WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 299 – 17 de Febrero de 2013

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Valorando la vida

 

Cierta vez, Américo, un muchacho muy joven aún, bastante trabajador, de un pequeño negocio, consiguió crecer y ganar dinero comprando y vendiendo mercancías. Tanto trabajó él expandiendo su mercado que, pocos años después, era rico.

Sin embargo, Américo entusiasmado con el dinero fácil que le venía a las manos, no pensaba

en nada, a no ser enriquecerse cada vez más. Su padre, Antonio, preocupado, lo alertaba diciendo siempre:

— Hijo mío, ¿Qué adelanta que tú ganes tanto dinero si no tienes tiempo para nada más? ¡La riqueza material no es todo en la vida! ¿Tú has salido para divertirte un poco? ¿Has orado?    

A lo que Américo replicaba, dando una carcajada:

— Papá, el dinero no es todo, pero compra cualquier cosa. ¡Necesito construir mi futuro mientras soy joven! No te preocupes, cuando sobre tiempo yo hago una plegaria. En cuanto a la diversión, el trabajo ya me da mucha satisfacción.

El padre lo miraba serio, lleno de piedad.

Algún tiempo después, Américo conoció a Celeste, una chica muy bonita, y en poco tiempo estaban casados. Inmediatamente nació Aline, un lindo bebé.

Aline fue creciendo en gracia y belleza, para encanto de todos. Sin embargo, a pesar de amar mucho a la hija, Américo no tenía tiempo para ella ni para la esposa.

El abuelo era el gran compañero y amigo de Aline, pues, cuando la niña pedía al padre llevarla para pasear, él respondía:

— No puedo, hijita, necesito trabajar. Mamá o la abuela os llevan a vosotras, ¿está bien?

La niña se quedaba triste porque amaba profundamente aquel padre que nunca tenía tiempo para ella.

Aunque su opinión no tuviera valor para el hijo, Antonio en cierta ocasión le dijo:

— Hijo mío, la vida está pasando y tú no lo notas. No encuentras tiempo para nada, ni para tu familia, ni para la religión y mucho menos para ti. Jesús fue bastante claro cuando dijo: ¿Que aprovecharía al hombre ganar todo el mundo y perder su alma?1 

Pero Américo oía el padre sin dar importancia a sus palabras. Un día Aline quería ir al cine y el padre no pudo llevarla. Como Celeste estaba ocupada, el abuelo acompañó a la nieta. Sin embargo, apenas habían salido de casa, cuando al atravesar una avenida, vino un coche a alta velocidad, pasó por el semáforo con la señal cerrada y atropelló a Aline, que fue levantada para lo alto, cayendo en el asfalto. El abuelo, al notar que el coche iba a avanzar la señal, aún intentó cogerla, sin embargo no dio tiempo.
 

Todo fue muy rápido. Alguien llamó a la ambulancia, que vino en pocos minutos, mientras las personas se aglomeraban para ver lo que había ocurrido.

El padre avisó a Américo. Luego él y Celeste llegaron al hospital para donde Aline había sido

llevada. Desesperados, los padres lloraban. Cuando el médico entró en la sala, Américo insistió en decir:

— Doctor, haga todo lo que pueda por mi hija. Dinero para nosotros no es un problema. ¡Yo pago lo que necesite para que mi hija quede buena! ¡Cualquier cuantía!

— Cálmese, Américo. El dinero no es todo en la vida. Acabé de examinarla. La niña precisa ser sometida a una cirugía. Después volveré a hablar con vosotros — dijo el médico, encaminándose rápidamente para el quirófano.     

Aprovechando que estaban solos, Américo preguntó al padre como había ocurrió el accidente y Antonio le contó, finalizando:

— ¡No dio tiempo para nada, hijo! ¡Fue todo muy rápido! Vamos a orar. Confío que Dios, que es Padre, no dejará de socorrernos en esta hora de gran aflicción.   

Américo oyó, pero se mantuvo callado. ¡Hacía tantos años que no oraba que ni sabía más como hacer una plegaria! En aquella sala de espera, mientras aguardaba, Américo comenzó a hablar en voz alta, llorando:

— ¿Qué adelantó trabajar tanto, sacrificarme, ganar tanto dinero, si ahora puedo perder a mi hijita querida, el sol de mi existencia? Si ella muere, nada más va a importarme. Nada.
 

Antonio se aproximo al hijo, colocó la mano en su hombro, confortándolo:

— ¡Hijo mío, ten confianza! Lo importante ahora es que elevemos nuestro pensamiento a Dios, suplicando su amparo para nuestra querida Aline, que lo está necesitando.

Y allí, con las manos cogidas, Celeste y Américo

acompañaron la oración que Antonio hizo pidiendo a Dios que salvara aquella criaturita tan adorable, que ahora estaba pasando por una cirugía, de modo que su estado no fuera grave y que ella pudiera quedar inmediatamente recuperada.

Algún tiempo después, el médico volvió informando que la cirugía fue un éxito, que Aline estaba bien e inmediatamente podría ir para el cuarto. Ellos le agradecieron al médico y se abrazaron, aliviados y felices. En la mañana siguiente, el padre besó a Aline y dijo:

— Hijita, perdón por todas las veces que no te di atención. ¡A partir de hoy, voy a dedicarme más a nuestra familia, que es tan importante y que yo relegaba al abandono corriendo detrás del dinero. ¡Todo va a cambiar, yo te lo prometo!

Se abrazaron, emocionados, y Américo pidió:

— ¿Vamos a orar a Jesús para agradecerle por haber atendido nuestro pedido?


MEIMEI

(Recebida por Célia X. de Camargo em Rolândia-PR, aos 28/01/13.) 


               
 
                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita