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Año 6 299 – 17 de Febrero de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

La importancia del Evangelio en la cuestión de la vigilancia


En el cap. 16 del libro En los Dominios de la Mediumnidad, el instructor Aulus atribuye a la falta de vigilancia la causa principal que lleva muchos médium a retroceder de la jornada iniciada. Según él, libre para decidir cuanto al propio destino, el médium prefiere, muchas veces, estar en compañías indeseables, dando oídos a elementos corruptores que lo visitan por las grietas de la falta de vigilancia, y, en razón de eso, tropieza y se acuesta en la pereza, en la codicia, en la sexualidad delincuente o en el personalismo destruidor, con lo que se torna juguete de los adversarios del bien que le vampirizan las fuerzas y aniquilan sus mejores posibilidades.   

El hecho descrito acomete, como sabemos, no solamente los médium, pero los trabajadores en general, lo que explica por qué tantas personas empiezan y luego abandonan el trabajo que podría ayudarlas a desarrollarse espiritualmente.

Vigilar y orar, he aquí una propuesta antigua, proferida por Jesús, que la doctrina espirita acogió y nos indica como medida valiosa para nuestro propio futuro.

A respecto de la oración, es interesante recordar que los inmortales y el propio Allan Kardec nos recomiendan sea ella hecha diariamente, por la mañana y por la noche, pudiendo también, por lo menos una vez por semana, consagrarse a ella un tiempo mayor, agregándole la lectura de algunos pasajes del Evangelio. Kardec sugirió esa idea en un artículo que podemos leer en la pág. 234 de la Revue Spirite de 1864, de acuerdo con la traducción para el portugués hecha por Júlio Abreu Filho, publicada por la EDICEL.

La recomendación de Kardec fue, con certeza, el embrión de una práctica adoptada por los espiritistas siendo conocida por el nombre de Culto Evangélico en el Hogar o, simplemente, Evangelio en el Hogar.

Las oraciones diarias y el Culto Evangélico en el Hogar hecho por lo menos una vez por semana, se presentan como factores importantes para que la necesaria vigilancia de lo que pensamos y de lo que hacemos sea observada.

Mucho ya se escribió, en las páginas de esta revista, sobre los efectos positivos que provienen de esa práctica. Antes mismo del advenimiento de las obras de Chico Xavier, el Culto Evangélico en el Hogar ya era bien difundido en el medio espirita. Como Dr. Bezerra de Menezes dijo cierta vez en conocido mensaje, nuestros muertos queridos, en gran número de casos, están invisibles, pero no ausentes; están desencarnados, pero no libertos. Y son ellos los principales beneficiarios de las oraciones que hacemos y del Culto Evangélico en el Hogar que realizamos en la intimidad de nuestra familia.

Decimos principales, pero no únicos beneficiarios, una vez que los resultados de la práctica del Evangelio en el Hogar se extienden además de las paredes de nuestra casa, como Joanna de Ângelis esclarece en el mensaje titulado “Jesús contigo”, constante del cap. 59 de la obra Messe de Amor, psicografada por Divaldo P. Franco, que más adelante reproducimos:  

“Dedica una de las siete noches de la semana al Culto Evangélico en el Hogar, a fin de que Jesús pueda pernoctar en tu casa.

Prepara la mesa, coloca agua pura, abre el Evangelio, distiende el mensaje de la fe, enlaza la familia y ora. Jesús vendrá en visita.

Cuando el Hogar se convierte en santuario, el crimen se recoge al museo. Cuando la familia ora, Jesús tarda más en tu casa. Cuando los corazones se unen en los enlaces de la fe, el equilibrio nos ofrece las bendiciones del consuelo y la salud esparce vino de paz para todos. 

Jesús en el Hogar es vida para el Hogar.

No aguardes que el mundo te lleve la certeza del bien invariable.

Distiende, de tu casa cristiana, la luz del Evangelio para el mundo atormentado.

Cuando una familia ora en casa, reunida en las blandicias del Evangelio, toda calle recibe el beneficio de la comunión con el Alto.

Si alguien, en un edificio de pisos, alza a los Cielos la oración de la comunión en familia, todo edificio se beneficia, cual lámpara ignorada, encendida en el vendaval.

No te apartes de la línea direccional del Evangelio entre tus familiares. Continúa orando fiel, estudiando con tus hijos – y con aquellos a quien amas – las directrices del Maestro y, cuanto posible, debate los problemas que te afligen a la luz clara del mensaje de la Buena Nueva y examina las dificultades que te molesten ante la inspiración consoladora del Cristo.  

No te marches a la calle, en esta noche, sino para los inevitables deberes que no puedas aplazar.

Tárdate en el Hogar para que el Divino Huésped ahí también pueda tardarse.

Y cuando las luces se apaguen a la hora del reposo, ora una vez más, comulgando con Él, como Él busca hacerlo, a fin de que, unido a ti, puedas, en casa, una vez por semana en siete noches, tener Jesús contigo”.



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita