Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Fe y auxilio divino


Fuerza y fe


Juquinha estaba estudiando para el examen, pero tenía dificultad para entender el tema. Empezó a sentirse inseguro.

“¡Este tema es muy difícil! No creo que pueda aprender nada. ¡Voy a reprobar el examen mañana! ¿Qué voy a hacer?”, pensó, preocupado.

El niño, entonces, fue a pedir ayuda a su madre y le explicó lo que estaba pasando.

- Tranquilo, hijo, yo te voy a ayudar. Leeré los apuntes contigo, pero antes vamos a hacer una oración y pidamos ayuda a Dios. Después, vamos a estudiar mucho y ¡vas a lograrlo! - dijo la madre confiada.

El niño aceptó la ayuda de su madre, e hicieron lo que ella propuso. Pero, mientras estudiaban, aun sintiendo que tenía dificultad con el tema, Juquinha preguntó:

- Mamá, ¿por qué le rezamos a Dios para que me ayude si de todas maneras tengo que estudiar este tema difícil? ¿No podría Dios haberme hecho saber una parte, o al mismo tiempo aparecerse ante mí y asegurarme que mañana la prueba será fácil?

La mamá sonrió y dijo:

— Juquinha, tu pregunta me recordó un mensaje de El Evangelio según el Espiritismo, escrito por Allan Kardec.

La madre de Juquinha pasó entonces a explicarle el mensaje del libro:

- Un hombre está perdido en el desierto, casi muriendo de sed. Casi sin fuerzas, cae al suelo y le pide a Dios que lo ayude. El hombre espera, pero nadie aparece para darle agua. Pero un buen espíritu acude en su ayuda y, sin ser visto, le inspira la idea de levantarse y seguir uno de los caminos que tiene delante. El hombre, entonces, usando las fuerzas que aún le quedaban, se levanta, camina y logra ver un riachuelo, lo que lo llena de valor para sobrevivir.

- No entiendo - dijo Juquinha. - ¿Qué significa esta historia?

- Tranquilo, ahora viene la explicación y enseñanza del mensaje - respondió la madre. - Si el hombre fuera una persona de fe, al encontrar el agua dará gracias a Dios diciendo: “Gracias, Dios mío, por haberme animado a levantarme y por darme la idea de seguir por el camino correcto hasta ese riachuelo”. Pero si fuera un hombre sin fe, dirá: “Nadie me ayudó, tuve que llegar hasta aquí solo. Por suerte tuve la idea de seguir por ese camino”.

Ella continuó:

- ¿Entendiste ahora, hijo? Dios nos ayuda, pero no nos quita nuestro deber ni el mérito de nuestro esfuerzo. Dios no hace lo que nos corresponde a nosotros. A veces la ayuda puede venir de la intuición, de situaciones que se presentan o incluso a través de las personas. Pero nuestro esfuerzo siempre es necesario. Si Dios nos quitara eso, no tendríamos mérito, no nos fortaleceríamos ni evolucionaríamos. Siempre tendríamos que esperar que las cosas vengan a nosotros.

Juquinha pensó un poco y dijo:

- Creo que entendí. ¡Debemos tener fuerza y ​​fe! Confiar en que Dios me estará ayudando con las cosas que no controlo, y esforzarme y estudiar lo más que pueda, porque esa es mi parte. ¿Verdad?

- ¡Exacto! ¡Y no te olvides de dar las gracias después, también! - respondió la madre.

- Está bien, yo agradezco - dijo Juquinha, sonriendo. - ¡Pero vamos a estudiar ahora, porque todavía voy a tener que esforzarme mucho para aprender todo esto!

Juquinha estudió y Dios lo ayudó, porque logró salir bien en la prueba del día siguiente. Y aprendió muchas cosas, especialmente cómo fortalecer su fe.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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