Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Respeto


Saltarse colas, ¡no!


La madre de Duda entró a su casa emocionada. Regresaba de la reunión de padres y maestros en la escuela, donde había recibido buenas noticias.

– ¿Cómo fue la reunión, mamá? ¿Qué dijo Doña Dalva? preguntó Duda, curiosa.

- Fue muy buena. Los padres recibieron las boletas de calificaciones y vi que sacaste buenas notas, Duda. Felicidades, hija, por tu dedicación. La maestra también dijo que tienes un buen comportamiento en el salón de clases, eres educada con ella y con tus compañeros.

Eso es genial, Duda, ¡estuve muy feliz! - dijo la madre, abrazando a su hija.

- Fue bueno también, porque me encontré con otras

madres y conversamos bastante - continuó. – Conocí a la mamá de Valentina, la chica nueva que se unió a tu clase esta semana. Fue muy amable, te agradeció por ayudar a Valentina en el primer día. Dijo que ya se está acostumbrando y que está disfrutando de la escuela. ¿Esta chica nueva es agradable, Duda?

- Ella es genial, mamá. Nos estamos haciendo amigas. El primer día me asustó, pero luego todo estuvo bien – dijo Duda, sonriendo.

- ¿Susto? ¿Como así? – quiso saber la madre.

Duda, entonces, explicó:

– El primer día de clase Valentina se sentó a mi lado y le fui explicando algunas cosas durante la clase. En el recreo ella fue al baño y yo me fui rápido a la cafetería, porque había una cola enorme para comprar la merienda. Cuando estaba en la fila, ella llegó y se acercó a donde yo estaba para hablar conmigo. Yo estaba realmente avergonzada porque pensé que ella quería saltarse la cola, solo porque me conocía. Y Doña Dalva ya había dicho varias veces que nadie debe saltarse las filas, explicó que eso es una falta de respeto a los que llegaron antes y que no quería ver a ninguno de sus alumnos haciendo eso. Si yo dejaba que Valentina se colara en la fila en mi lugar, todos iban a pensar mal de mí.

- ¡Por supuesto! A nadie le gusta estar esperando y que alguien llegue después y entre delante suyo. Saltarse la cola es realmente molesto. ¿Pero qué más, hija? ¿Los compañeros se quejaron?

– No, mamá, ella no quería saltarse la cola. Por eso dije que fue solo un susto. Ella vino a hablar conmigo solo para preguntarme qué merienda me gustaba en la cafetería, si valía la pena comprar con el dinero que tenía. Se lo dije, ella me agradeció y luego se fue al final de la fila para esperar su turno.

- ¡Ah que bueno! Entonces, ella es muy bien educada, hija.

- ¡Claro que sí! Y cuando llegó al final de la fila, me sentí tan aliviada porque no me hizo pasar vergüenza, que yo también fui con ella para seguir conversando. Cuando nos tocó el turno, yo ya había dicho todo y ella incluso ya había decidido qué pedir.

– ¡Qué bueno, hija! Buena idea la que tuviste. En lugar de que ella avanzara, tú fuiste hacia atrás. ¡No dieron motivos para que nadie se queje!

– Sí, mamá, y no me importó esperar más, porque conversar más tiempo con Valentina fue incluso bueno, porque yo también le caí bien y ahora estoy ganando una nueva amiga.

- ¡Eso es, hija! ¡Nunca perdemos al hacer lo correcto! - concluyó la madre de Duda, abrazándola una vez más.

Duda y Valentina luego se hicieron, realmente, muy buenas amigas. Se llevaban bien, se parecían en muchos aspectos, y eran chicas que sabían respetar a las personas e incluso cuando se ponían en una cola larga pensaban: “¡Saltarse las colas, no!”.
 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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