Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Cultivar buenos hábitos


La parcela del abuelo


Érase una vez un niño muy alegre que le gustaba pasar las tarde en el gran patio trasero de su abuelo. Allí había unos árboles que hacían buena sombra en los días calientes y pasto donde el niño jugaba con la pelota. Pero la parte más bonita del patio era la huerta que el abuelo cuidaba con mucho cariño.

Un día, el niño se dio cuenta de que el abuelo cargaba una azada y un par de guantes gruesos en dirección a la huerta.

- Abuelo, ¿vamos a cosechar los tomates hoy? – dijo el niño animado.

- Hoy no, hijo, todavía necesitan más tiempo para crecer – dijo el abuelo, apoyando la azada en el piso. – Hoy voy a limpiar la tierra de esta parcela para plantar flores. ¿Quieres ayudarme?

El niño miró sin entender. Esa parcela no parecía diferente de las otras, pues había varios brotes creciendo ahí y algunos incluso tenían pequeñas flores amarillas.

- Pero ya tiene flores creciendo aquí, abuelo. ¿No podemos dejar que crezcan y plantar las flores nuevas en otro lugar?

El abuelo sonrió a su nieto y lo llamó para que se acercara.

- Mira bien las hojas de estas plantas. ¿Qué te parecen?

Después de una larga pausa, el

niño respondió:

- No sé... Son diferentes de todas las otras plantas de aquí.

- Exactamente, observaste bien – dijo el abuelo, satisfecho. – Esas son hierbas malas. Son peligrosas para la huerta porque crecen muy rápido y toman el espacio de las otras plantas. Por eso, incluso si tienen algunas flores, es necesario arrancarlas.

El abuelo se puso los guantes gruesos que había traído en las manos del nieto. Mientras le niño jalaba las hierbas malas de la parcela, el abuelo movía la tierra con la azada, hablando:

- Nuestra vida es como esta parcela. Necesitamos plantar buenas acciones, así como plantamos buenas semillas. Es eso que nos traerá buenos frutos. Pero no basta con solo plantar. Todos los días, debemos regar la huerta y cuidar de las plantas, ¿no crees? También en nuestra vida, tenemos que cultivar buenos hábitos y tener cuidado con los hábitos que son como las hierbas malas: parecen buenos, pero roban el espacio de otras cosas. ¿Entendiste?

Esa tarde, el niño ayudó a su abuelo a dejar la tierra suave y lista para el plantío de las flores. Incluso después de que pasaran muchos años, se acordaba de la huerta de su abuelo y del precioso consejo que recibió aquel día.


(Texto de Lívia Seneda.)

 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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