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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 7 357 – 6 de Abril de 2014

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

 

El Cielo y el Infierno

Allan Kardec

(Parte 26)

Continuamos el estudio metódico del libro “El Cielo y el Infierno, o la Justicia Divina según el Espiritismo”, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 1º de agosto de 1865. La obra integra el llamado Pentateuco Kardeciano. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿La oración beneficia también a los Espíritus dedicados al mal?

B. ¿El tiempo transcurre para los Espíritus como para los hombres?

C. ¿Existen casas embrujadas?

D. El Espíritu de un criminal ¿puede quedar prisionero en una casa localizada en la corteza terrestre?

Texto para la lectura

229. El Espíritu del hombre que había asesinado su hermano y, años más tarde, a su propia esposa en una casita cerca de Castelnaudary, tuvo antes de la referida encarnación, una existencia en una de las tribus más feroces y salvajes existentes en la Tierra y, anteriormente, había vivido en un planeta inferior al nuestro. El mismo crimen, quizás cometido por él cuando vivía entre los salvajes, ¿tendría el mismo castigo? “Sí, pero no tanto – respondió San Luis – puesto que por ser más ignorante, comprendía menos la extensión de su delito.” (2a. Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, preguntas 6 y 7.)

230. Cuando el mencionado Espíritu ya estaba más tranquilo gracias a las oraciones hechas en su beneficio, le dijo a Kardec que en el mundo espiritual no comprendía nada más allá de su crimen, y que no podía abandonar la casa en que lo había cometido, sino para vagar en el Espacio, solitario y desconocido. “Desde que me elevaba en el Espacio, todo era oscuridad y vacío, ni siquiera sé lo que era”, informó el infeliz. “Hoy mi remordimiento es mucho mayor y no estoy más obligado a permanecer en esa casa fatal, pues se me permite vagar por la Tierra y esclarecerme mediante las observación de cuanto veo allí; así, comprendo mejor la enormidad de mis crímenes y si bien sufro menos por un lado, por el otro aumentan mis torturas por el remordimiento…” (2a. Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, pregunta 17.)

231. Durante su largo aislamiento no sintió ningún remordimiento y fue por eso que sufrió tanto tiempo – más de doscientos años… “Sólo cuando lo sentí – reveló el Espíritu -, (el remordimiento) provocó, sin que me diera cuenta, las circunstancias que motivaron vuestra evocación a mi Espíritu para el comienzo de mi liberación.” (2a. Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, pregunta 19.)

232. Comentando el caso, Kardec esclarece: “En efecto, hemos visto a los avaros sufrir ante la visión del oro, que para ellos era una verdadera quimera; a orgullosos, atormentados por la envidia de los honores que se rendían a otros y no a ellos; a hombres que habían dominado en la Tierra, humillados por el poder invisible, obligados a obedecer, en presencia de sus subordinados, que ya no se doblegaban ante ellos; a ateos asombrados por la duda ante la inmensidad, en el más absoluto aislamiento, sin un ser que los pudiera esclarecer”. “En el mundo de los Espíritus – agrega Kardec – hay recompensas para todas las virtudes, pero hay también castigos para todas las faltas; entre éstas, aquellas que escaparon a las leyes de los hombres son, de manera infalible, alcanzadas por las leyes de Dios.” (2a. Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, comentarios de Kardec.)

233. Recordando que Dios no deja a ninguno de sus hijos en el olvido, el Codificador afirma: “Desde que los hombres pudieron establecer relaciones regulares con el mundo invisible, una de las primeras consecuencias del Espiritismo fue enseñarles los servicios que por medio de esas relaciones pueden prestar a sus hermanos desencarnados. Dios prueba por este medio la solidaridad que existe entre todos los seres del Universo, y al mismo tiempo que la ley de la Naturaleza sirve como base al principio de la fraternidad.” (2a. Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, comentarios de Kardec.)

234. Condenado por asesinato por el Tribunal de Justicia de Foix y ejecutado en setiembre de 1864, Jacques Latour se comunicó en Bruselas, pocos días después de su ejecución, en estado de gran sufrimiento. Exclamaba: “¡Oh! Sí, piedad… Tengo mucha necesidad de ella… No sabéis lo que sufro… No lo sabéis y no podéis comprenderlo. ¡Es horrible! ¡La guillotina!... ¿Qué es la guillotina comparada con lo que sufro ahora? ¡Nada! Es un instante. Este fuego que me devora, sí, es peor, porque es una muerte continua, sin tregua ni reposo… ¡sin fin! Y mis víctimas están allí, a mi alrededor, y me muestran sus heridas, me persiguen con sus miradas…” (2a. Parte, cap. VI, Jacques Latour.)

235. Jacques Latour dijo que veía a todas sus víctimas, sin poder huir de ellas. Y, peor aún, veía a esas personas implorarle piedad mientras las mataba. “Creía – confesó el desdichado - que después de mi muerte todo habría acabado y por eso afronté el suplicio y desafié al mismo Dios, renegando de Él… Sin embargo, cuando me creía aniquilado para siempre, ¡que terrible despertar tuve!... ¡Oh! ¡Sí, terrible, rodeado de cadáveres, de figuras amenazadoras, con los pies sumergidos en sangre!...” (2a. Parte, cap. VI, Jacques Latour.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿La oración beneficia también a los Espíritus dedicados al mal?

Sí, pero la oración sólo es provechosa para el Espíritu que se arrepiente. Para aquellos que dominados por el orgullo se rebelan contra Dios y persisten en el error, exagerándolo aun, tal como proceden los desdichados, la oración no sirve ni servirá, hasta que la tenue luz del arrepentimiento comience a germinar en su conciencia. La ineficacia de la oración es también para ellos un castigo. En fin, ella sólo alivia a los que no están del todo endurecidos. (El Cielo y el Infierno – Segunda Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, pregunta inicial a San Luis y preguntas 9 y 10 del segundo mensaje.)

B. ¿El tiempo transcurre para los Espíritus como para los hombres?

No. En algunos casos, como el del Espíritu de Castelnaudary, el tiempo hasta parece más largo. A diferencia de lo que sucede con los Espíritus que ya alcanzaron un grado de adelantamiento muy elevado, el tiempo para los Espíritus inferiores es algunas veces lento, sobre todo cuando sufren. (Obra citada - Segunda Parte, cap. VI, O Espírito de Castelnaudary, preguntas 4 y 5.)

C. ¿Existen casas embrujadas?

Sí. Los hechos ocurridos en Castelnaudary son una prueba de esto. La casa en la que sucedió el crimen quedó deshabitada por mucho tiempo. (Obra citada - Segunda Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, preguntas 1 y 2.)

D. El Espíritu de un criminal ¿puede quedar prisionero en una casa localizada en la corteza terrestre?

Sí, puede. El Espíritu que cometió el crimen en Castelnaudary fue condenado a habitar la casa en que ocurrió el hecho, sin poder fijar su pensamiento en otra cosa que no fuera el crimen, teniéndolo siempre ante sus ojos y creyendo en la eternidad de tal tormento. Él permanecía allí como en el momento mismo del crimen, porque le fue retirado cualquier otro recuerdo y prohibida toda comunicación con cualquier otro Espíritu. Sobre la Tierra, sólo podía permanecer en aquella casa, y en el Espacio sólo tenía soledad y tinieblas. (Obra citada - Segunda Parte, cap. VI, El Espíritu de Castelnaudary, preguntas 1 a 4.)

 

 

 


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