WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Especial Português Inglês    
Año 6 302 – 10 de Marzo de 2013
GERSON SIMÕES MONTEIRO 
gerson@radioriodejaneiro.am.br  
Rio de Janeiro, RJ (Brasil) 
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Gerson Simões Monteiro

Dónde Dios siempre estuvo en las grandes tragedias


La ignorancia al respecto de las leyes que rigen la vida es la
que nos lleva a pensar que Dios se mantiene ausente e
indiferente a la suerte de sus propios hijos
 

 
El periódico El Globo, en su edición de 11 de enero de 2005, republicó un texto firmado por el columnista William Safire, del New York Times, cuestionando al Creador acerca de lo que ocurrió en el Sudeste de Asia, diciendo textualmente: “Tras el cataclismo, con fotos de padres llorando sobre niños muertos alcanzando
la conciencia humana en todo el mundo, surgen cuestiones que sacuden la fe: ¿dónde estaba Dios? ¿Por qué una divinidad buena y todo-poderosa permite que tantos males y pesar escalan sobre miles de inocentes? ¿Qué hicieron esas personas para merecer tamaño sufrimiento?”.

Estaba en la fila del supermercado cuando una señora comenzó a comentar la tragedia ocurrida en la boate Kiss, en la ciudad de Santa Maria-RS, revueltas con el Creador, acusándolo de injusto y cruel, por Él haber permitido la muerte de tantos jóvenes universitarios en plena flor de la juventud despuntando para la vida.

El papa Benedicto XVI, en el discurso proferido en su viaje apostólico a Polonia, durante la visita al campo de concentración de AUSCHAWITZ-BIRKENAU, el día 28 de Mayo del 2006, también cuestionó al Creador al decir:

“¡Cuantas preguntas surgen en este lugar! Sobresale siempre de nuevo la pregunta: ¿Dónde estaba Dios en aquellos días? ¿Por qué Él silenció?...

...En un lugar como este faltan las palabras, en el fondo puede permanecer sólo un silencio aterrorizador, un silencio que es un grito interior a Dios: ¿Señor, por qué silenciaste? ¿Por qué toleraste todo esto?...”

Dónde estuvo Él siempre

Delante de las preguntas levantadas por el columnista norte-americano, de la señora de la fila del supermercado, y del papa Benedicto XVI, aunque no haya búsqueda de Dios para decir dónde Él siempre estuvo, pues es cierto que nunca estuvo ausente de Su obra, y para defenderlo también de la imagen de injusto, debo decir inicialmente que los mayores filósofos y estudiosos de la cosmología y de la metafísica dedicaron su inteligencia al entendimiento de la figura de Dios, creando la Teodicea. Dos asuntos de esa ciencia fueron: la existencia y la esencia de Dios.

Se debe, no obstante, a Tomás de Aquino, autor de la Summa Theológica, la prueba de la existencia de Dios, basada en los siguientes argumentos metafísicos así sintetizados:

1) Si en el mundo existe movimiento o cambio, que caracteriza el venir a ser, debe existir un motor primero que no sea movido por ningún otro, pues, si todo fuera movido, tendríamos efecto sin causa.

2) Hay una causa absolutamente primera, trascendente a las causas en general; así, si existen las causas segundas, debe existir la causa primera, porque las causas segundas son efectos.

3) Existen seres contingentes, que no poseen en sí mismos la razón de su existencia, que son, pero podrían no ser; si existen seres contingentes, debe existir un ser necesario.

4) En las cosas existen varios grados de perfección, referentes a la belleza, a la bondad, a la inteligencia y a la verdad; debe haber entonces un ser infinitamente perfecto, porque lo relativo exige lo absoluto.

5) Y aún, la prueba por la orden del mundo, por la organización compleja del Universo y por el gobierno de las cosas, todo debido a una inteligencia ordenadora, superior, absoluta, necesaria.

Concepción espírita de Dios

Con base en tales razonamientos, demostrando ser Dios la Inteligencia Suprema del Universo y la Causa Primera de todas las cosas, Su esencia es de naturaleza espiritual, conforme la respuesta de los Espíritus Superiores a la cuestión nº 1 del Libro de los Espíritus.

Para mejor entenderlo, acostumbramos a adjetivarlo, pues el adjetivo, limitándolo, lo hace más accesible a nuestra comprensión limitada. Por eso, relacionamos los atributos de Dios, como está en la cuestión nº 13 de esa obra básica de la Doctrina Espírita: es eterno; es inmutable; es inmaterial; es único; es omnipotente; y, por fin, es soberanamente justo y bueno.

Según el Espiritismo, Dios es distinguido de su creación, como está esclarecido en la cuestión 77 del Libro de los Espíritus, repeliendo por ese motivo la doctrina panteísta, que lo concibe como parte integrante de su propia creación.

En ese sentido, los conceptos de inmanencia y trascendencia son inseparables cuando Lo analizamos, conforme determina la concepción dualista que admite la criba de la esencia sustancial de Dios, el Creador, de Su creación.

Como se sabe, inmanencia de Dios significa Su presencia espiritual en todo, como causa final y universal, ya que Él es el Creador de todas las cosas y seres. Sin embargo, la inmanencia de Dios no impide su absoluta independencia en relación al Universo, que Él creó, y es eso que denominamos de transcendencia. Así, inmanencia y transcendencia integran la naturaleza Divina, pues, sin la primera, Dios se haría extraño al Universo y no sería, por eso, infinito y ni perfecto. Sin la transcendencia, Dios sería idéntico al Universo y también imperfecto, como el propio Universo en evolución.

Sin la reencarnación es difícil entender

Infelizmente, aunque el columnista William Safire, la señora del supermercado y el papa admitan la existencia de Dios, queda difícil entender su Justicia, delante de los sufrimientos de las víctimas del tsunami, de los cerca de 239 jóvenes desencarnados en el incendio de Santa Maria, de los más de un millón quinientos mil judíos, polacos y rusos, exterminados en AUSCHWITZ-BIRKENAU, ignorando o desconociendo los fundamentos aquí expuestos.

Eso ocurre porque las filosofías tradicionales y las creencias religiosas, basadas en la hipótesis de que el hombre fue creado para una única existencia en la Tierra, no consiguen explicar las diferencias individuales entre los hombres y los sufrimientos colectivos, como los causados por el maremoto que alcanzó centenares de miles de personas, del incendio de la boate Kiss, de los exterminados en AUSCHWITZ-BIRKENAU, y concluyen de pronto que Dios es injusto y cruel para sus hijos.

Sin embargo, la solución para ese aparente enigma está en la palingenesia, en la ley de la reencarnación, la única que puede explicar con lógica las diferencias individuales y colectivas en la Humanidad.

Por medio de las vidas sucesivas, podemos entender perfectamente el funcionamiento de la ley de acción y reacción, la misma que actúa sobre el individuo, la familia, la nación, las razas, finalmente, el conjunto de los habitantes de los mundos, los cuales forman individualidades colectivas, expresión acuñada por el Espíritu Clélia Duplantier, en Obras Póstumas, de Allan Kardec, al respecto de las expiaciones colectivas.



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita