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Año 6 301 – 3 de Marzo de 2013
JOSÉ LOURENÇO DE SOUSA NETO         
lourencobh@gmail.com    
Belo Horizonte, MG (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

José Lourenço de Sousa Neto

El desastre de Acelino, una lección para
todos nosotros


Un análisis de un importante caso relatado por André Luiz en
el cap. 8 del libro Los Mensajeros, obra psicografiada por
el médium Francisco Candido Xavier

(Parte 2 e final)

 
Jesús es categórico en la amonestación a tales conductas, y sus palabras son duras cuando se dirige a los hipócritas:

 “¡Pero ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Pues que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos; y ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.

¡Pero ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque devoráis las casas de las viudas, bajo pretexto de prolongadas oraciones; por eso, sufriréis más riguroso juicio.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Pues que recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito; y, después de haberlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más de lo que vosotros.

¡Ay de vosotros, conductores ciegos! Pues que decís: Cualquiera que jura por el templo, eso nada es; sino el que jura por el oro del templo, ese es deudor. ¡Insensatos y ciegos! ¿Pues cuál es mayor: el oro o el templo, que santifica el oro?”. (Mt, 23:13-17.)

Caer solo tiene una consecuencia. Caer arrastrando a otros (y hasta una estructura, como parece ser el caso de Acelino), tiene otra. Ambas serán del tamaño del perjuicio causado.

En balde, se movieron los amigos espirituales (...). Vanamente, compañeros encarnados me llamaban a una aclaración oportuna. Me agarré al interés inferior y fijé mi punto de vista.

Si sufrimos el asedio del mal, por nuestra propia concupiscencia, ni por eso estamos a  merced de las tinieblas: “Pero otros [los buenos Espíritus] te cercarán, esforzándose por influenciarte para el bien, lo que restablecerá el equilibrio de la balanza y te deja señor de tus actos”. (OLE, q. 466).

Comenta Kardec: “Es así que Dios confía a nuestra conciencia la elección del camino que debamos seguir y la libertad de ceder a una o la otra de las influencias contrarias que se ejercen sobre nosotros”.

Mucho se pedirá a quien mucho se hubiera dado

Cuando nos fijamos en un objetivo, buscamos reunir las condiciones necesarias para  alcanzarlo – donde colocamos nuestro tesoro, ahí colocamos nuestro corazón (Mt, 6:21). Es preciso, por lo tanto, mucho cuidado con lo que elegimos como propósito de vida.

Veamos algunas advertencias en el Evangelio:

“Marta, Marta, estás ansiosa y fatigada con muchas cosas, pero una sólo es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada”. (Lc, 10:41-42).

“Si la luz que hay en ti son tinieblas, cuan grande serán tales tinieblas.” (Mt, 6:23).

“Buscad primero el Reino de Dios, y su justicia, y todas esas cosas os serán añadidas.” (Mt, 6:33).

“... El que busca, encuentra.” (Mt, 7:8).

Mientras más conocemos (mayor capacidad de razonamiento y, por lo tanto, de juicio y escogida), más condiciones tenemos que percibir y comprender las diversas influencias que nos llegan – y optar entre ellas. Por eso “mucho se pedirá a aquel a quién mucho se haya dado” (Lc, 12:48).

“A los espíritas, pues, mucho será pedido, porque mucho han recibido; pero, también, a los que hayan aprovechado, mucho será dado. El primer cuidado de todo espírita sincero debe ser el de buscar saber si, en los consejos que los Espíritus dan, alguna cosa no hay que le diga al respecto.” (OESE, cap. XVIII-12.)

Interés enorme fue despertado entre los que deseaban mejoras físicas y solución de negocios materiales. – Más una vez, escogemos nuestros “socios” en el emprendimiento a que nos entregamos; nuestros comensales; nuestros compañeros de jornada. En el caso de Acelino, está clara la opción por los amigos inferiores, en detrimento de los compañeros de ideales nobles.

Las lecciones de espiritualidad superior (...) quedaron en la distancia. – Agua y aceite no se mezclan, como el bien no pacta con el mal: “Nadie puede servir a dos señores, porque o ha de odiar uno y amar el otro o se dedicará a uno y despreciará el otro. No podéis servir a Dios y a Mamón [las riquezas]”. (Mt, 6:24).

Si permitiéramos la aproximación de Espíritus tenebrosos, estamos, en contrapartida, dificultando el amparo de los Espíritus de luz. ¡Nuevamente, cuestión de elección!

Las bajas corrientes mentales de los inquietos clientes me encarcelaron en una sombría cadena psíquica. – Sabemos que la obsesión es sintonía entre mentes desajustadas, que se buscan en un propósito común, infeliz. La mente más vigorosa acaba por imponerse a la otra, pero la mente subyugada tuvo que “llamar”, “abrir la puerta”. Por nuestra falta de atención, acabamos siendo víctimas por nuestros propios actos. Aquellos a quién hoy escarnecemos, se transforman, de mala voluntad nuestra, en nuestros carceleros. Pasan, entonces, a cobrar lo que les causamos. Es de justicia.

Poco pensamos en la muerte

No hay vinculación sin consecuencias. Por más fortuito o efímero que pueda parecer una relación, elementos son lanzados que generarán frutos, buenos o malos, más pronto o más tarde.

¿Con qué tipo de Espíritus estamos vinculándonos? ¿Qué propósitos nos unen? ¿Estamos irguiendo nuestras prisiones o pavimentando el camino de nuestra liberación?

La muerte llegó (...) y me arrancó la fantasía. – Es extraño como luchamos con tanto descaso con aquel que es, tal vez, el único fenómeno del cual sabemos que no vamos a escapar – la muerte biológica. Parece que, en la intimidad, aguardamos la esperanza de escarnecerla.

Poco pensamos en la muerte y menos aún nos preparamos para ella.

Los Espíritus que nos orientan dejan claro que llevamos con nosotros lo que somos en vida (no lo que tenemos), y la prestación de cuentas es inevitable. Pero seguimos adelante, comportándonos cómo si pudiéramos burlar la propia conciencia.

Por el nivel de conocimiento que ya alcanzamos, así como por los reiterados llamamientos de los benefactores espirituales, para que rectifiquemos nuestro camino, ya estamos aptos a la transformación, a dar a luz el hombre nuevo, el hombre renovado, el Hijo del Hombre, de asumir nuestra condición de “herederos de Dios y corderos de Cristo” (Rom, 8:17). No se justifica más ser cogidos de sorpresa, si el llamamiento a la vigilancia es tan claro en los mensajes evangélicos y de los buenos Espíritus:

“Si el padre de familia supiera a que vigilia de la noche había de venir el ladrón, vigilaría y no dejaría que fuera forzada su casa. Por eso, estáis vosotros percibidos también, porque el Hijo del Hombre ha de venir a la hora en que no penséis”. (Mt, 24:43-44).

Grité, lloré, imploré (...). Durante once años consecutivos, expié la falta (...), entre el remordimiento y la amargura. – Como en la criba entre el trigo y la cizaña, cuando este último será quemado, “todo lo que causa escándalo y los que cometen iniquidad” serán lanzados “en el fogón de fuego; allí habrá llanto y crujir de dientes” (Mt, 13: 41-42)

Así como nada valieron las exhortaciones de los benefactores espirituales para que Acelino se mantuviera en la línea, de nada sirven, ahora, sus gritos y lamentos. La expiación – su duración y el dolor – es proporcional a la lesión cometida contra la conciencia. Aún más en el caso de él, que era esclarecido y estaba cercado de ayuda, el desvío es aún más grave, con consecuencias en el mismo nivel.

 “Todo aquel que comete pecado es esclavo del pecado.” (Ju, 8:34).

Remordimiento y arrepentimiento vienen antes

Cabe recordar que la expiación aún no es el rescate. Es la preparación del terreno para el trabajo de reconstrucción que vendrá a continuación. Es el cimiento de la nueva casa – si el cimiento es débil, la casa estará comprometida. De ahí el arrepentimiento y el remordimiento que vengan antes, necesariamente, que la reparación.

Yendo a los círculos carnales para servir a las criaturas de Dios, (...) sólo hice viciados de la creencia religiosa y delincuentes ocultos, mutilados de la fe y paralíticos del pensamiento. – El más simple razonamiento muestra que cuánto mayor es la condición de un individuo, mayores son los daños causados si él escoger una vida de desmanes. Tal como el árbol, mientras más alto y robusto, mayor el perjuicio causado por su derrumbe, tanto a aquellas criaturas que buscaron un nido, alimento o reposo en sus ramas, como a aquellas a su alrededor, alcanzados directa o indirectamente.

El levantamiento de los perjuicios se multiplica, si fuera considerado el impacto en medio, el tiempo, y en los proyectos de cuantos contaban con aquel recurso. Eso ilustra la situación de Acelino, y de todos que, como él, cargan gravámenes de liderazgo y responsabilidades de grande monta. El majestuoso mango puede mucho más que la humilde mostaza, pero su caída será, también, mucho más desastrosa.

En el avance de la evolución, es inevitable que nuestros gravámenes aumenten en la proporción de nuestra capacidad de responder (responsabilidad) y de realización (conocimiento). No es lícito huir de ellos – sería “no jugar”, la situación de Octavio –, y el cobro de la conciencia es en la medida de los recursos no utilizados, como si, en la parábola de los talentos, aquel que recibió cinco los enterrara. Es preciso tener siempre en mente  cuánto podemos y debemos realizar, pero no descuidar, también, de cuánto podemos perjudicar.

El sentido de pecar contra el Espíritu Santo

El progreso no trae sólo las obligaciones aumentadas. Carrea también los recursos de defensa, en la experiencia adquirida y en la asistencia de la espiritualidad. No recibimos misión mayor que nuestra capacidad de bien cumplirla.

Para Acelino todo esto está claro. De ahí que él considere que está “en peores condiciones” y que su caso “carga características diversas y mucho más graves”.

No tengo disculpas, porque estaba esclarecido; no tengo perdón, porque no me faltó asistencia divina. – Errar por ignorancia es una cosa: “para quien no sabe, lo que hace es ley”. Errar con conocimiento de causa es otra muy diferente: “En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y toda suerte de blasfemia, con que blasfemen. Cualquiera, sin embargo, que blasfemara contra el Espíritu Santo, nunca obtendrá perdón, más será reo del eterno juicio”. (MC, 3:28-29).

Para el individuo ignorante, el error no acarrea el sentimiento de la culpa. Como mucho, él registra una experiencia dolorosa que puede, o no, llevar a un cambio de prácticas. La culpa viene cuando insistimos en comportamientos que no coadunan con lo que ya sabemos – ese es el sentido de “pecar contra el Espíritu Santo”.

¿Pueden evaluar la extensión de mi culpa? – Sólo el individuo puede hacer la evaluación correcta de su culpa. Cualquier juicio de otra persona será fallo – tenderá a subvalorar o supervalorizar los resultados, aumentando o disminuyendo la culpa. “Cada uno sabe el dolor y la delicia de ser lo que es” (Caetano Veloso). Muchas veces nos apoyamos en la opinión favorable de los amigos, en búsqueda de un consuelo para nuestro dolor moral – pero, cuando estamos solos, tenemos que habernos con nuestra conciencia, no hay palabra que digan que pueda consolarnos o aliviar nuestro sufrimiento. De la misma forma, el juicio de los adversarios, por más agresivo que sea, no nos afectará, si nuestra conciencia no les endosa las críticas – sus palabras ásperas podrán causarnos algún malestar externo, pero íntimamente estaremos pacificados.

Concluyendo…

La experiencia de Acelino es de gran importancia para todos nosotros, estudiantes de las cosas del espíritu, buscadores de la luz. Sabemos que el progreso es inevitable y nuestros esfuerzos calzan el camino y agilizan nuestros pasos. Pero tenemos que pagar el precio, cargando con las obligaciones acarreadas para nuestros hombros juntamente con la aclaración. Mientras más recibimos, más podemos realizar; pero, por otro lado, mayor daño puede causar nuestra desidia. Y no hay como evitar eso – no hay retorno y el propio aparcamiento es limitado y tiene consecuencias propias. Para encorajarnos, recordamos que, mientras más comprometidos y envueltos en la tarea divina, mayor la asistencia y la sustentación – mientras más próximo al foco de la luz, más energía y calor recibimos.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita