Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Obediencia


¡Ya voy!


Miguel estaba creciendo y aprendiendo con su familia a ser mejor cada día. Pero había una cosa que estaba preocupando a su mamá. Cada vez que alguien le pedía que hiciera algo, él respondía:

- ¡Ya voy!

La mamá llamaba:

- ¡Miguel, ven a almorzar!

- Ya voy, mamá – respondía él, pero no iba.

Otro día, la mamá pedía:

- Miguel, ayuda a Ritinha a tirar la basura.

- ¡Ya voy, mamá!

Pero, nuevamente, no iba.

Miguel se había habituado a usar esa expresión: “ya voy”.

Su mamá comenzaba a preocuparse. Los hijos que aprenden a obedecer en casa, en el colegio, en los lugares que frecuentan de niños, en el futuro, cuando sean adultos, sabrán obedecer las reglas de la sociedad y vivir en paz, en convivencia con otras personas.

Además, ese comportamiento de Miguel, de no obedecer, ya estaba afectando a la familia. Debido a que nunca colaboraba, algunos servicios se quedaban sin hacer, la casa quedaba en desorden. Con su mal ejemplo, su hermana tampoco quería obedecer. Hasta la paz de la familia estaba amenazada, pues la mamá perdía la paciencia, el papá se quedaba nervioso y los hermanos discutían, acusándose uno al otro.

Un día Miguel estaba jugando en el patio trasero. Era un terreno grande y ahí había un árbol. Miguel logró trepar al árbol solo, pero al momento de bajar tenía miedo de caerse. Lo intentó por un lado, por el otro, se pasó a una rama más baja, pero aun así no podía. La solución sería llamar a su madre para sacarlo de allí.

De repente, Miguel escuchó el ruido del carrito de helados. Le encantaba cuando el heladero pasaba por su calle. Inmediatamente comenzó a gritar muy alto, llamando a su madre.

- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Ayúdame a bajar!

Pero la mamá estaba lejos y no escuchaba.

Entonces, llamó a su hermana:

- ¡Ritinha, llama a mamá!

La niña lo escuchó, pero desde donde estaba solo respondió:

- ¡Ya voy!

- Llama pronto a mamá – insistió él.

- ¡Ya voy! – repitió ella.

- Llámala ahora, quiero bajar – pedía Miguel, mientras escuchaba los silbidos del carro de helados alejándose, hasta ya no escucharlo más.

Solo después de un buen tiempo la niña dejó lo que estaba haciendo y prestó atención a lo que pedía su hermano.

Entonces la mamá fue al árbol y ayudó a Miguel a bajar.

El niño estaba molesto con su hermana y ya iba a pelear con ella, cuando la mamá, interviniendo, habló:

– ¿Has visto, hijo mío, cómo son las cosas? Ritinha acaba de imitar un comportamiento que tú haces siempre. Ahora creo que te has dado cuenta de que cuando otra persona nos llama es porque necesita nuestra ayuda en ese momento. No podemos simplemente decir "ya voy". Necesitamos tener obediencia e ir a tiempo. ¿Viste lo malo que fue esperar tanto tiempo? Perdiste la paciencia, te enojaste. Yo trato de tener paciencia contigo porque sé que cada día aprendes más y en el futuro ya no tendrás este comportamiento. Ya no quiero necesitar tu ayuda y escuchar “ya voy”; ¿está bien?

A Miguel no le gustó, pero tuvo que admitir que actuaba de esa manera. Tampoco le gustó tener que esperar, con miedo a bajar del árbol. Ni haber perdido el helado...

Pero sin duda, esa fue una experiencia válida, pues desde ese día en adelante Miguel nunca más dejó de obedecer a su mamá, en el momento.

 

Adaptación de texto del sitio Seara do Mestre


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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