Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
Tema: Buenos hábitos, pensamientos positivos


¿Qué practicas?


El papá de Gabriel fue a buscarlo después de su clase de natación. El niño estaba entrenando todos los días, pues participaría en una competencia el fin de semana.

- ¿Cómo fue el entrenamiento de hoy, hijo? – preguntó el papá.

- Fue agotador. Me esforcé mucho, pero aun así no sé si voy a lograr que me vaya bien – respondió el niño, desanimado.

- ¿Por qué? – preguntó el papá, dándose cuenta de que había un problema.

- Porque va a ser una gran competencia, y puede que haya otros niños que naden mejor que yo. Además, si entra agua en mis lentes de natación y no puedo ver bien, no voy a poder parar, y luego no voy a nadar bien. Y también el entrenador nos avisó que a la hora de la partida solo podemos saltar al agua cuando escuchemos el pito. Si saltamos antes, somos descalificados. Como voy a estar nervioso, puede ser que eso suceda.

- Pero, hijo, no pienses así. Tú estás entrenando mucho. También tienes buenas posibilidades de salir bien – reflexionó el papá.

Pero el niño escuchó mal lo que le dijo y refunfuñó:

- Eso si no me resfrío hasta el sábado, pues hoy el agua de la piscina estaba medio fría. Ya una vez sucedió eso y al día siguiente me quedé con la nariz congestionada.

El papá, entonces, notando que el hijo necesitaba examinar su postura mental, dijo:

- Gabriel, cuando practicas algo, lo normal es que te vaya muy bien en eso. Con el tiempo, si continúas practicando, hasta puedes volverte un profesional.

- Yo sé, papá, ¿por qué me estás diciendo eso?

- Porque no sé si lo notaste, pero más allá de la natación, estás practicando la preocupación e inclusive el pesimismo.

El niño se quedó pensativo y el papá le explicó:

- Tú practicas natación y estoy muy feliz con eso. Es un excelente deporte, que colabora con la salud de tu cuerpo, te brinda oportunidades de convivencia con otros atletas y tener desafíos, que van a traerte experiencias nuevas, como esa competencia. Por tanto, la natación es buena para ti.

- Pero – continuó el papá – no es solo el cuerpo que tiene actividades. ¡Nuestra mente también las tiene! Si practicamos diariamente la alegría, el optimismo, la confianza y otros sentimientos buenos, seremos profesionales en encontrar motivos en nuestra vida diaria para ser felices. De la misma manera, si practicamos encontrar situaciones malas, vamos a ser tan buenos en eso que vamos a creer que tenemos muchos problemas y muchos motivos para ser infelices.

- ¡Tiene sentido – estuvo de acuerdo Gabriel.

- ¡Pues claro! Tengo un compañero de trabajo que se queja tanto de todo, que logra ver problemas hasta donde no hay. El otro día se quejó de que la comida que sirvieron en la cafetería de la empresa era tan buena que lo estaba haciendo engordar. ¡Imagina lo que diría, entonces, si la comida fuera mala!

Gabriel se rio y el papá habló para concluir:

- Por lo tanto, hijo, debes pensar siempre: Si alguien me pregunta “¿qué practicas?”, ¿cuál sería tu respuesta? ¿Has practicado cosas que te dejan feliz o infeliz?

- Está bien, papá, entendí – respondió Gabriel, comprendiendo la necesidad de vigilar más sus hábitos.

La conversación ya estaba terminando cuando llegaron a casa.

La mamá de Gabriel los esperaba y, dando un beso al hijo, preguntó:

- Y, querido, ¿cómo te fue en el entrenamiento de hoy?

- ¡Me fue muy bien, mamá! – respondió el hijo – ¡estoy entrenando mucho y creo que el sábado voy a disfrutar mucho de mi primera competencia! Quiero ganar una medalla. ¡Eso sería lo máximo! Pero si no gano, esta vez, todo estará bien, también. ¡Igual lo voy a disfrutar, porque adoro nadar!

Diciendo eso, Gabriel miró a su papá, sonriendo. Su papá le sonrió de vuelta y, viendo que su hijo había aprovechado bien la conversación que tuvieron, le dio un gran abrazo, satisfecho.

  

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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