Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Reencarnación; amor


El ciclo de la vida


La mamá estaba cosiendo cuando se dio cuenta de que su hijito Caio estaba mirándola fijamente. Él ni pestañeaba, estaba con la mirada triste y pensativa.

Ella le preguntó qué estaba pasando y él respondió con otra pregunta:

- ¿En verdad tengo que crecer?

La madre se sorprendió y respondió que sí. Le dijo que él ya estaba creciendo, pero que esto era muy bueno, porque estaba aprendiendo muchas cosas y convirtiéndose en un niño cada día más lindo e inteligente.

Pero él no quedó satisfecho con esa respuesta y dijo que tenía que haber alguna manera de seguir siendo un niño para siempre, porque si él crecía, la mamá envejecería y no quería que ella muriera, porque la amaba mucho.

La madre se dio cuenta de que Caio tenía miedo de estar lejos de ella algún día.

Ella lo tomó en sus brazos y fueron hacia la ventana del apartamento. La mamá le pidió que mirara las casas, los edificios y las personas caminando por las calles, pues vivían en un barrio muy concurrido de una gran ciudad.

Ella empezó a explicar que hay mucha gente en el mundo y que Dios cuida de cerca a todas las personas que existen. Nadie está nunca solo. Los adultos cuidan a los niños, los mayores transmiten sus enseñanzas a los más jóvenes y todo el mundo está siempre aprendiendo y mejorando. Incluso los más viejos también están bien, porque ya han hecho mucho, ya aprendieron mucho, ya han vivido con mucha gente y eso es una bendición de Dios.

Explicó que todo el mundo nace, crece, envejece y muere. ¡Es el ciclo de la vida! El ciclo creado por Dios.

Pero viendo que el niño todavía estaba triste, ella dijo:

- ¡Pero una cosa no muere nunca!

- ¿Qué cosa, mamá? – quiso saber Caio.

- ¡El amor! El amor no termina, solo crece. Y el amor hace que las personas que se aman se busquen, se reencuentren, estén siempre cerca. ¡Y por eso vamos a estar siempre, siempre juntos, querido! - dijo, abrazando a su hijo.

— Cuando era pequeña, tampoco quería crecer. No sabía lo que iba a pasar. Pero los cambios fueron pasando poco a poco y hoy me gusta mucho haber crecido, porque pude tenerte a ti - continuó la madre.

— Sí, pero ahora que ya creciste, el abuelo envejeció y murió — dijo Caio.

- Lo sé, hijo. Lo extraño, sí. Pero entiendo que ya necesitaba volver al mundo espiritual. Su cuerpo ya estaba muy viejito. No se sentía bien. Pero sé que lo encuentro algunas noches mientras mi cuerpo duerme. Y también sé que voy a tener otras vidas con mi querido papá, pues nos amamos mucho y sé que Dios va a preparar lindas oportunidades para que estemos juntos nuevamente.

Caio pensó un poco en lo que dijo su mamá y, encontrando una solución, dijo emocionado:

- A mí también me gusta mucho el abuelo. Si él quiere, puede nacer como mi hijo esa vez. Yo podría enseñarle a andar en bicicleta, como él me enseñó a mí.

- Qué gran idea - dijo mamá, sonriendo. – Pero para eso tendrás que crecer primero.

Ellos siguieron hablando sobre el amor, sobre las reencarnaciones y sobre los planes del chico de estar siempre cerca de su madre y de las personas que él amaba. Pero lo importante fue que Caio se calmó y entendió que el ciclo de la vida fue creado por Dios y que él está a nuestro favor.


(Adaptación del texto Ciclo de la Vida, de Sheila Jorge, del sitio web Contos de ninar.)


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


Material de apoio para evangelizadores:

Clique para baixar: Atividades

marcelapradacontato@gmail.com




 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita