, encarnada o desencarnada, puede leer en otra como en un libro, y ver lo que no es perceptible por los ojos del cuerpo. Los ojos del cuerpo ven las impresiones interiores que se reflejan sobre los indicios del rostro: la cólera, la alegría, la tristeza; pero el alma ve sobre los indicios del alma los pensamientos que no se traducen alrededor.

10; […].

[11]

[11] La teoría de las creaciones fluídicas y, consecuentemente, de la fotografía del pensamiento, es una conquista del Espiritismo moderno, y puede ser, en adelante, considerada como adquirida en principio, salvo las aplicaciones de detalles que son el resultado de la observación. Ese fenómeno es, incontestablemente, la fuente de las visiones fantásticas, y debe desempeñar un gran papel en ciertos sueños. (xv) (itálico del original, negrita mía)


(Continua na próxima edição.)
 

 

[i] KARDEC, Revista Espírita 1863, p. 145-146.

[ii] SILVA NETO SOBRINHO, Herculano Pires e as obras de André Luiz, disponível em: Link-1

[iii] SILVA NETO SOBRINHO, O Espiritismo ainda não tem ponto final, disponível em: Link-2

[iv] UFJF – UNIVERSIDADE FEDERAL DE JUIZ DE FORA, Projeto Allan Kardec, disponível em: Link-3

[v] UFJF – UNIVERSIDADE FEDERAL DE JUIZ DE FORA, Projeto concernente ao Espiritismo, disponível em: Link-4

[vi] UFJF – UNIVERSIDADE FEDERAL DE JUIZ DE FORA, Projeto concernente ao Espiritismo, disponível em: Link-5

[vii] SILVA NETO SOBRINHO, Mudança de posição após a publicação da 1ª edição de O Livro dos Espíritos, disponível em: Link-6

[viii] KARDEC, O Livro dos Espíritos, p. 274.

[ix] KARDEC, O Livro dos Médiuns, p. 313.

[x] Fueron las citas que no hay espíritus de animales errantes, aun podemos añadir otros dos hechos en la Revista Espírita 1860 (p. 202 y 217-218).

[xi] KARDEC, Revista Espírita 1858, p. 322.

[xii] KARDEC, O Livro dos Médiuns, p. 114.

[xiii] KARDEC, Revista Espírita 1861, p. 215-216.

[xiv] KARDEC, A Gênese, cap. XIV, itens 13 a 15, p. 240-242.

[xv] KARDEC, Revista Espírita 1868, p. 167-170.


 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

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