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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 306 – 7 de Abril de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec 

 (Parte 12)
 

Continuamos el estudio metódico de “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Sufrimos la consecuencia de un mal pensamiento que no se ha concretado?

B. ¿Cuál es la finalidad de la religión?

C. Es necesario que haya escándalos; pero ¡ay de aquél por quien venga el escándalo! ¿Cómo entender esa enseñanza?

D. ¿Por qué Jesús promete la Tierra a los mansos, si Él recomienda la renuncia a los bienes de este mundo?

Texto para la lectura

125. Inclinad, pues, vuestras frentes altivas, que Dios puede hacer que bajen, justo en el momento en que más las levantáis. En la balanza divina, todos los hombres son iguales; sólo las virtudes los distinguen a los ojos de Dios. (Cap. VII, ítem 11, Lacordaire)

125. ¡Pobre criatura! ¡Eres madre, tus hijos sufren; sienten frío; tienen hambre y tú vas, oprimida bajo el peso de tu cruz, a humillarte para conseguirles un pedazo de pan! ¡Oh! Me inclino ante ti. ¡Cuán noblemente santa eres y qué grande ante mis ojos! Espera y ora; la felicidad todavía no es de este mundo. A los pobres oprimidos que en Él confían, les concede Dios el reino de los cielos. (Cap. VII, ítem 11, Lacordaire)

126. Todos vosotros que sufrís injusticias, sed indulgentes con las faltas de vuestros hermanos, considerando que también vosotros no estáis libres de culpas. Eso es caridad, y es también humildad. Si sufrís por las calumnias, agachad la cabeza bajo esa prueba. ¿Qué os importan las calumnias del mundo? (Cap. VII, ítem 11, Lacordaire)

127. Despertad mis hermanos, mis amigos. Que la voz de los Espíritus resuene en vuestros corazones. Sed generosos y caritativos, sin ostentación, es decir, haced el bien con humildad. En una palabra: sed verdaderos cristianos y tendréis el reino de la verdad. (Cap. VII, ítem 11, Lacordaire)

128. La inteligencia es rica en méritos para el provenir, pero con la condición de ser bien empleada. Si todos los hombres que la poseen se sirviesen de ella según la voluntad de Dios, sería fácil para los Espíritus la tarea de hacer avanzar a la Humanidad. (Cap. VII, ítem 13, Ferdinando)

129. “Bienaventurados – afirmó Jesús – los que tienen puro el corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo, cap. V, v.8). La pureza de corazón es inseparable de la sencillez y de la humildad, y excluye toda idea de egoísmo y de orgullo. Por eso Jesús, al tomar la infancia como emblema de esa pureza, afirmó que “el reino de los cielos es para los que se les asemejan” y que “aquél que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. (Cap. VIII, ítems 1 a 3)

130. La verdadera pureza no está sólo en los actos; está también en el pensamiento, porque aquél que tiene puro el corazón ni siquiera piensa en el mal. Fue eso lo que Jesús quiso decir al condenar el pecado incluso en pensamiento, porque es un signo de impureza. (Cap. VIII, ítem 6)

131. Los judíos habían desdeñado los verdaderos mandamientos de Dios para dedicarse a la práctica de actos exteriores. Sucedió lo mismo con la doctrina moral de Cristo, que terminó por ser relegada a un segundo plano, de donde resulta que muchos cristianos, a ejemplo de los antiguos judíos, consideran más garantizada su salvación por medio de las prácticas exteriores que por las de la moral. Es a esas adiciones que Jesús se refiere, cuando dice: “Toda planta que mi Padre celestial no plantó, será arrancada”. (Cap. VIII, ítem 10)

132. En el sentido común, se llama escándalo a toda acción que de modo ostensible choca con la moral o el decoro. El escándalo no está en la acción en sí misma, sino en la repercusión que pueda tener. (Cap. VIII, ítem 12)

133. En el sentido evangélico, la acepción de la palabra escándalo, tan a menudo empleada, es mucho más general. Ya no es sólo lo que afecta la conciencia del hombre, sino todo lo que resulta de los vicios y de las imperfecciones humanas, toda reacción mala de un individuo hacia otro, con o sin repercusión. En este caso, el escándalo es el resultado efectivo del mal moral. (Cap. VIII, ítem 12)

134. La expresión: “Si tu mano es causa de escándalo, córtala” es una imagen enérgica que se vuelve absurda si es tomada al pie de la letra. Ella significa tan sólo que cada uno debe destruir en sí toda causa de escándalo, es decir, de mal; arrancar del corazón todo sentimiento impuro y erradicar toda tendencia viciosa. (Cap. VIII, ítem 17)  

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Sufrimos la consecuencia de un mal pensamiento que no se ha concretado?

Depende. Todo mal pensamiento es resultado de la imperfección del alma; pero según el deseo de depurarse que la persona alimenta, ese mismo pensamiento malo se convierte en una ocasión de adelanto, porque ella lo rechaza con energía. Es indicio del esfuerzo que hace para borrar una mancha y la persona no cederá aunque se presente la oportunidad de satisfacer un mal deseo. Después que haya resistido, se sentirá más fuerte y contento con su victoria. Aquella que, por el contrario, no tomó buenas resoluciones, busca la ocasión de cometer el acto malo, y si no lo lleva a efecto no es por virtud de su voluntad, sino por falta de oportunidad. Es, pues, tan culpable como si lo cometiese y por esta causa sufrirá las consecuencias. (El Evangelio según el Espiritismo, capítulo VIII, ítems 5 a 7.)

B. ¿Cuál es la finalidad de la religión?

El objetivo de la religión es conducir al hombre hacia Dios. Ahora bien, éste llega a Dios sólo cuando se vuelve perfecto. Por lo tanto, toda religión que no vuelve mejor al hombre, no logra su objetivo. Toda aquella en la que el hombre crea poder apoyarse para hacer el mal, o es falsa, o está falseada en su principio. Tal es el resultado que dan las religiones en las que la forma se impone al fondo. Nula es la creencia en la eficacia de los signos exteriores, si no impide que se cometan asesinatos, adulterios, expoliaciones, que se levanten calumnias, que se cause daño al prójimo, sea en lo que fuere. Semejantes religiones hacen supersticiosos, hipócritas, fanáticos; pero no hombres de bien. (Obra citada, capítulo VIII, ítem 10.)

C. Es necesario que haya escándalos; pero ¡ay de aquél por quien venga el escándalo! ¿Cómo entender esa enseñanza?

Es necesario que haya escándalos en el mundo, dijo Jesús, porque siendo imperfectos en la Tierra, los hombres se muestran propensos a practicar el mal, y porque malos árboles sólo dan malos frutos. Se debe, pues, entender por esas palabras que el mal es una consecuencia de la imperfección de los hombres, y no que éstos tengan la obligación de practicarlo. (Obra citada, capítulo VIII, ítems 12 a 16.)

D. ¿Por qué Jesús promete la Tierra a los mansos, si Él recomienda la renuncia a los bienes de este mundo?

Mientras espera los bienes del cielo, el hombre tiene necesidad de los de la Tierra para vivir. Jesús sólo nos recomienda que no demos a estos últimos más importancia que a los primeros. Sus palabras significan también que hasta ahora los bienes de la Tierra han sido acaparados por los violentos, en perjuicio de los que son mansos y pacíficos, y que a éstos les falta muchas veces lo necesario, mientras que los otros gozan hasta de lo superfluo. Pero eso no ocurrirá más, cuando la Tierra según la ley del progreso, se haya convertido en mundo dichoso como resultado del alejamiento de los malos, y ése es en esencia el sentido de la promesa hecha por Jesús. (Obra citada, capítulo IX, ítems 1 a 5.)

 

 


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