Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 

Tema: Buenas propuestas


Siguiendo adelante


Miguel y su familia habían acabado de mudarse a una nueva ciudad debido al trabajo de su padre.

Pero a Miguel no le estaba gustando la mudanza. Sentía nostalgia de su antiguo cuarto y la nueva casa todavía necesitaba de algunos ajustes. No había un espejo en el baño y a Miguel le parecía raro tener que peinarse sin poder verse. No encontraba sus juguetes ni su ropa, que todavía estaban en las cajas de la mudanza.

Una tarde, después de hacer sus tareas del colegio, Miguel cogió su pelota de fútbol y fue a distraerse al patio.

Comenzó a patear la pelota contra el muro y su mamá, escuchando el barullo, fue hacia el patio y advirtió:

- Cuidado, Miguel, no necesitas patear tan fuerte. ¡Vas a romper los vasos!

Miguel no prestó atención y continuó jugando. De repente, por culpa de una patada muy fuerte y de un mal movimiento, la pelota subió demasiado y pasó por encima del muro. Miguel escuchó el sonido de un vidrio quebrándose. La pelota había atravesado la ventana de la casa de la vecina. Miguel se quedó aterrado. Corrió hacia el interior de su casa, sin saber qué hacer.

Avergonzado, Miguel le contó a su mamá lo que había pasado.

Ella lo abrazó y dijo:

- ¡Calma, hijo! ¡No tiene que quedar así! Vamos a hablar con la vecina. Vamos a ofrecernos para pagar la reparación de la ventana y pedir disculpas por la molestia. No se puede deshacer lo que pasó, pero vamos a hacer lo posible ahora.

Miguel no quería ir, prefería que su mamá resolviera todo sola. Pero tuvo que ir de todas maneras. Cuando la vecina atendió, la mamá de Miguel se presentó y él, con mucha vergüenza, se disculpó. La vecina fue comprensiva y hasta le devolvió la pelota. Ellas llegaron a un acuerdo sobre la reparación y el pago del vidrio.

Todo quedó bien. Pero no para Miguel. Además de casa nueva, de colegio nuevo, de la falta de amigos, ahora tenía esa vergüenza de haber roto la ventana de la vecina que ellos todavía no conocían.

Su mamá, percibiendo que su hijo estaba abatido, lo llamó para conversar. Miguel, entonces, aprovechando la atención de su madre, comenzó a reclamar por todo.

Habló de todas las cosas que no le estaban gustando. Explicó que se sentía culpable de haber pateado fuerte, a pesar de que ella se lo había advertido. Terminó diciendo que nada le estaba resultando bien en esa ciudad y que quería irse de ahí.

La mamá lo escuchó con atención y calma.

- Hijo, sabes que el trabajo de tu papá ahora es aquí. Y protestar por todo no resolverá nada. ¿Sabes lo que tienes que hacer cuando todo está mal?

Miguel movió la cabeza, respondiendo que no. Ella continuó:

- Necesitamos identificar cada cosa que nos está incomodando y perseveramos haciendo lo necesario para que las cosas mejoren. Es decir, necesitamos seguir adelante, con buena actitud.

- No hay nada para mejorar aquí de lo malo que es – respondió Miguel, malhumorado.

- Pero no vamos a saberlo antes de intentar – dijo la mamá, optimista, cogiendo papel y lapicero. – Vamos a hacer una lista.

La lista comenzó con los arreglos para la casa: comprar cortinas para los cuartos, desarmar las cajas de la mudanza, ordenar las cosas en los armarios, colocar un espejo en el baño, etc.

En los días que siguieron, fueron realizando los puntos de la lista. Modificaron algunos, aumentaron otros, pero se mantuvieron empeñados en hacer que las cosas mejoraran. Después de algún tiempo, eso comenzó a pasar realmente.

Miguel hizo algunos amigos en el colegio y pasó a participar en los partidos de fútbol, lo que él adoraba.

Conoció al hijo de la vecina y jugaba con él algunas veces. Cuando estaba en su casa, era siempre educado. La vecina lo trataba bien y él ya no tenía vergüenza de lo que había pasado.

La casa de Miguel fue volviéndose acogedora y a él le gustó mucho la decoración de su nuevo cuarto.

En pocos meses, Miguel ya estaba adaptándose a la nueva ciudad, donde pasó a vivir feliz.

Persistir en actitudes positivas es la manera correcta de transformar nuestras vidas para mejor.


 

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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