Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada
 

 

Tema: Evolución


La Tortuguita Verde


 

Érase una vez una Tortuguita Verde.

Ella vivía en el fondo de una bahía.

Sin embargo, quería

salir del barro.

Suspiraba por llegar a la superficie de las aguas y encontrar un mundo nuevo.

Buscó los consejos del rey.

- Bueno, bueno... – habló el rey cangrejo, desde lo alto de su trono. - ¿Tengo tiempo para querer otro mundo? Este me basta...

La Tortuguita, después, escuchó decir que el Cazón era el representante el mundo de la superficie:

- Se debe tener mucho sentido común – habló el cazón – es necesario cumplir obligaciones para llegar allá arriba.

El Cazón amarró muchas cintas en la Tortuguita. La metió en una madriguera.

- Vive lejos de las tentaciones del barro, Tortuguita, sino… ¡Pues ya lo sabes!

Pasó algún tiempo y la Tortuguita, en la madriguera, estaba cansada.

No se sentía ni mejor ni peor.

Se veía, sin embargo, demasiado atada.

En un bello día, abandonó ese agujero.

Buscó a la Estrella de Mar. Ella escuchó, se ajustó los lentes, se aclaró la garganta.

- Debes memorizar palabras mágicas - aseguró, sacando la nariz de los libros. – Sin ellas no hay salvación.

La Tortuguita memorizó libros y más libros.

Sin embargo, nunca se sentía en camino a la superficie.

Así es que abandono todo.

Ya medio desanimada, habló con el Pez Espada:

- ¡Hola, señor Espadita!

- ¡Hola, Tortuguita! Escuché que quieres salvarte del barro.

- Es verdad.

El Pez Espada le dijo:

- No hay ningún misterio para eso. La regla es una sola para todos:

“Ayuda a los que sufren y te ayudas estudiando”.

La Tortuguita no perdió el tiempo.

Se apresuró a socorrer a un pez reumático.

De allí la llevaron a tratar un corte en el tentáculo de un Pulpo viejo.

El Pulpo, agradecido, le pidió que se encargara del dolor de muelas del Erizo.

Ayudando y estudiando, se sentía feliz.

Empezó a dar consejos de paz al Tiburón.

El Tiburón la llevó a visitar a la Ballena.

Entonces, por primera vez, la Ballena escuchó a la Tortuguita hablar sobre la gula.

De repente...

Bueno, ¿qué pasó de repente?

La Tortuguita, nada más y nada menos, estaba en la superficie de la bahía.

¡Un mundo maravilloso frente a ella!


Fuente: Cuento de autoría de Roque Jacintho.


Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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