Especial

por Rogério Coelho

Efecto profiláctico & curativo del sentimento religioso

“(...) En los trastornos psíquicos profundos, la esquizofrenia se destaca atemorizada, de cara a la alienación que impone al paciente.” - Joanna de Ângelis1

 
Los tiempos actuales, cuando el movimiento espírita en Brasil y en el mundo, recibe el insulto de corrientes “espiritualistas” antirreligiosas, generadas por la pretensión apareada con el obnubilamiento mental de sus fiscales, queremos probar, con base en los irrefutables pensamientos de Allan Kardec, André Luiz y Joanna de Ângelis, en cuanto la religión, expresándose en el sentimiento religioso, en asociación con la ciencia médica, son vitales para la salud física y mental de las criaturas...

El sentimiento religioso se eleva - noble y alto - en el contexto social, ya que el propio Codificador aseveró2 :“el primer efecto provocado por el Espiritismo – y más general – consiste en desarrollar el sentimiento religioso hasta en aquel que sin ser materialista, mira con absoluta indiferencia para las cuestiones espirituales”.

¡¿Cómo podemos, entonces, eludir el aspecto religioso del Espiritismo sin ultrajar el posicionamiento francamente cristalino del Codificador en ese paso?!...  Si tal absurdo fuera factible, como es el deseo de las sombras umbralinas infiltradas en el movimiento espírita, la humanidad tendría perjuicio más superlativo que el daño causado por la casta sacerdotal al adulterar el Cristianismo con sus anquilosados dogmas mediavales y sus ceremonias de exterioridades vacías, caldeadas por somníferos rituales de torturante uniformidad. ¡Con el Espiritismo, tal no sucederá!...

La Doctrina Espírita, riquísima de contenidos nobles, desvela nuevos horizontes a la comprensión del Ser espiritual en su índole holística. Anclada en sus postulados, la humanidad logrará su liberación espiritual del régimen esclavocrata de las ancestrales instituciones religiosas, actualmente anémicas y desfasadas...

Después de esa divagación, analicemos la acción profiláctica del sentimiento religioso promovendo la salud física y mental ante los trastornos fisiopsíquicos.

El egrégio Codificador del Espiritismo nos da a conocer la dramática saga pasional de Antoine Bell que asesinó, con veneno, a su rival... Tal crimen, aunque no alcanzado por la justicia humana, detonó un proceso de esquizofrenia en el criminal, proceso que eclosionó en su reencarnación siguiente, en la cual él era empleado de una casa bancaria en Canadá. En creciente agravamiento, su situación redundó en suicidio. Habiendo el crimen perpetrado se fijó en su psiquismo, y probablemente perseguido por la víctima transformada en obsesor, su conciencia le reprochava... Aunque fuera un profesional competente, ejecutando con eficiencia y celo su función, fuera del ambiente de trabajo era tomado de terribles alucinaciones: perdía el sueño, golpeaba en el pecho...  Eso ocurría diariamente de las 4 horas de la tarde a las 9 horas de la mañana, hora en que se dirigía a la casa bancaria. Un farmacéutico que lo conoció por veinte años era, frecuentemente, abordado por el sr. Bell, que imagino haber comprado allí el tóxico que sirvió para envenenar a su víctima”.

Según Joanna de Ângelis82, entre otros factores, “(...) se debe incluir en la psicogénesis del trastorno esquizofrénico, la conciencia de culpa de las acciones vividas en existencias anteriores, cuando la delincuencia señaló el desarrollo del “Self” hedonista y explotador, que solamente utilizó dos amigos y conocidos para explotarlos, traicionándoles la confianza o cobardemente destruyéndoles el cuerpo en horrorosos crímenes que no fueron ajusticiados, porque pasaron desconocidos o las circunstancias legales no los alcanzaron... No habiendo sido liberados por la reparación a través de los cometimientos impuestos por la Ley vigilante, esculpieron en las delicadas telas vibratorias del cuerpo periespiritual la responsabilidad infeliz, que ahora resurge como cobro, necesidad de reparación, impositivo de reequilibrio, de recomposición social, familiar, humana...

He ahí que, en esa, como en otras ocurrencias psicopatológicas, la interferencia de seres desencarnados, imponiendo su voluntad dominadora sobre aquel que lo desgració en el curso de una existencia anterior, produce distonia equivalente a aquellas que proceden de las psicogénesis internas y externas. Tal imposición psíquica frecuente e insidiosa afecta a los neurotransmisores, facultando que moléculas — neuropeptídeos — responsables por el equilibrio de las comunicaciones, las desconecten produciendo la alienación. La mente, que no es física, emite ondas especiales que son captadas por otras equivalentes, que sincronizan con las emisiones que le son dirigidas. Y en lo que concierne a las afinidades psíquicas, la sintonía vibratoria permite que sean decodificadas de los mensajes mentales por otros cerebros que las captan, conforme los admirables fenómenos parapsicológicos de la telepatia, de la clarividencia, de la precognición, de la retrocognición, cuyas experiencias en laboratorio los hicieron cientificamente comprovados, reales.

Es natural, por lo tanto, que no habiendo la destrucción del Self cuando ocurre la muerte o desencarnación del ser humano, la mente prosiga enviando sus mensajes en consonancia con las construcciones emocionales de amor o de ira, de felicidad o de desdicha, que se hacen captadas por estaciones mentales o campos “psi”, dando curso a las inspiraciones, a las percepciones ennoblecidas o perturbadoras, facultando el surgimiento de las nefastas obsesiones de efectos calamitosos. Es mucho más vasto el campo de esas interocurrencias espirituales de lo que se puede imaginar, sucediendo, tan amenudo que sería de extrañarse no encontrarlas en los trastornos neuróticos o psicóticos de cualquier naturaleza...

La salud mental, solamente es posible, cuando el Self estructurado en valores éticos nobles, comprende la finalidad principal de la existencia humana, dirigiendo sus sentimientos y conocimientos en favor del orden, del progreso y del bienestar de toda la sociedad. La liberación del ego arbitrario, desvestido de los implementos de la apariencia que se exterioriza por la “persona”, permite la integración del ser en la vida en carácter de plenitud. Todas las terapias académicas proceden, valiosas y oportunas, considerándose la inmensa variedad de factores preponderantes y predispuestos, para la atención de la esquizofrenia, no siendo tampoco de descartar la fluidoterapia, la aclaración del agente perturbador y la consecuente labor de sociabilización del paciente a través de grupos de apoyo, de actividades espirituales en núcleos propios donde encontrará comprensión, fraternidad y respeto humano, que lo llevarán al encuentro con el “Si” profundo en clima de paz”.

Las actividades espirituales en núcleos propios, referidas por la Mentora Amiga, pueden desplegarse en las Casas Espíritas y ahí entra el aspecto religioso como terapia. Tal aspecto es tan importante que el Más Alto lo disponibilizó ya al tiempo de Moisés, conforme podemos observar en las siguientes enseñanzas de André Luiz4:

“Misión de Moisés – Se reencarnó Moisés como misionero de la renovación, para dar a la mente del pueblo la concepción del Dios Único, transfiriéndola de los recintos iniciáticos para la plaza pública. Sin embargo, porque la evolución de los principios religiosos implica siempre el levantamiento de las costumbres, con la elevación del alma, el valiente enfrenta batallas terribles del pensamiento acomodado a los circuitos de la tradición en que las clases se explotan mutuamente, agravando así los propios compromisos, para finalmente recibir los fundamentos de la Ley, en el Sinaí. Desde esa hora, el conocimiento religioso, basado en la Justicia Cósmica, se generaliza en el interior de las naciones, por cuanto, a través del mensaje de Moisés, se informa al hombre común de que, ante Dios, el Señor del Universo y de la Vida, es gracias a respetar el derecho de los semejantes para que sea igualmente respetado, reconociendo que él y el prójimo son hermanos entre sí, hijos de un Padre Único. La religión pasa, de ese modo, a actuar, en sentido directo, en el perfeccionamiento del cuerpo espiritual para la Vida Mayor, a través de la educación de los hábitos humanos a depurarse en la amalgama de los siglos, preparando la llegada de Cristo, el Gobernador Espiritual de la Tierra.

Los Diez Mandamientos — Los diez mandamientos, recibidos mediúmnicamente por el profeta, brillan aún hoy por cimiento de luz en la edificación del derecho, dentro del orden social. La palabra de la Esfera Superior grababa la ley de causa y efecto para el hombre, advirtiéndolo solemnemente: consagra amor supremo al Padre de Bondad Eterna, en Él reconociendo su divino origen; te percata contra los engaños del antropomorfismo, porque patronizar los atributos divinos absolutos por los tímidos atributos humanos es caer en peligrosas trampas de la vanidad y del orgullo; te abstiene de envolver el Juicio Divino en la estreches de tus juicios; recuerda el impositivo de la meditación en tu favor y en beneficio de aquellos que te atienden en la esfera de trabajo, para que puedas asimilar con seguridad los valores de la experiencia; te recuerda de que la deuda para con tus padres terrestres es siempre impagable por su naturaleza sublime; te responsabilizarás por las vidas que deliberadamente extinguistes; huye de oscurecer o conturbar el sentimiento ajeno, porque el cálculo criminal emite ondas de fuerza desorientada que volverán sobre ti mismo; evita la apropiación indebida para que no agraves las propias deudas; destierra de tus labios toda palabra dolosa a fin de que no se  transforme, un día, en tropiezo para tus pies; te previene contra la envidia y el despecho, la inconformidad y los celos, aprendiendo a conquistar alegría y tranquilidad, al precio del esfuerzo propio, porque tus pensamientos te preceden los pasos, plasmándote, hoy, el camino de mañana.

Jesús y la Religión — Mientras, con Jesús, la religión, como sistema educativo, alcanza eminencia inimaginable: ni templos de piedra, ni rituales; ni jerarquías efímeras, ni avance al poder humano... El Maestro abre las arcas del conocimiento ennoblecido y le distribuye los tesoros. Se dirige a los hombres simples de corazón, curvados para la gleba del sufrimiento y les iergue la cabeza trémula para el Cielo. Se aproxima a cuantos desconocen la sublimidad de los propios destinos y les sopla la Verdad, basada en amor, para que el sol de la esperanza les renazca en el ser. Abraza a los desheredados los y les habla de la Providencia Infinita. Reúne, en torno a su gloria que la humildad escondía, a los viejos y los enfermos, los cansados y los tristes, los pobres y los oprimidos, las madres sufridoras y los niños abandonados y les entrega las bienaventuranzas celestes. Enseña que la felicidad no puede nacer de las posesiones efímeras que se transfieren de mano en mano, y sí de la caridad y de la comprensión, de la modestia y del trabajo, de la tolerancia y del perdón.  Les afirma que la Casa de Dios está constituida por muchas moradas, en los mundos que pueblan el firmamento, y que el hombre debe nacer de nuevo para progresar en la dirección de la Sabiduría Divina. Proclama que la muerte no existe y que la Creación es belleza y seguridad, alegría y victoria en plena Inmortalidad. Por las revelaciones con que vence la superstición y el crimen, la violencia y la perversidad, paga en la cruz el impuesto de extremo sacrificio a los prejuicios humanos que no Le perdonan la soberana grandeza, pero, reapareciendo renacido, para la misma humanidad que lo escarneciera y hubo crucificado, le desvela, en nuevo cántico de humildad, la excelsitud de la Vida Eterna.

Reviviscencia del Cristianismo — Se erige, desde entonces, el Evangelio en código de armonía, inspirando el devotamiento al bien de todos hasta el sacrificio voluntario, la fraternidad viva, el servicio infatigable a los semejantes y el perdón sin límites.  Se inician en todo el orbe inmensas alteraciones: la crueldad metódica cede lugar a la compasión; los trofeos sanguinolentos de la guerra desertan de los santuarios; la esclavitud de hombres libres es sacudida en los fundamentos para que se anule de una vez; se levanta la mujer de la condición de alimaña para la dignidad humana; la filosofía y la ciencia admiten la caridad en el gobierno de los pueblos; el ideal de la solidaridad pura comienza a brillar sobre la fronte del mundo...

Moisés había instalado el principio de la justicia, coordinando la vida e influenciándola de fuera a adentro. Jesús inauguró en la Tierra el principio del amor, a exteriorizarse del corazón, de dentro a afuera, trazándole la ruta para Dios.

He ahí que el Cristianismo grandioso y simple resurge ahora en el Espiritismo, induciéndonos a la sublimación de la vida íntima, para que nuestra alma se libere de la sombra que la densifica, encaminándose, renovada, para las culminaciones de la Luz”.

Es en el sentimiento religioso que vamos a encontrar el inextinguible y verdadero significado existencial, con el cual lograremos vencer las nocivas presiones internas del “Self” y las divergentes exhortaciones externas adversas.

Aún según comprensión de la Mentora Joanna de Ângelis5, “(...) el descubrimiento del significado de la vida es de relevante magnitud, porque da sentido a la lucha y a los desafíos que surgen frecuentemente, invitando al individuo al avance y al crecimiento interior.

Ese sentido existencial es una forma de religiosidad que debe poseer un alto significado motivador para que el individuo no desfallezca en los emprendimientos evolutivos. 

(...) Quién no cultiva un ideal religioso se encuentra fuera del Foco Generador de la Vida, y, de ese modo, desfallece con más facilidad. (...) El esfuerzo para encontrarse el significado existencial debe ser continuo, por cuanto, su falta, su no conocimiento, puede producir trastornos internos que dan surgimiento a procesos psiconeuróticos.

Personas inteligentes, lúcidas, estoicas, bien situadas financieramente, amadas, cuando pierden el sentido de la vida y caen en ese vacío existencial, que la religión siempre llena ofreciendo metas transpersonales, sintiéndose inútiles, desarrollan trastornos neuróticos que necesitan ser superados, reencontrando la razón de ser de la vida, la utilidad de vivir, las inmensas posibilidades que le están al alcance para hacerse felices y plenas.

Son, por lo tanto, valores subjetivos, como la oración, la meditación, la reflexión, la tranquila y el trabajo en favor de la renovación personal, que consiguen llenar emocionalmente, reestructurando al individuo en relación a la existencia humana.

Ese viaje silencioso es intemporal, no pudiendo ser realizado en determinado periodo de tiempo, a través de objetivos inmediatos, sino por medio de experiencias psíquicas y emocionales que transcienden la conciencia actual, ofreciéndole meta segura más adelante.

La necesidad de la religión resalta por el significado profundo de que se reviste, afreciendo compensación y equilíbrio después de la temporada carnal. Entonces, el significado existencial se incorpora al consciente actual y estimula las funciones del pensamento, que pasaron a trabajar por la calidad de vida y no sólo por la conquista de cosas que podrían presuponer la totalidade externa de las adquisiciones.

(...). Una identificación religiosa del individuo, trabajará en favor del cambio de las ambiciones desmedidas para la conquista de lo necesario, de aquello que produce poder y placer, pero que no se transforma en gozo neurotizante de funestas consecuencias.

El ser humano debe aprender a ser feliz conforme las circunstancias, interiorizando y viviendo la comprensión de su transitoriedad física y de su Eternidad espiritual”.

Probablemente, por haber logrado los luminosas penetraciones de la paz, por vivir religiosamente, pautado en las sanas costumbres cristianas, según esas luminosas indicaciones de Joanna de Ângelis, es que Sanson, sólo pasados dos días de su desencarnación, rogó:“(...) vivid sabiamente, santamente, por la caridad y por el amor, y habréis hecho justas la impresiones y delicias que el mayor de los poetas no sabría describir”                                                                                  


 

[1]- KARDEC, Allan. O Livro dos Espíritos. 83.ed. Rio [de Janeiro]: FEB, 2002, Conclusão – Tomo VII.

[2] - KARDEC,Allan. O Céu e o Inferno. 51.ed. Rio [de Janeiro]:FEB, 2003, 2ª parte, cap.V.

[3] - XAVIER, F. Cândido. Evolução em dois mundos.7.ed.Rio de Janeiro: FEB, 1983, cap. XX.

[4] - FRANCO, Divaldo. Triunfo Pessoal.Salvador:LEAL, 2002, cap. 9.

[5] - KARDEC,Allan. O Céu e o Inferno. 51.ed. Rio [de Janeiro]:FEB, 2003, 2ª parte,

cap. I, item 8.

 

Traducción:

Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita