Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Oración


La oración de Valentín


Valentín estaba muy triste. Su perrito Toby estaba enfermo. Ya tenía doce años, que es una edad muy avanzada para los perros. En los últimos días, solo quería acostarse, comer muy poco y solo beber agua cuando Valentín o su madre le traían el tazón.

Así que ese día, a primera hora de la mañana, el padre de Valentín llevó a Toby al veterinario.

Valentín estaba viendo su caricatura favorita en la televisión, cuando su madre entró en la habitación, trayendo noticias:

- Papá llamó. El veterinario dijo que Toby tendrá que ser hospitalizado, porque está muy débil y necesita cuidados especiales. Pero va a estar bien cuidado, ¿está bien, querido?

Valentín estaba asustado. No quería estar lejos de su pequeño amigo.

- Mamá, tengo miedo. No quiero que Toby muera —dijo él, comenzando a llorar.

La madre abrazó al niño hasta que se calmó.

Cuando Valentín dejó de llorar, recordando la caricatura que estaba viendo, dijo:

– Si encontrara la lámpara mágica y pudiera pedir tres deseos, le pediría al genio que curara a Toby, que volviera a ser un perro joven y que nunca más envejeciera o enfermara.

- No tenemos la lámpara - dijo la mamá - pero podemos pedirle ayuda a alguien muy poderoso. Podemos decir una oración a Dios y pedirle ayuda.

- ¡Es cierto! - exclamó el chico, emocionado. ¡Oremos a Dios para salvar a Toby!

Valentín y su mamá oraron juntos, conversando con Dios de todo lo que estaba pasando y le pidieron su protección para que Toby se recuperara.

Al final de la tarde llamó el veterinario diciendo que podían ir a buscar a Toby, porque había pasado bien el día. Había comido, estaba hidratado y había respondido bien a los medicamentos.

Valentín fue a la clínica con su padre a recoger a su perro. Toby, al verlos, movió la cola y se levantó, caminando hacia ellos. Valentín estaba muy feliz de encontrarlo y verlo en pie nuevamente.

El veterinario explicó que no había caminado antes porque sentía dolor en la columna. Ahora estaba libre de dolor, gracias a los medicamentos. También explicó que sus dientes estaban desgastados y por lo tanto Toby necesitaría comer solo alimentos blandos a partir de ese momento. Y dio una serie más de recomendaciones.

Cuando llegaron a casa, la madre de Valentín abrazó a Toby y, después de ponerlo en su camita, llamó a Valentín e hicieron otra oración, agradeciendo a Dios porque todo estaba bien.

Todos estaban felices. Sin embargo, unos días después, nuevamente Toby no quería levantarse. Valentín le llevó la comida y el agua y se quedó acompañando a su amigo durante mucho tiempo. Toby, a pesar de su debilidad, parecía tranquilo y miraba a Valentín de vez en cuando, devolviéndole el cariño.

Cuando llegó el momento, Valentín tuvo que arreglarse e ir a la escuela. Cuando regresó al final de la tarde, su madre le dio la noticia de que Toby había muerto.

Valentín se puso muy triste y empezó a llorar. Una vez más su madre lo abrazó.

– Mamá, sería mejor si tuviéramos la lámpara de Aladino de todos modos. De nada sirvió rezarle a Dios – dijo Valentín sollozando. – ¡Pobre Toby!

La mamá esperó a que su hijo se calmara y luego le habló.

Valentín tardó un poco en aceptar la separación de su amigo. Solo más tarde, cuando creció, comprendió que todas las oraciones sinceras, hechas con buenos sentimientos, son escuchadas y atendidas por Dios.

Solo con el tiempo Valentín entendió que la naturaleza tiene sus ciclos y que el perrito ya necesitaba dejar ese cuerpo envejecido. Y pudo percibir que, a pesar de haber muerto, Toby había recibido todo el amparo. No había pasado hambre, ni sed, ni dolor. Y que también él pudo sentir todo el cariño de Valentino por él.

El niño también comprendió que, como el genio en la lámpara, Dios siempre nos responde, pero a diferencia de él, Dios solo hace lo mejor para nosotros.

Pasó el tiempo y Valentín recibió otro perrito. Si era Toby, en otro cuerpo, no lo sabemos, y no importa tanto. Lo que importa es que también se hicieron grandes amigos. Y la vida siguió adelante...

 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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