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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 303 – 17 de Marzo de 2013

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Todo tiene su utilidad

 

La madrecita paseaba en la calle con el hijo, que protestaba de todo. Todas las tareas le pesaban y a él le gustaría de no hacer nada. Perezoso, él sólo se interesaba por los juegos y divertimentos. En este caso, estaba siempre contento, risueño y dispuesto.

Preocupada con la actitud del hijo y deseando ayudarlo, la madre seguía pensativa hasta que, llegando a una plaza, tuvo una idea. Pidió al chico que observara una estatua, que representaba el fundador de la ciudad, y preguntó:
 

— Felipe, ¿qué crees que el metal sintió al verse llevado al fuego para ser moldeado por el artista? Si fueras tú, ¿cómo te sentirías?

— Ah, yo iría a gritar y llorar mucho. ¡¿Imaginas el fuego quemándome y derritiendo?!...

— Sin embargo, al ver esta linda estatua, admiramos el talento del artista que la moldeó.

Andando un poco más, en un arbusto, el niño vio una fea oruga que se arrastraba con dificultad.
 

— ¡Mira, mamá! ¡Que bicho horroroso! ¡Voy a matarlo! — y cogiendo una piedra del suelo, él levantó el brazo en dirección a la oruga.
   

La madre lo impidió, explicando:

— ¡No hagas eso, hijo mío! Es un ser de la Naturaleza haciendo su trabajo, Felipe. La oruga sufre, pero se modifica, cumpliendo su tarea. Deja su cuerpo deforme y se transforma en una linda mariposa, ¡como aquella que vuela ahora en el cielo!

El niño estaba sorprendido y maravillado.

— ¿Es verdad, mamá? ¿Aquella oruga horrible será mariposa un día?

— Sí, Felipe. Todos nosotros tenemos nuestra misión. ¡Mira aquella obra de arte allí delante!
 

Y la madre mostró al hijo, en otro lugar de la misma plaza, un gran libro abierto todo de mármol, sobre un pedestal, y explicó:

— El autor, con esta obra, deseó homenajear la Biblia. ¿Qué crees que el mármol sintió al verse herido por el buril, el instrumento de acero que el artesano usa para trabajar el mármol, moldeándolo?

— ¡Ah! ¡Si fuera yo, no dejaría que me hirieran así! — respondió el chico.

— Pues dejarías de ser esta linda obra de arte que es admirada por todos.

Llegando al final de la plaza, tomaron el rumbo a casa. Al llegar, la madre llevó a Felipe hasta el jardín y, cogiendo una semilla, abrió un pequeño boquete y la depositó allí, cubriéndola de tierra.

— ¿Y qué hallas de esa semilla que planté, hijo mío? ¿Qué sentirías tú si fueras ella?

El niño inmediatamente se imaginó en lo oscuro, apretado y cubierto de tierra húmeda.

— ¡Ah, mamá! Yo no aceptaría ser una semilla y ser enterrada. ¡Ni pensar!

La madre sonrió y, mostrando un gran árbol cubierto por bellas flores liliáceas, dijo:

— ¡Pues, hijo mío, tú perderías la oportunidad de ser como este lindo árbol aquí! Y dejarías de tener el placer de oír a las personas, encantadas con su belleza, elogiando las lindas flores que lo cubren.

Felipe quedó pensativo por momentos. La madre abrazó al hijo y explicó:

— Hijo mío, en la vida, todos nosotros tenemos una tarea que realizar. Cada uno servirá en el área a que fue llamado, esparciendo el bien en todos los lugares. Los minerales, las plantas, los animales y los seres humanos tienen funciones diferentes, pero todas son importantes.  

— Pero... ¿Y los insectos?

— Los insectos son muy útiles. Destruyen las plagas que atacan las plantas en las siembras. En la Naturaleza, todo es importante, hijo, porque todo es obra de Dios.

El niño quedó pensativo. La madre aprovechó para concluir:

— Por eso, debemos siempre hacer nuestra parte, mostrando esfuerzo y dedicación. Dios sabrá reconocer los méritos de cada uno de nosotros.

— Está bien, mamá. Eso quiere decir que debo realizar “mis tareas”, en la escuela y en casa... – dijo el niño mostrando que había entendido.

— Exactamente, Felipe. Instruirse, aprender, crecer, todo eso sólo tú puedes hacer por ti mismo. ¡Y en las horas libres, jugar, divertirse y pasear también es importante! Sin embargo todo tiene una hora cierta.

El niño abrazó a la madre con inmenso cariño.

Felipe estaba seguro de que, a partir de aquel día, no protestaría más de nada.

        

                                                        MEIMEI


(Recebida por Célia X. de Camargo em Rolândia-PR, aos 18/02/13.)      


               
 
                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita