Especial

por Vladimir Alexei

Aprendiendo a mejorarse

Es gratificante cuando se compulsan obras de autores espíritas con bagaje analítico. Comprender la esencia de las enseñanzas espíritas es fundamental para nuestra mejora como seres humanos, espíritus inmortales.

Gonzales Soriano, citado por el añorado Herculano Pires, dice que el “espiritismo es la síntesis esencial de los conocimientos humanos aplicados a la investigación de la Verdad”. En el siglo XIX el español ya había comprendido la esencia del espiritismo que es siempre bueno rescatar.

Esa reflexión, de la doctrina espírita sea la síntesis esencial de los conocimientos humanos, tal vez merezca un poco más de atención. Desde los principios el hombre aplica, entre intentos de acierto y error, su comprensión sobre la vida y las interpretaciones aceptables, de acuerdo con sus recursos, sobre la verdad. Partiendo de esa premisa, somos invitados a desenvolver la comprensión sobre la transitoriedad de la vida en el plano de los encarnados, lo que equivale a decir que el conocimiento de la verdad es algo que se perfecciona, perfecciona a la medida en que se dilatan las potencialidades de la mente, campo despierto de la conciencia, en el decir del Espíritu Emmanuel.

Esa comprensión vuelve el entendimiento de la vida más amplio ante las diferencias de comportamientos, las atrocidades sociales, los desequiliíbrios personales y las enfermedades que solapan a la humanidad, sobre todo aquellas de origen mental.

El Espiritismo, dice aun Herculano Pires, es una doctrina sobre el mundo. Nos da, el espiritismo, su interpretación y nos muestra como debemos conducirnos en el mundo. Es eso que define al verdadero espírita: esfuerzos emprendidos en la aplicación práctica, cotidiana, de las enseñanzas doctrinarias. Sería, interpretando el pensamiento del filósofo espírita de mayor expresión en Brasil, hacer una lectura del mundo y de la vida, aplicando las enseñanzas doctrinarias a despecho de la fuerza vigente en la humanidad: el egoísmo.

El ser humano vive la paradoja del crecimiento evolutivo, momento en que es invitado a adaptarse ante las circunstancias. Adaptarse no significa ceder a los anhelos del egoísmo e insuflar el comportamiento que ha agredido a la sociedad, aumentando las rupturas sociales. Se trata de la absorción del conocimiento doctrinario y su aplicación, a la medida en que se coloca con voluntad suprema para vencerse a sí mismo. Ese movimiento, parafraseando a Umberto Eco, “cohexistirá”, por un tiempo, con otros movimientos refractarios, contrarios a los impulsos renovadores. Saber convivir con esa cohexistencia es comprender el sentido mayor de adaptarse.

Parece complejo, tal vez no sea tan simple, pero tomemos la mediumnidad como un ejemplo. Allan Kardec en El Libro de los Médiuns y Leon Denis en En lo Invisible, son objetivos en cuanto a la importancia de que el médium desenvuelva una rutina de preparación para los momentos sistematizados de intercambio con el mundo espiritual. Diría, de forma categórica, bajo pena de ser mal interpretado, que es “obligación” del médium prepararse para las sesiones mediúmnicas. Todos debemos prepararnos, en especial el médium.

Por más versado que sea el médium delante del contenido doctrinario y por mejor que sea su preparación y el condicionamiento de su facultad a lo largo del tiempo, es importante que el médium se mantenga en constante proceso educativo de la facultad mediúmnica. El estudio de la mediumnidad es el estudio de una vida entera. No se trata de leer, estudiar y conocer determinadas obras. Se trata de un estudio constante para ampliar su alcance de acción y volverse un instrumento para la comunicación fluida entre los mundos material y espiritual.

¿Por qué el rigor en relación al médium es diferente? Porque administrar y educar la facultad que permite mayor lucidez en el contacto con el mundo espiritual requiere tales condicionamientos por parte del médium.

Observen la literatura espírita sobre la comunicación con el mundo espiritual, desde los experimentos de la época de Kardec, Leon Denis y Gabriel Delanne, hasta los días actuales con las obras del médium Chico Xavier. Las orientaciones son claras: la preparación del médium es condición sine qua non para un intercambio fidedigno. Parece obvio, pero no siempre es: el contacto con el mundo espiritual significa contacto con mentes y pensamientos que pueden ser muy diferentes del suyo y, por conseguinte, exigirá mayor capacidad del médium para ser un instrumento fiel.

Un médium seguro de sus potencialidades sabe de la importancia de prepararse. El médium iniciante y con voluntad suprema de educar la mediumnidad, utiliza la paciencia para adaptarse entre las exigencias del mundo material y una preparación rigurosa (en cuanto a la palabra “rigurosa”, cabe recordar que el rigor es elástico y por eso varia de acuerdo con las circunstancias y el motivo para el cual el médium se ha preparado como instrumento de intercambio).

Todavía, por más que sean claros en cuanto a la importancia de la preparación del médium, cabe al estudiante y aprendiz trabajador, aplicar el buen sentido con fidelidad a los propósitos de búsqueda de su perfeccioamiento espiritual.

El médium que ingiere bebidas alcoholicas, que hace uso del tabaco y otras drogas lícitas e ilícitas, cuando estudia la doctrina espírita pasa a preocuparse en cómo administrar tales situaciones hasta comprender que la transformación de hábitos requiere educación de los sentidos en busca de un propósito superior a lo largo del tiempo. Como proceso educativo, se observa la importancia, en la literatura espírita al respecto de la mediumnidad, de crearse una rutina para el autoconocimiento y así permitir el contacto con sus diversas emociones e, ipso facto, con sus ideales superiores de forma perseverante paciente. Es importante, y en muchos casos, que el médium se abstenha de tales hábitos por periodos cada vez mayores antes de la reunión. Para hacer eso de forma consciente, todavía, es fundamental que él sepa comprender el origen de tales hábitos y actue en las causas, concomitantemente al periodo de abstinencia, que puede ser facilitado con cambios de hábitos, preferentemente acompañados por profesional especializado en el área de la salud.

Al contrario del sentido común, no se trata de comparar lo que es más relevante, si son los hábitos físicos o mentales. Se trata de comprender los esfuerzos que todos emplean para domar sus inclinaciones malas. Y todos tenemos esas inclinaciones en grados y naturalezas diferentes y en puntos diferentes de los que fueron citados en esas reflexiones.

Ya oimos comentarios del tipo “es preferible aceptar un fumador en la reunión mediúmnica que un maledicente”. ¡Tal vez la discusión pase por ahí (a pesar de la dificultad de identificar un maledicente, lo que puede ocurrir con la observación del comportamiento en la convivencia)! No comer carne, no ingerir bebidas alcoholicas, no hablar mal de los otros, no desear el mal de los otros, están todos unidos al proceso que somos invitados a revisar.

Lo que invitamos al lector a reflexionar es que, la preparación de un médium, así como el estudio de la doctrina espírita puede hasta comenzar en función de una tarea específica en la casa espírita, pero no debería limitarse a esa tarea y ni mucho menos a la casa espírita. Los espíritus que se manifiestan en las reuniones mediúmnicas no utilizan las “fichas espirituales” de un trabajador espírita para observarlo apenas durante el ejercicio de sus actividades en la casa espírita. El ser es integral. Por tanto, si hay moral a ser desarrollada, esa ocurre cuando el individuo se esfuerza delante de los compromisos de la vida, con los recursos que tiene y sus elecciones, mucho más de lo que el tiempo que posee en una tarea espírita.

En suma, diríamos que, para aprender mejor, necesariamente pasamos por la comprensión de las circunstancias y de los contextos; los hábitos son comportamientos que se repiten a lo largo de un determinado tiempo. Cambiarlos requiere una estrategia que se repita también a lo largo del tiempo para que el individuo imprima esfuerzos capaces de proporcionar la transición entre un hábito nocivo y otros hábitos más ajustados con lo que se desea para el futuro; comparar comportamientos es incurrir en el riesgo de ser injusto para con aquellos que se esfuerzan y se hacen voluntarios para una tarea que sea, tal vez, ese cambio de hábito que tanto anhela; toda tarea en la casa espírita – así como toda tarea voluntaria en la vida, es legítima puerta para el perfeccionamiento espiritual. Si los hábitos aun son incompatibles con una reunión mediúmnica de desobsesión, por ejemplo (sean cuales hábitos fueran), iniciemos por otras tareas, conquistemos más seguridad para los cambios de hábitos hasta estar preparados para las reuniones mediúmnicas (siempre en diálogo con el dirigente para mejor comprensión de su caso). Aun así, delante de todo cuidado posible, uno se destaca: el amor. ¡Haga todo con amor! ¡El amor es comprensivo, fraterno, paciente y benevolente!


 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita