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Año 10 - N° 507 - 12 de Marzo de 2017
CLÁUDIO BUENO DA SILVA                              
Klardec1857@yahoo.com.br                            
Osasco, SP (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Cláudio Bueno da Silva

Perseguidos
por amor a la justicia


La historia de vida de grandes hombres perseguidos por luchar por la causa del bien está impregnada de las injusticias humanas. En todo tiempo y lugar la Historia, no siempre oficial, registra el ataque de fuerzas estacionarias e híbridas contra aquellos que proponen caminos nuevos para la humanidad, en bases de amor y educación, libertad y progreso, paz y fraternidad. Los métodos utilizados por esas fuerzas traducen el estado evolutivo en que se encuentran: la perfídia, la traición, la mentira, la trampa, todo finalmente, a servicio de intereses egoístas y transitorios.

No es necesario comentar sobre la más hedionda persecución registrada en la Tierra: ella está anotada en los Evangelios. Incontables otros ejemplos conocidos de persecución sirven de lección a todos nosotros, en el sentido de fortalecer las convicciones en torno a la justicia igualitária, del amor fraterno, de la paz entre los hombres, de la confianza en el futuro. Esos episodios muestran que la actuación de las sombras – sea de hombres o espíritus – está siempre actuando en el contexto de las acciones humanas. Hay hombres de carácter dudoso asociados a falanges inhumanas con las cuales se identifican, que causan enormes estragos a la vida, ahora en el plano físico, ahora em el plano espiritual.

Citaré sólo algunos casos que muestran como las fuerzas del bien y del mal se disputan en esta tierra de pruebas y expiaciones en que vivimos. El trabajo y las ideas de esos “perseguidos”, cada uno en su contexto, fueron tan importantes cuanto mayor fue la oposición que sufrieron. Aún incompreendidos por muchos, hicieron bien a las colectividades y Dios los recompensó por eso, ciertamente.

Los hechos aislados de la vida de esos benefactores no siempre retratan la importancia fundamental que tuvieron en la sociedad y el tiempo en que vivieron. Sus vidas están, con certeza, repletas de innumerables pequeñas acciones humanitarias practicadas día a día que no entraron en las biografías, pero que alimentaron los grandes hechos que hoy la humanidad reverencia con respeto. Por eso aún, deben haber sufrido persecuciones también diarias, constantes, ostensivas o sútiles, reacción natural de aquellos que no aceptan convivir con los ideales emancipadores de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad.

Allan Kardec, “designatario” del Cristo

El 12 de junio de 1856 el Sr. Rivail (Allan Kardec-1804-1869), a través de la médium Srta. Aline C., pregunta al Espíritu de Verdad sobre la noticia de una importante misión que algunos espíritus le atribuían. “Tengo, como sabéis, el mayor deseo de contribuir para la propagación de la verdad – dice Rivail –, pero del papel de simple trabajador al de misionero-jefe, inmensa es la distancia.”

El Espíritu de Verdad no sólo reafirma la atribución revelada a Rivail, sino también advierte: “La misión de los reformadores está llena de tropiezos y peligros. La tuya es ruda, te prevengo, porque tienes que remover y formar el mundo entero”.  Y alerta aún sobre las incomprensiones y persecuciones de que el futuro codificador del Espiritismo sería víctima.

Casi once años tras aquel significativo diálogo con el Espíritu de Verdad, Allan Kardec redacta una pungente anotación, el primero de enero de 1867, en que confirma la realización integral de las previsiones dadas por aquel Espíritu que le había anunciado los grandes obstáculos y vicisitudes de su misión.

La nota dice: “Fui blanco del odio de enemigos intransigentes, de la calúmnia, de la envidia y de los celos; infames libelos fueron publicados contra mí; mis mejores instrucciones fueron adulteradas; fui traicionado por aquellos en quien más confiaba y pagado con ingratitud por aquellos a quien serví. La Sociedad de París fue un foco constante de intrigas urdidas por aquellos mismos que se decían estar a mi favor y que, abrazándome por el frente, me apuñalaban por la espalda. Dijeron que mis sectários eran pagados con el dinero que yo sacaba con el Espiritismo. No tuve más reposo y muchas veces me curvé al peso del trabajo; comprometí la salud y arriesgué la vida”.

Es increible que un hombre bueno, culto e inteligente, de espíritu superior, educador muy bien exitoso en Francia, haya sido tratado con tanta desconsiderasión así que vislumbró la verdad en lo que vendría a ser el Espiritismo y el bien que él traería a la humanidad. Un hombre cuya misión fue atender a la convocatoria de las esferas superiores de la Vida en la preparación de la Tierra para el cambio de estado evolutivo y consecuente regeneración de la humanidad. Un hombre que creyó primordialmente en la educación del Espíritu como forma de transformación definitiva. Que extendió la bandera de la caridad y del amor al prójimo, “signatario” de la enseñanza moral de Cristo. ¡Un hombre así fue perseguido!

Una víctima de la intolerancia

Eurípedes Barsanulfo (1880-1918), aún habiendo sido un hombre íntegro al servicio de la caridad verdadera, fue víctima de la sociedad donde vivió, que lo insultó, persiguió, acusó y lo quiso apresar.

Eurípedes fue perseguido no propiamente porque era médium, sino porque era médium espírita, profesaba el Espiritismo. En una región de extrema pobreza y totalmente necesitados de médicos como el triángulo minero del inicio del siglo XX, Barsanulfo era el celador de las dolencias de toda una población. Se recurría a él cuando los males eran incurables, cuando el parto era difícil, cuando la emergencia exigía una amputación, cuando un accidente requería acción inmediata, cuando los llamados “locos” eran traídos desengañados, pero curados por su fuerza moral. El médium atendía a todos, indiscriminadamente, siempre con mucho éxito. En su farmacia anotaba recetas mediúmnicas bajo la inspiración del Dr. Bezerra de Menezes, y expedia los medicamentos sin cobrar un centavo. Eurípedes, un hombre que vivía el Evangelio, fue doblemente perseguido. Víctima de la intolerancia religiosa del clero católico y de segmentos tradicionalistas de la ciudad de Sacramento, Minas Gerais, se vio también denunciado y procesado por “prácticar medicina ilegal”. Autor de la denuncia: un gremio religioso que debería apreciar los ejemplos del Cristo en la Tierra.

Pero el proceso contra él no tuvo fuerza para ser concluido. Tras larga peregrinación, de mano en mano, de jueces a jueces, tras incontables alegaciones de impedimento y sospechas por parte de las autoridades para juzgar el proceso, el documento fue concluido sin decisión del mérito en cuanto a la denuncia.

Los juzgadores, en verdad, además de respetar al acusado, habían recibido ellos mismos, o parientes y amigos suyos, algún tipo de beneficio del médium, lo que los impedía moralmente de incriminar a Eurípedes. El amor solidario de Eurípedes venció la intolerancia y el prejuicio.

Gandhi, el poder de las convicciones

Mohandas Gandhi (1869-1948), líder hindú, se hizo una celebridad mundial por su incansable trabajo en favor de la paz entre los hombres. Su paciencia y determinación libraron a la India de la subyugación inglesa de más de un siglo. Sus métodos de lucha contra la explotación e injusticias que su pueblo sufrió no fueron otros sino los ejemplos personales de actuación pacífica y las actitudes conscientes y ordenadas de insubordinación civil.

Diplomado abogado, Gandhi encontró dificultades para ejercer la profesión en su país y partió para Sudáfrica, otra colonia inglesa, donde trabajó por quince años defendiendo causas de hindúes y musulmanes que allá vivían y que le dieron gran renombre. De retorno a la India, tuvo inicio la persecución de los colonizadores ingleses que pasaron a considerarlo un “nacionalista peligroso”.

La vida desprendida, totalmente coherente con sus principios éticos, y su creciente carisma popular confundían los intentos de represalia del gobierno inglés contra sus campañas por la justicia y por los derechos civiles del pueblo hindú. Aún así, Gandhi fue apresado varias veces, algunas por periodos largos, de los que se utilizaba políticamente haciendo huelgas de hambre. Ese tipo de manifestación basada en sus convicciones reforzaba en el pueblo la creencia de que el Mahatma (gran Alma) estaba realmente dispuesto a luchar por su país y presionaba a las autoridades a moderar la represión contra los ciudadanos.

Con su actuación obstinada, Gandhi influyó fuertemente en la conquista de la independencia de su país utilizando el principio de la no violencia como forma de protestar. Defensor del diálogo entre las religiones, luchó siempre contra los abusos de los autoritarios y por la igualdad de derechos entre las personas.

Fue asesinado por un hindú radical que discordaba de su posición de tolerancia en el conflicto religioso hindu-musulmán que originaría la división de la India con la creación de Pakistán, Estado de mayoría musulmana.

“Yo tengo un sueño”

El año de 1955, en Montgomery, capital del estado del Alabama, en los Estados Unidos, una mujer negra americana se negó a ceder su asiento en el autobús a un pasajero blanco y por eso fue apresada.

El caso repercutió grandemente en la comunidad negra de la ciudad y el pastor protestante Martin Luther King Jr.(1929-1968), junto a líderes locales, organizó un boicot a los autobuses de Montgomery que duró cerca de un año. La protesta sólo terminó cuando, bajo fuertes presiones, la Suprema Corte Americana decidió hacer ilegal la discriminación racial en transportes públicos.

A partir de ese episodio emblemático, Luther King fundó la Conferencia del Liderazgo Cristiana del Sur, institución que tendría un papel fundamental en la organización de movimientos en torno a la defensa de los derechos civiles de las mujeres, de los pobres y negros americanos.

King, diplomado en Teología y doctor en Filosofía, puso su activismo pacifista en los mismos principios de la no violencia inspirados por Gandhi, el líder hindú a quién tenía como referencia. Con manifestaciones en varias ciudades y estados consiguió hacer aprobar la Ley de los Derechos Civiles (1964), que proscribía la discriminación racial en escuelas y lugares públicos, y el Derecho al Voto (1965) para los negros americanos.

Martin trabajó no sólo en el combate a la segregación racial, sino luchó también por la igualdad de derechos, por la mejoría de la educación y condiciones de vivienda para los menos favorecidos, principalmente en la región Sur de Estados Unidos, donde el prejuicio y persecución a los negros eran más fuertes. La preocupación por la paz mundial lo hizo asociarse a movimientos contra la guerra en Vietnan.

Su actuación social contra abusos e injusticias le supuso incontables amenazas partidas del odio de aquellos que se sentían superiores por el color. Llegó a ser apresado y torturado varias veces. Tuvo su casa apedreada. En 1964 conquistó el Premio Nobel de la Paz y, por ironia, en 1968 fue asesinado a tiros por un opositor.

Quedó célebre su discurso hecho en 1963, en Washington, en que reunió a más de 200 mil personas militantes y simpatizantes de las causas humanitarias que defendía. En él afirmó: “Yo tengo un sueño. El sueño de ver a mis hijos juzgados por el carácter, y no por el color de la piel”. Mucho más que cambios legales, Luther King tenía esperanza de que el futuro trajese los verdaderos cambios, los morales.

Legal, más no moral

Apartheid (separación o vidas separadas) fue un régimen de segregación racial adoptado en Sudáfrica en el periodo de l948 a 1994. Implantado oficialmente por un gobierno de minoría blanca, esa ley dividía a los sudafricanos por el color, imponiendo separación en las áreas de vivienda, salud y educación, confrontando inclusive los derechos elementales de la inmensa mayoría negra.?

Una sociedad auto titulada “Hermandad” elaboró la doctrina del apartheid, cuyo tenor (¡pásmense!) enunciaba: “La política de la segregación racial se basa en los principios cristianos de lo que es justo y razonable. Su objetivo es el mantenimiento y la protección de la población europea del país como una raza blanca pura y el mantenimiento y la protección de los grupos raciales indígenas como comunidades separadas en sus propias áreas (...) O seguimos el curso de la igualdad, lo que en al final significará el suicidio de la raza blanca, o tomamos el curso de la “segregación”. Es notorio que mucho de lo que es legal no tiene base moral alguna. ¿La semejanza con lo que vemos hoy en el mundo será mera coincidencia histórica?

Ese régimen oficial aprobó más de 300 leyes referentes al apartheid, y de entre tantas aberraciones, una de ellas (Ley de Reserva de los Beneficios Sociales) reservaba locales públicos para determinada raza, creando playas, autobuses, bancos de plaza, hospitales, escuelas y universidades segregados.

La inconformidad social, que ya venía de lejos en las tribus y comunidades sudafricanas, ganó fuerza cuando 69 negros fueron muertos y cerca de 180 quedaron heridos en la manifestación de protesta conocida como la tragedia de Sharpeville, en marzo de 1960.

A partir de ahí, Nelson Mandela (1918-2013) asume un importante papel de liderazgo en defensa de los derechos del pueblo sudafricano, y la resistencia gana apoyo popular y de la comunidad internacional, que se opone a las prácticas racistas y al segregacionismo cruel.

Como consecuencia del avivamiento de las protestas, el gobierno incentiva las persecuciones contra líderes negros y Nelson Mandela, que ya fuera apresado en 1956, acusado de “conspiración”, es procesado y en 1964 condenado a prisión perpetua.

Tras décadas de lucha entre el segregacionismo oficial que detentaba el poder y los sectores que buscaban la igualdad entre los sudafricanos, Frederik de Klerk, asume el mando del país en 1989 y declara públicamente el fracaso delapartheid. Comienzan entonces a surgir las primeras medidas que hacen disminuir las presiones del régimen autoritario y racista que desgració por tanto tiempo aquel pedazo del continente africano.

Nelson Mandela sale de la prisión y algunos años después (1994) es elegido el primer presidente negro de Sudáfrica. Reescribió la Constitución del país e implantó reformas que buscaron amenizar los efectos dañinos provocados por el apartheid en la sociedad sudafricana.

Los verdugos pasan, los benefactores de la humanidad no 

Personas, grupos e instituciones, ciegos de egoísmo, tontos de orgullo, dominados por las adicciones del prejuicio y de la intolerancia, actuaron y aún actúan como agentes del atraso y de la ignorancia, en el sentido de impedir conquistas ajenas que amenacen su espacio y su estatus presumido. Personas, grupos e instituciones, por mala fe, premeditación y fraude moral, se organizan para imponer ideas y sistemas que seduzcan, controlen y esclavicen. Personas, grupos e instituciones se asocian para perpetuar la hegemonia del poder y de la fortuna, garantizando el mantenimiento de sus intereses particulares, con el sacrificio de millones de seres.

A ejemplo de Cristo, que defendió las causas de la justicia, del amor y de la verdad, los que luchan por los pobres y oprimidos, enfermos y hambrientos, simples e ingenuos, contra la inclemencia de los dominadores, son perseguidos, apresados, torturados y hasta muertos. Lo mismo se dio con aquellos que allanaron los caminos de la humanidad preparándola para un futuro mejor, como Sócrates, Joana D’Arc, Giordano Bruno, Galileu Galilei y otros. Antiguamente sucumbían en la cruz, por la hoguera... Hoy día hay más sutileza, pero el odio es prácticamente el mismo.

¿Hasta cuándo? No sabemos. Pero, no será siempre así. Dure cuanto dure, cueste lo que cueste, el Hombre se erguirá un día, se pondrá de pie como un ser no sólo inteligente, sino también humano, sensible y espiritualizado. La lucha está lejos de acabar, pero las fuerzas del bien vencerán, definitivamente. Dudar de eso es no creer en Dios, y no creer en Dios es una desgracia.

Mientras caminamos en esa dirección, tengamos la certeza de que la justicia de Dios actúa y los responsables por la obstrucción del progreso y del avance de las ideas, en perjuicio de las coletividades, responderán por eso. Los responsables por el derramamiento de sangre y lágrimas responderán por sus actos en el severo e implacable Tribunal de la Conciencia.

“Bienaventurados los que padecen persecución por amor a la justicia.” (Mt 5, 10.)

Los verdugos pasaron, pasan y pasarán. Los benefactores de la humanidad, no.

 

Fontes bibliográficas: 

educacao.uol.com.br/biografias  

pensador.uol.com.br/biografia   

planetasustentavel.abril.com.br  

Wikipédia, a enciclopédia livre, Apartheid.

Allan Kardec, Obras Póstumas, “A minha missão”, Lake, 17ª edição, s/data, trad. Bezerra de Menezes.

Freitas Nobre, Perseguição policial contra Eurípedes Barsanulfo, Edicel editora.

Jorge Rizzini, Eurípedes Barsanulfo, o apóstolo da caridade. Ed.Correio Fraterno.




 


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