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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 297 – 3 de Febrero de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec 

 (Parte 3)
 

Continuamos el estudio metódico de “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Quiénes eran los saduceos y en qué creían?

B. ¿Quiénes fueron los principales precursores de la idea cristiana del Espiritismo?

C. ¿Cuál fue el delito que llevó a la condena de Sócrates?

D. ¿Cuántas partes hay en la Ley de Moisés?

Texto para la lectura

30. La idea cristiana fue presentida muchos siglos antes de Jesús y los esenios, teniendo como principales precursores a Sócrates y Platón. Sócrates, como Cristo, no escribió nada, o por lo menos, no dejó ningún escrito, y sólo tenemos conocimiento de su doctrina por los escritos de su discípulo Platón, los cuales nos ofrecen también los principios fundamentales del Espiritismo. (Introducción, ítem IV)

31. A los que consideren una profanación establecer un  paralelo entre la doctrina socrática y el Cristianismo y pretendan que no puede haber paridad entre la doctrina de un pagano y la de Cristo, les diremos que la doctrina de Sócrates no era pagana, puesto que tenía como objetivo  combatir al paganismo. (Introducción, ítem IV)

32. Kardec incluyó en este libro 21 enseñanzas extraídas de la doctrina enseñada por Sócrates y Platón. He aquí algunas de ellas:

I. El hombre es un alma encarnada.

II. Los filósofos se ejercitan en morir y la muerte no les parece, de ningún modo, temible.

III. Después de nuestra muerte, el genio que nos fuera designado durante la vida nos lleva a un lugar donde se reúnen todos los que deben ser conducidos al Hades para ser juzgados.

IV. Las almas, después de haber permanecido en el Hades el tiempo necesario, son conducidas nuevamente a esta vida en numerosos y largos períodos.

V. La preocupación constante del filósofo es la de tener el mayor cuidado con el alma, no tanto en lo que respecta a esta vida, que sólo dura un instante, sino teniendo en cuenta la eternidad. Puesto que el alma es inmortal, ¿no será prudente vivir mirando hacia la eternidad?

VI. Si la muerte fuese la completa disolución del hombre, los malos ganarían mucho con la muerte, pues se verían libres al mismo tiempo de su cuerpo, de su alma y de sus vicios. Aquél que reviste su alma no con adornos extraños sino con los que le son propios, podrá esperar tranquilamente la hora de su partida hacia el otro mundo.

VII. El alma conserva de manera evidente, los rasgos de su carácter, sus afectos y las marcas que le dejaron todos los actos de su vida.

VIII. La mayor desgracia que le puede suceder al hombre es ir al otro mundo con el alma cargada de crímenes. De tantas opiniones diversas, la única que permanece inamovible es aquella que dice que más vale recibir una injusticia que cometerla, y que sobre todo debemos cuidar no sólo parecer, sino ser un hombre de bien.

IX. Nunca se debe retribuir una injusticia con otra, ni hacer mal a nadie, sea cual fuera el daño que nos haya causado.

X. Por los frutos se conoce al árbol. Toda acción debe ser calificada por lo que produce.

XI. La riqueza es un gran peligro. Todo hombre que ama a la riqueza no se ama sí mismo, ni a lo que es suyo; ama algo que le es aún más extraño.

XII. Las más bellas oraciones y los más bellos sacrificios agradan menos a Dios, que un alma virtuosa que hace esfuerzos por parecerse a Él.

XIII. El amor está por todas partes en la Naturaleza, que nos invita a ejercitar nuestra inteligencia. Es el amor el que da paz a los hombres, calma al mar, silencio a los vientos y adormece al dolor.

XIV. Si los médicos fracasan al tratar la mayor parte de las enfermedades, es porque tratan al cuerpo sin tratar el alma. Ahora bien, si el todo no se encuentra en buen estado, es imposible que una parte de él esté bien. (Introducción, ítem IV)

33. Jesús fue muy claro en relación a su misión, al decir: “No penséis que he venido a destruir la ley o los profetas: no he venido para destruir sino para cumplir: - porque, en verdad os digo que el cielo y la Tierra no pasarán sin que todo lo que se encuentra en la ley sea perfectamente cumplido”. (Capítulo I, ítem 1)

34. Al transcribir el primer mandamiento de la ley de Dios, Kardec dejó fuera las siguientes frases: “… porque yo, el Señor vuestro Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos, en la tercera y en la cuarta generación de aquellos que me aborrecen, y soy misericordioso hasta las mil generaciones de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos”. (Éxodo, cap. XX, versículos 5 y 6) (Nota de la Editorial de la FEB, en 1947)

35. La parte final del mencionado mandamiento muestra que la Ley enseña de forma velada la reencarnación, las expiaciones y las pruebas. En la primera y en la segunda generación, como contemporáneo de sus hijos y nietos, el Espíritu culpable todavía no ha reencarnado, pero un poco más tarde – en la tercera y en la cuarta generación – él ya pudo haber vuelto y, así, recibir las consecuencias de sus faltas. De esta manera, es el mismo culpable y no otro, quien paga su deuda ante la Ley de Dios. (Nota de la Editorial de la FEB, en 1947)

36. Los diez mandamientos tienen carácter divino. Las leyes mosaicas son de carácter humano y, por ello, transitorio. Como la idea de un Dios terrible podía impresionar a las criaturas ignorantes, Moisés se valió del nombre del Señor para dictar determinadas leyes de naturaleza civil que muchas veces chocaban con el Decálogo. Ejemplo de esto son las leyes que mandaban lapidar a la mujer encontrada en adulterio y las conocidas por la expresión “ojo por ojo, diente por diente”. (Capítulo I, ítem 2)

37. Jesús no vino a destruir la ley, es decir la ley de Dios, expresada en los diez mandamientos. Por el contrario, vino a cumplirla, a desarrollarla, a darle su verdadero sentido y adaptarla al grado de adelantamiento de los hombres. En cuanto a las leyes de Moisés propiamente dichas, las modificó profundamente, tanto en el fondo como en la forma. (Capítulo I, ítem 3)

38. Combatiendo constantemente el abuso de las prácticas exteriores y las falsas interpretaciones, Jesús las hizo pasar por la reforma más radical reduciéndolas a este único mandamiento: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo”, agregando: “ésta es toda la ley y los profetas”. (Capítulo I, ítem 3)

39. Por las palabras: “El cielo y la Tierra no pasarán sin que todo se haya cumplido hasta la última jota”, Jesús quiso decir que era necesario que la ley de Dios tuviese pleno cumplimiento, es decir, que fuese practicada en la Tierra entera, en toda su pureza, con todas sus extensiones y consecuencias. (Capítulo I, ítem 3)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Quiénes eran los saduceos y en qué creían?

Los saduceos eran los adeptos de una secta judía que se formó hacia el año 248 antes de Cristo y cuyo nombre vino de Sadoc, nombre de su fundador. No creían en la inmortalidad, ni en la resurrección, ni en los ángeles buenos y malos, pero creían en Dios. Como no esperaban nada después de la muerte, sólo le servían con miras a tener recompensas temporales, a lo que, según ellos, se limitaba la providencia divina. Pensando de esa manera, tenían la satisfacción de los sentidos físicos como objetivo esencial de la vida. En cuanto a las Escrituras, se atenían al texto de la Ley antigua. No admitían la tradición, ni ninguna interpretación. Colocaban las buenas obras y la observancia pura y simple de la Ley por encima de las prácticas exteriores del culto. Eran, como se ve, los materialistas, deístas y sensualistas de la época. La secta poco numerosa, contaba sin embargo en su seno con importantes personajes y se volvió un partido político opuesto constantemente a los fariseos. (El Evangelio según el Espiritismo, Introducción, ítem III)

B. ¿Quiénes fueron los principales precursores de la idea cristiana del Espiritismo?

Los filósofos Sócrates y Platón. (Obra citada, Introducción, ítem IV.)

C. ¿Cuál fue el delito que llevó a la condena de Sócrates?

Tal como sucedió con Jesús, Sócrates tuvo la muerte de los criminales, víctima del fanatismo, por haber atacado las creencias que encontró y por haber colocado la virtud real por encima de la hipocresía y el simulacro de las formas; en una palabra, por haber combatido los prejuicios religiosos. Del mismo modo que Jesús, a quien los fariseos acusaron de estar corrompiendo al pueblo con sus enseñanzas, así también fue acusado por los fariseos de su tiempo, puesto que siempre los hubo en todas las épocas, por proclamar el dogma de la unidad de Dios, de la inmortalidad del alma y de la vida futura. (Obra citada, Introducción, ítem IV.)

D. ¿Cuántas partes hay en la Ley de Moisés?

En la ley mosaica hay dos partes distintas: la ley de Dios, promulgada en el monte Sinaí, y la ley civil o disciplinaria decretada por Moisés. La primera es invariable; la otra, apropiada a las costumbres y al carácter del pueblo, se modifica con el tiempo. El decálogo es de todos los tiempos y de todos los países. Las otras son leyes que Moisés decretó, obligado a contener mediante el temor a un pueblo turbulento e indisciplinado, en el cual tenía que combatir arraigados abusos y prejuicios adquiridos durante la esclavitud en Egipto. Para conferir autoridad a sus leyes, tuvo que atribuirles un origen divino, conforme lo hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos. (Obra citada, capítulo I, ítems 1 y 2.)

 

 


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