WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 300 – 24 de Febrero de 2013

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Cumpliendo el deber

 

Cierto día, la profesora contó a sus alumnos que había surgido la oportunidad de hacer un paseo a una ciudad próxima para visitar una escuela que estaba con una exposición de los mejores trabajos de los alumnos, y completó:

— Creo que es interesante para vosotros, pues están expuestos los mejores trabajos, que muestran la creatividad de los alumnos. Tenemos que ir mañana sin falta; la exposición está concluyéndose.
 

¡Los alumnos adoraron la idea! Hicieron planes durante el resto de la mañana. Llevarían sandwichs y comerían en un apacible parque de la ciudad. La profesora ya preparaba un autobús que estaría a las ocho horas en la puerta de la escuela. Los alumnos sólo necesitarían traer un sandwich y la autorización de los padres para viajar con la clase. 
 

Cristina entró en casa animada. Contó para su madre el paseo que irían a hacer al día siguiente dando saltos de alegría.  

— ¡Mamá! ¡Sólo preciso de la autorización tuya y de papá, y un sandwich bien gustoso!
 

La madre abrazó a la hija contenta por verla tan entusiasmada. Después, quedó pensativa.

— ¿Qué pasa mamá? ¿No te gustó la idea?

— Creí buena, hija. Sin embargo me acordé: ¿mañana tú no vas a hacer compañía a “tú” Pedro?

— ¡Ah! ¡Es verdad! ¿Y ahora? — dijo, llevando la mano a la cabeza, molesta.

— Tú tienes que resolver lo que debes hacer: si

debes ir a pasear o cuidar de “su” Pedro.  

— Mamá, ¿será que alguien podría quedarse con el abuelo Pedro? ¡Yo “necesito” ir con la clase!

La madre pensó un poco y pensó:

— Cristina, tú no “necesitas” ir con la clase pasear. Tú te comprometiste a cuidar del abuelo Pedro antes de surgir esa excursión.

— ¡Pero, alguien podría quedarse con él en mi lugar! ¿Tú podrías hacer eso por mí?

— No puedo. Tú sabes que necesito trabajar. Como enfermera, yo no puedo dejar de comparecer al hospital para mi turno de servicio. Pero podemos pensar en alguien que se quede con el “abuelo” Pedro por ti.

Pensaron... pensaron... pensaron... sin embargo no consiguieron encontrar nadie. Todas las personas amigas tenían compromiso para el día siguiente.

Cristina comenzó a llorar, protestando:

— ¡No es justo! ¡¿No voy a poder pasear porque tengo que cuidar de un enfermo?!...

— Mi hija, cada uno de nosotros debe atender al deber que la vida nos impone. Puede ser un deber profesional, como el mío; puede ser un deber familiar, de atender a las obligaciones en el hogar, con los familiares; y puede ser un deber moral, es decir, algo con que la gente se comprometió y juzga que debe realizar. ¿Cuándo tú te dispusiste a pasar la tarde con “tú” Pedro, ¿no lo encuentras importante?

La niña concordó con un gesto de cabeza, sin decir nada. Sin embargo, la madrecita sugirió que, hasta el día siguiente, ella tendría tiempo de encontrar alguien que pudiera quedarse con él, ya que el enfermo era impedido, sólo quedaba en la cama, no tenía familia y dependía de los amigos.

Así, con mucha esperanza, Cristina pasó el resto del día hablando con las personas o telefoneando. Nada hecho.

En la mañana siguiente, resignada, ella avisó a la profesora que no iría a la excursión, esclareciendo el motivo. Después, tomó el rumbo a la casa del abuelo Pedro.

Entró en la casita pobre llevando una bolsa llena de comida, golosinas y una botella térmica con café que la mamá había mandado. El viejito, al ver a su amiguita llegar, le extrañó la expresión desanimada y preguntó:

— ¡Oh, oh, oh... mi amiguita! ¡Tú pareces triste hoy! ¿Qué ocurrió?

— Nada no, abuelo Pedro. Mi clase fue a pasear y yo no pude ir. ¡Sólo eso!

El viejito abrió mucho los ojos, la miró sorprendido. Después su expresión se debilitó, con una leve sonrisa de ternura en el rostro moreno, mientras decía:
 

— ¡Oh mi hija, tú no fuiste porque tenías que hacer compañía al negro viejo! ¡Cuánta generosidade!...

Y, mientras él hablaba, ocurrió algo extraordinario. Cristina comenzó a ver que, del pecho del anciano, una nube luminosa comenzó a formarse y vino a su encuentro, envolvién-dola toda. Una sensación de alegría, de paz, de contentamiento

la invadió por dentro. ¡Jamás había sentido emoción igual a aquella!  

El viejo abrió los brazos y ella se dejó envolver por ellos, en un grande y cariñoso abrazo.

De repente, Cristina notó que estaba libre de aquella insatisfacción que desde el día anterior a había invadido. Se alejó un poco del viejito y dijo:

— Abuelo Pedro, no lamento el paseo que perdí. Nada puede darme más alegría que estar aquí contigo. Ahora, voy buscar tu medicamento. Después, voy a traerle el café que mamá mandó para tomar juntos. Enseguida, voy a continuar la lectura del libro que estamos leyendo: El Evangelio según el Espiritismo.

Todo había pasado como un pase de magia. Ella ni se acordó más de la excursión, de los amigos, de la fiesta que estarían haciendo en el autobús. Nada más tenía importancia. Había cumplido su deber. Se sentía en paz consigo misma y con su conciencia. 

                                                                  MEIMEI


(Recebida por Célia X. de Camargo em Rolândia-PR, aos 11/02/2013.)
 


               
 
                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita