Especial

por Marcus De Mario

Familia, escuela y educación

Muchos padres, perturbados por la conducta de sus hijos, no siempre obedientes, están literalmente internando a sus niños y adolescentes en las escuelas de tiempo integral, y cuando eso no es posible hacen matriculas en curso de lenguas, aulas de tecnología de la información, inscripción en prácticas deportivas, todo para ocupar lo máximo posible a los hijos y tener algunas horas de sosiego en el hogar, con la creencia de que escuelas, cursos, clubes van a poner a los hijos en la “línea”, van a hacer con que gasten las energías y se disciplinen.

Muchos padres, en verdad, demuestran que en casa no tienen paciencia, tolerancia y mucho menos autoridad moral con los hijos. No realizan la educación de sus hijos y transfieren para la escuela y otras instituciones ese deber que les compete.

Precisamos aprender a educar para la autonomía, para la solidariedad, para la bondad, pero para eso tenemos primero que educarnos, o sea, tenemos que combatir en nosotros la indolencia, el comodismo, la hipocresia, el individualismo, cosas de que nuestra sociedad está harta, acarreando consecuencias malas, como hemos asistido todos los días.

¿Cómo exigir obediencia y buen comportamiento de nuestros hijos, si confundimos eso con respeto total y exagerado a nosotros, cercenando la libertad de ellos? Y peor, dando malos ejemplos, pues de nuestra parte no somos obedientes y no siempre mantenemos buen comportamiento. Es como aquella madre viciada en dulces y chocolates, un tanto obesa, colesterol alto, sedentaria, y que exige que su hija, en la escuela, solo coma cosas saludables y participe de actividades que tengan ejercicios físicos. Sin dar el propio ejemplo, esa es una educación sin efecto, y si la hija comienza a su vez a comer dulces y chocolates, por cierto será castigada y, por no ser obediente, acabará matriculada en todos los cursos posibles más allá de la escuela.

¿Será incluso que existen hijos difíciles, hijos problemáticos? Creemos que existan hijos-desafío, y que solamente una buena educación, perseverante, puede darles autocontrol, sin amarras, sin exageraciones, pero con mucho diálogo, buenos ejemplos y autoridad moral, lo que debe comenzar incluso antes del nacimiento, pues en la barriga de la madre la criatura ya oye y siente todo lo que le transmitimos.

Debemos hacer esfuerzos en el sentido de unir la familia con la escuela y vice-versa. Que tenemos de tener una nueva escuela, nuevas metodologías, no pongo en duda, pero de ahí a correr para "novedades" sin fundamento pedagógico, va una gran distancia.

Recordando que somos espíritus inmortales y que, por tanto, los hijos traen un bagage de experiencias, aprender y conquistas, no podemos transferir la educación para el ambiente exclusivo de la escuela, o incluso de otras instituciones sociales, divorciando la familia de ese proceso. Padres y profesores deben darse las manos, así como en el ámbito del Centro Espírita, cuando los padres y otros responsables no pueden y no debenn entregar a los hijos para la Evangelización, y volver para casa. Precisan formar parte del Grupo de la Familia, que debe ocurrir al mismo tiempo de la evangelización infantojuvenil.

Y en el ámbito doméstico, el llamado Evangelio en el Hogar debe envolver a todos los componentes de la familia, inclusive las criaturas, los adolescentes y los jóvenes, y no apenas los llamados adultos.

Familia, escuela, centro espírita y otras instituciones de carácter educativo deben unirse para la buena formación de las nuevas generaciones. El distanciamiento entre ellas trae consecuencias funestas para la sociedad, como hemos visto. Y que se procuren, en todas las instancias, la moralización y espiritualización de las nuevas generaciones, si queremos un mundo en paz, más justo y equilibrado.

Que los padres sean más fáciles, para que los hijos sean menos difíciles. Que los profesores sean más humanos, para que los alumnos sean más sensibles. Es en el amor que familia y escuela deben encontrarse. Es en el amor que conseguiremos transformar a los individuos para asistir paulatinamente a la transformación para mejor de toda la sociedad.


Responsabilidad de los padres

Estamos asistiendo a criaturas extremamente rebeldes, autoritarias y egoístas; jóvenes que no respetan ningún tipo de autoridad; adultos exhibicionistas, sensuales y violentos. Se habla entonces del fallo de la educación, apuntándose la escuela como gran culpable, la villana del caos social que estamos viviendo. No podemos dejar de concordar que la escuela hace mucho tiempo se perdió de la educación, pero no podemos culparla por todos los males sociales, pues otro instituto básico ha fallado gravemente en la educación de las nuevas generaciones y en la reeducación de los adultos: la familia.

Es de la responsabilidad de los padres la educación de los hijos a través de los buenos ejemplos, de los buenos consejos, de las orientaciones útiles, de la corrección de las malas tendencias del carácter, del preparar para la vida en sociedad. Es en la familia que se educa para los deberes, las responsabilidades, el respeto al otro, para el vivir ético. Cuando los padres, y también otros responsables, fallan en esa educación, la sociedad sufre, pues la escuela, que también debe trabajar la educación moral, no puede y no debe sustituir la familia. Por mayor que sea el amor y la dedicación de un profesor, él no puede sustituir ni al padre, ni a la madre de aquel niño o joven que está su alumno.

La tarea educacional de los padres es tan importante que los Espíritus Superiores dejan claro en la pregunta 582 de El Libro de los Espíritus, que, si fallaran, responderán delante de la ley divina por los desvios de los hijos, pues ellos fueron confiados por Dios a los padres terrenos, que aceptaron esa misión durante la realización del planeamiento reencarnatorio, o sea, aun en el mundo espiritual.

No estamos diciendo que sea fácil educar a un hijo rebelde, indolente o perezoso, pero recordemos que ellos son hijos-desafío, requiriendo dosis mayores de amor, paciencia, perseverancia y autoridad moral. Y cuanto más los padres se esforzaran en poner en práctica esas cuatro herramientas, más crecerán en moralidad y espiritualidad, o sea, en el esfuerzo de educar al hijo, educarse a sí mismo.

Enseñar a respetar al otro, a comprenderlo; a colaborar en las tareas domésticas; a saber lidiar con el no; a desenvolver virtudes; a tener límites, son tareas que competen a los padres en el seno de la familia. Si eso no fuera hecho, continuaremos viendo alumnos golpear a los profesores, jóvenes acabando en discotecas regadas de bebidas alcohólicas, drogas y sexo desequilibrado. Continuaremos a asistir a adultos corrompiéndose por dinero y poder y la violencia tomando cuenta de la sociedad.

La familia debe ser institución social de educación de las nuevas generaciones, preparando también a los futuros padres. Y no se olviden los padres de unir esas almas reencarnantes con el Evangelio, brújula de luz de la vida, pues está faltando el Cristo en los corazones, está faltando sensibilizar los sentimientos, tocar las almas, y ese trabajo debe ser hecho en el hogar, en la familia.

La escuela irá a asociarse al trabajo de la familia, no quedando apenas en el compromiso formal de la enseñanza de contenidos curriculares, pero, repetimos, la escuela no tiene cómo sustituir la familia, así como no puede corregir totalmente la falta de educación que las niños y los jóvenes cargan de casa. Ahora, si la familia se uniera a la escuela, y la escuela recibiera generosamente a la familia, entonces tendremos luz al final del túnel. Por eso está surgiendo el trabajo de las comunidades de aprendizaje, que envuelven escuela, familia y comunidad. Todos juntos, dandose las manos, trabajando en conjunto, uniendo experiencias y esfuerzos en la educación.

No olviden los padres que la misión de educar les pertenece, y que la clave del progreso moral y de la felicidad del hombre y de la humanidad está en la educación moral de los hijos.


Marcus De Mario es educador, escritor y conferenciante; coordinador de Siembra de Luz, grupo de estudio espírita; editor del canal Orientación Espírita en YouTube; director del Ibem Educa, organización educacional no gubernamental.


 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita