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Año 11 - N° 511 - 9 de Abril de 2017
IVOMAR SCHÜLER DA COSTA
ivomarcosta@gmail.com
Curitiba, PR (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Ivomar Schüler da Costa

La caridade y la relación entre las intenciones y
los recursos


El capítulo XIII del Evangelio según el Espiritismo es de gran importancia porque presenta algunos principios de acción y hace algunas distinciones básicas. Como la mayoría de los capítulos de esa obra fundamental del Espiritismo, todas sus partes, es decir, sus secciones e ítems, están vinculadas de modo que sólo tienen sentido completo si son vistas a partir del conjunto, y determinando sus funciones en él. Sin embargo, para entender lo que el capítulo desea transmitir debimos antes entender lo que cada parte realmente afirma.

Vamos a tomar como objeto de estudio la sección “El Óbolo de la Viuda”, que contiene los ítems 5, que es la transcripción de Marcos 12:41-44, y lo 6, que es la explicación dada por Kardec.

En la secuencia general del capítulo, Kardec trata, en esa sección, de una cuestión fundamental. Él pone como tema la intención de hacer el bien, y la divide en dos tipos. Partiendo de ahí él asocia esa intención con la carencia o la posesión de recursos que impidan o permitan al individuo realizar su objetivo, sobre todo, trata de la actitud del individuo relativamente a la posesión o no de estos recursos. En este sentido, la posición de Kardec es clara. Afirma él que la calidad de la intención tiende a hacer al individuo activo o pasivo en cuanto a la acción en el bien, en base de la carencia o abundancia de recursos materiales.

Esa sección se divide en tres momentos, aunque presente sólo dos párrafos. En el primer momento es hecha una declaración que podemos resumir de la siguiente forma: Algunas personas dicen no poder hacer todo el Bien que desean porque les faltan los recursos y por eso desean poseerlos para poder aplicarlos en el Bien. En el segundo es tratada la cuestión de la falta de sinceridad de este deseo y como ella determina la actitud del individuo. En el tercer momento se trata del deseo sincero de poseer recursos materiales suficientes y como debe actuar el individuo delante de su carencia.

Significado de la expresión “óbolo del pobre”

Comencemos por entender el texto explicando cada uno de los términos importantes. Kardec, para dar mayor expresividad, usa sinónimos para referirse a los mismos términos.

Mucha gente deplora no poder hacer todo el bien que hubo deseado, por falta de recursos suficientes, y, si desean poseer riquezas, es, dicen, para darles buena aplicación. Es a buen seguro loable la intención y puede hasta en algunos ser sincera. Se dará, ¿pero, será completamente desinteresada en todos?

Y este,

[...] el óbolo del pobre, del que da, privándose de lo necesario [...], o el oro del rico que da sin privarse de cosa alguna.

Y aún este,

[...] ¿será sólo con el dinero que se pueden secar lágrimas [...]?

Veamos. El término riqueza es utilizado varias veces. Cuando la expresión “oro del rico” y la palabra “dinero” son usadas conotan riqueza. La locución “recursos suficientes” también tiene el sentido de riqueza. Recursos significan medios, haberes, posesiones, y “suficiente” quiere decir bastante, o sea, haberes que suplan cierta necesidad. Así, todos estos términos y expresiones se refieren a una cantidad de bienes que va más allá de lo necesario, recursos que alguien tenga que sobra. Por lo tanto, ricos son aquellos que poseen recursos más allá de sus necesidades, abundancia de recursos, que son las “riquezas”.

El antónimo de rico es pobre. Consecuentemente, pobre es aquel que tiene solamente los recursos necesarios para la satisfacción de sus necesidades. Cuando la expresión “el óbolo del pobre, del que da, privándose de lo necesario [...]” es usada, queda claro que este está dando algo que le hará falta.

Cuando la intención de ayudar es desinteresada

Óbolo significa literalmente una pequeña moneda griega del tiempo de Jesús; sin embargo, figurativamente significa una pequeña donación. Así, el “óbolo del pobre” es el pequeño donativo de aquel que tiene recursos solamente para la atención de sus necesidades.

Así pues, en cuanto a la posesión de recursos, fueron caracterizadas dos situaciones: la de carencia y la de abundancia.

Intención y deseo, en este texto, son usados como sinónimos. Kardec hace una división de la intención en interesada y desinteresada. Obviamente él está refiriéndose al interés y desinterés personal, o sea, a la búsqueda de recompensas, ventajas, beneficios personales, en el primer caso, y la ausencia de estos en el segundo. Observemos que el deseo de poseer riquezas para ayudar quién de ellas carece puede ser loáble, pero solamente cuando la intención sea sincera, o sea, desinteresada. Luego, cuando esta intención sea interesada será no sincera, y no será loable.

¿Qué sería la intención desinteresada, sincera, en el caso del deseo de poseer riquezas para poder hacer el bien?

¿No habrá quién, deseando hacer el bien a los otros, mucho estimaría poder comenzar por hacerlo a sí mismo, por proporcionar a sí mismo algunos gozos más, por usufructuar un poco de lo superfluo que le falta, listo a dar a los pobres el resto?

Aquí está la respuesta. El deseo que algunos alimentan de poseer riquezas para poder hacer el bien solamente es desinteressado cuando no busca proporcionar a sí mismos el bien antes de hacerlo a los otros. En otra parte del texto, Kardec se refiere a la intención desinteresada como la que está exenta de cualquier idea personal.

En algunas personas lo que impera es el egoísmo

Kardec continúa: Esta segunda intención, que esos tales posiblemente disimulan a sus propios ojos, pero que se les depararia en el fondo de sus corazones, si ellos lo escrutasen [...]. La segunda intención es justamente esta: cuando en posesión de las riquezas, buscan hacer el bien primero a sí mismo. Es una intención que la persona esconde de sí misma, es disimulada. Y si es así, entonces es oculta; y, es tan oculta que la mayoría parece desconocerla. Pero, es oculta a los otros, porque si ellos investigaran minuciosamente sus sentimientos, sus deseos, sacarían a la luz sus verdaderas intenciones. Ahora, si existe una segunda intención, intención oculta, está claro que existe una primera intención. ¿Cuál sería ella? La primera intención, al contrario de la segunda, es aquella que fue expresada, y, por lo tanto, no está oculta. Cuando es dicho que algunas personas “deploran no poder hacer todo el bien que desean”, esto significa que ellas lamentan, lastiman, por lo tanto expresan una intención.

Destaquemos lo siguiente: en algunas personas la intención expresada es desinteresada, sincera; en este caso no habría una intención oculta, pues la persona expresa lo que realmente siente. Si existe una intención interesada, oculta, entonces la expresada es sólo aparentemente desinteresada, es, por eso, no sincera. Así, en estas personas lo que impera, en este caso, es el egoísmo, por cuanto, hacer el bien a sí mismo antes de proporcionarlo al otro es una de sus características. 

Otro término al cual debemos atender, para una buena comprensión del texto, es “facultad”. Se expresa el codificador de esta manera: [...] nadie hay que, en el pleno gozo de sus facultades, [...].

En una rápida pasada mirada en un diccionario cualquiera veremos que facultad tiene, entre otros sentidos que no se aplican específicamente al caso en estudio, el de “poder de hacer”, o de “capacidad” y el de “potencia moral”. Son significados amplios.

Importância de la actividad en el bien 

C. Lhar(1), al clasificar las facultades del alma, las denomina como facultades de conocimiento, de sensibilidad y de afectividad. Él las define así: “poder que tiene el alma de ejercer ciertos actos o de sufrir ciertas modificaciones”. Las facultades no pueden ser observadas directamente, pero pueden ser deducidas a partir del principio lógico que afirma que todo acto supone en el ser una potencia proporcionada; actos distinguidos suponen, por lo tanto, potencias distinguidas. Si una persona sin estudios previos pinta un cuadro magnífico, esto quiere decir que ella dispone, de alguna forma, de la potencia, del poder para pintarlo, sino esto no sería posible. Ninguna persona puede realizar algo más allá de sus posibilidades. Este autor resalta algo extremadamente importante que, sin embargo, generalmente pasa desapercibido a la mayoría de los espíritas. Existe una correlación íntima entre las facultades. Usando nuestras palabras, decimos que las facultades si influencian mutuamente; la moción realizada en una afectará a las otras, y recíprocamente. Por eso, la actividad en el bien tiene importancia primordial, siendo incluso factor de desarrollo del espíritu. El conocimiento sin la voluntad es inerte; la sensibilidad sin la inteligencia nos hace personas frívolas. El hombre sólo está completo cuando utiliza todas sus facultades. Esta es la razón por la cual los Espíritus dicen que el hombre debe estar entero en el acto de Caridad.

El texto en análisis es dividido en dos grandes párrafos. En el primero se trata de la intención interesada y, en el segundo, de la intención desinteresada.

En el primero, Kardec hace el enfrentamiento de la intención interesada con uno de los elementos de la Caridad, la abnegación (2): [...] con la verdadera caridad, el hombre piensa en los otros antes de pensar en sí. Es con base en este principio que él afirma que aquellos que expresan el deseo de poseer riquezas para dar a los que de ellas carecen, sin embargo con el objetivo oculto de primero usufructuar de ellas, donando sólo el restante, disimulan sus interesés personales.

El valor del pequeño donativo

Aún en este párrafo, él lamenta que la mayoría de esas personas encare la realidad fantasiosamente, pues esperan que ocurran situaciones totalmente inciertas, sin que hagan esfuerzos para tal, en que conquisten grandes fortunas para, supuestamente, hacer el bien. Algunos, llevando la fantasia más adelante, pretenden contar inclusive con la ayuda de los Espíritus para la conquista de ellas. Lo que si evidencia aquí es que quién tiene el deseo sincero de poseer recursos suficientes para hacer el bien no debe de manera alguna esperar por situaciones casuales; debe esforzarse, trabajar para conquistarlos.

Ya en el segundo, es expuesta, de entrada, una interesante relación inversa entre la cantidad de riquezas y el valor moral de ellas. El elemento que altera el valor es el esfuerzo, la privación autoimpuesta buscando el beneficio ajeno. El pequeño donativo (óbolo del pobre) hecho con la privación de lo necesario tiene valor mayor que el gran donativo (oro del rico) realizado sin privaciones autoimpuestas. En esta condición, a pesar del alto valor cuantitativo, este es sobrepujado por el valor cualitativo o moral. Después, otro principio de acción, evidenciado, si así podemos expresarnos, es lo de actividad: De hecho, ¿será sólo con el dinero que se pueden secar lágrimas y se deberá quedar inactivo, desde que se no tenga dinero? Lo que Kardec pregunta es si solamente con recursos materiales es que podemos aliviar el sufrimiento ajeno. ¿Tendrían las riquezas una importancia tan fundamental en la minorización de las dificultades ajenas? Y cuál sería la actitud de quien deseara ayudar a los que sufren si no las poseyera? ¿Inmobilizarse? Por el texto podemos inducir que las posesiones materiales, por mayores que sean, no detentan la primacia generalmente supuesta por la mayoría de las personas.

Nadie hay que nada pueda hacer de útil

Si alguien desea sinceramente ayudar al prójimo en sus dificultades no debe permanecer inactivo en la falta de estos recursos materiales, pues todo aquel que sinceramente desea ser útil a sus hermanos, mil ocasiones encontrará de realizar su deseo. Es decir, quien desea hacer no queda esperando, o como dice el cantante “quién sabe hace la hora, no espera que ocurra”. La actitud activa también está clara en esta otra afirmación: (ocasiones de realizar el bien). Búsquelas y ellas se le depararán. ¡En otras palabras, quienes busca encuentra! A partir de los principios del valor inverso de los pequeños donativos hechos con privación autoimpuesta, de la intención desinteresada, y del de actividad, deducimos que los recursos deben ser buscados en otro lugar. ¿Dónde, sin embargo, estarán ellos? Es el propio Kardec quién apunta el lugar: [...] ¿nadie hay que, en el pleno gozo de sus facultades, no pueda prestar un servicio cualquiera, prodigar uno consuelo, minorar un sufrimiento físico o moral, hacer un esfuerzo útil. No disponen todos, a falta de dinero, de su trabajo, de su tiempo, de su reposo, para de todo eso dar una parte al prójimo? Es en nuestros recursos internos, nuestras capacidades, que debemos buscar los medios para la práctica del bien cuando nos falten los recursos materiales. Prestar servicios, dispensar consuelos en profusión, disminuir sufrimentos físicos y morales, realizar esfuerzos útiles. Percibamos que todos los utilizados son verbos activos. Y todas estas aciones son casi desconsideradas en el día a día. Como si no tuviesen ningún valor. Entre tanto, adquiren gran valor cuando son realizados con abnegación. Finalmente, otro punto a destacar es que estos actos no son exigidos de quienes no tienen condiciones de ejercerlos, pues solamente pueden ser practicados por quien está en el gozo completo de sus facultades.

En el primero  tenemos algunas afirmaciones que completan y refuerzan antecipadamente lo que fue dicho en el segundo.

Conclusión

La persona deseosa de hacer el bien, sin embargo sin disponer de recursos para tanto, y al colocar el bien del otro antes de su próprio bien, hace que la caridade alcance su punto más alto cuando busca y encuentra recursos en sí mismo, em sus capacidades, por cuanto El punto sublimado de la caridade, en ese caso, estaria en buscar el en su trabajo, por el empleo de sus fuerzas, de su inteligência, de sus talentos, los recursos de que carece para realizar sus generosos propósitos. Esto es, cuando faltan recursos materiales, la persona no debe estacionarse, más sí usar su actividad, sus habilidades, sus fuerzas físicas e intelectuales para realizar el bien que desea. La culminación de la caridad no está en el hecho de usar médios internos, en vez de externos, pero sí en el hecho de que la persona se de para realizar el bien.

Resumiendo nuestro breve estudio, nos parece que la gran cuestión que Kardec quiere responder es esta: ¿el bien depende exclusivamente de recursos materiales para realizarse? La respuesta dada por el próprio coautor de la Doctrina es que la persona sin intereses personales, incluso con carencia de recursos materiales, buscara en sí otros tipos de recursos para realizar el bien que desea; no quedará inactiva por causa de la carência. Eso demuestra que muchas veces la declaración del deseo de poseer riquezas con el objetivo de realizar el bien es apenas un disfraz para no hacer nada,para alegar incapacidade. En el caso de la posesión de tales recursos por personas com intenciones nada claras, surgen dos hipótesis: 1) la persona realmente aplica tales recursos para realizar el Bien para otros, con la secreta intención de ostentar uma apariencia de persona caritativa; busca com eso la aprobación social, la popularidade, se coloca en evidencia para usufructuar la estima pública, o 2) en una situación de egoísmo, busca usufructuar de ellos antes de aquellos a quien dice querer servir.

Finalmente, resaltamos que, en nuestra comprensión, Kardec quiso llamarnos la atención para la importancia de las pequeñas acciones que no son notadas por la mayoría de las personas y para la necesidad de usar todas nuestras facultades y potencialidades para descubrir nuevos medios de extender el bien sobre la Tierra, cuando no dispongamos de los recursos materiales suficientes. Debemos hacer todo lo que esté dentro de nuestras posibilidades, pues la carencia de recursos materiales no es una condición impeditiva para la realización de la Caridad.

 

Referências: 

[1] LAHR, C. Manual de Filosofia. Cap. III. Faculdades da Alma. p. 26 e 27. 4ª edição. Ed. Livraria Apostolado da Imprensa. 1948. Porto. Portugal. 

2 COSTA, Ivomar. Abnegação: fazer o bem aos outros em primeiro lugar.http://www.oconsolador.com.br/ano9/409/ivomar_costa.html




 


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