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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 295 – 20 de Enero de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec 

 (Parte 1)
 

Iniciamos hoy el estudio metódico de “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuál es el verdadero carácter del Espiritismo?

B. Los Evangelios se dividen en cinco partes. ¿Cuáles son éstas y cuál es la que Kardec escogió como objeto de esta obra?

C. ¿Qué es lo que la comunicación con los Espíritus hizo posible?

D. ¿Dónde se encuentra la clave para la comprensión de los Evangelios y del Viejo Testamento?

E. La llamada ortodoxia espírita, ¿será establecida por los hombres o por los Espíritus?

Texto para la lectura

1. Los Espíritus del Señor se esparcen por toda la superficie de la Tierra y, como estrellas que caen, vienen a iluminar los caminos y a abrir los ojos a los ciegos. Han llegado los tiempos en que todas las cosas deben ser restablecidas en su verdadero sentido, para disipar las tinieblas, confundir a los orgullosos y glorificar a los justos. Las grandes voces del Cielo resuenan y los cánticos de los ángeles se aúnan a ellas. Nosotros os invitamos al divino concierto. Únanse vuestras voces. Que en un himno sagrado se extiendan y vibren en todo el Universo. Hombres, hermanos a quienes amamos, estamos cerca de vosotros. Amaos también los unos a los otros y decid desde el fondo del corazón, haciendo la voluntad del Padre que está en el Cielo: ¡Señor! ¡Señor!... y podréis entrar en el reino de los Cielos. (Prefacio, El Espíritu de Verdad)

2. Ante este código divino – la enseñanza moral traída por Jesús – la misma incredulidad se inclina. Para los hombres en particular, ese código constituye una regla de conducta que abarca  todas las circunstancias de la vida privada y de la vida pública, el principio básico de todas las relaciones sociales que se fundan en la más rigurosa justicia. Es él la guía infalible para la felicidad venidera, el levantamiento de una punta del velo que nos oculta la vida futura. (Introducción, ítem I)

3. Reunimos en esta obra los artículos que pueden constituir, propiamente hablando, un código de moral universal, sin distinción de culto. Pero en lugar de ceñirnos a un orden cronológico imposible y sin ventaja real para este caso, agrupamos y clasificamos metódicamente las máximas según su respectiva naturaleza, de manera que deriven unas de otras, en cuanto sea posible. (Introducción, ítem I) 

4. Muchos puntos de los Evangelios, de la Biblia y de los autores sagrados en general, son ininteligibles, e incluso algunos parecen irracionales, porque falta la clave que permita  comprender su verdadero sentido. Esta clave se encuentra completa en el Espiritismo. (Introducción, ítem I)

5. El Espiritismo se encuentra en todas partes en la Antigüedad y en las diferentes épocas de la Humanidad. En todas partes se descubren sus huellas: en los escritos, en las creencias y en los monumentos. Esa es la razón por la que al mismo tiempo que abre horizontes nuevos para el porvenir, proyecta una luz no menos viva sobre los misterios del pasado. (Introducción, ítem I)

6. Como complemento de cada precepto, agregamos algunas instrucciones escogidas, entre las que los Espíritus dictaron en varios países y por diferentes médiums. Si ellas hubiesen provenido de una fuente única, tal vez hubieran sufrido una influencia personal o la del medio, en cambio la diversidad de orígenes prueba que los Espíritus dan indistintamente sus enseñanzas y que nadie goza de ningún privilegio a ese respecto. (Introducción, ítem I)

7. Gracias a las relaciones establecidas, de ahora en adelante y permanentemente, entre los hombres y el mundo invisible, la ley evangélica, que los mismos Espíritus enseñaron a todas las naciones, ya no será letra muerta porque cada uno la comprenderá y se verá incesantemente conminado a ponerla en práctica, por el consejo de sus guías espirituales. Las instrucciones que emanan de los Espíritus son verdaderamente las voces del Cielo que vienen a esclarecer a los hombres y a invitarlos a la práctica del Evangelio. (Introducción, ítem I)

8. Quiso Dios que la nueva revelación llegase a los hombres por un camino más rápido y más auténtico. Encargó, pues,  a los Espíritus llevarla de un polo a otro, manifestándose por todas partes, sin otorgar nadie el privilegio de oír su palabra. Un hombre puede ser engañado, puede engañarse a sí mismo; ya no será así, cuando millones de criaturas vean o escuchen lo mismo. Esto constituye una garantía para cada uno y para todos. (Introducción, ítem II)

9. Se pueden quemar los libros, pero no se puede quemar a los Espíritus. Ahora bien, si se quemasen todos los libros, la fuente de la doctrina no dejará de conservarse inagotable, porque ella no está en la Tierra, porque surge en todas partes y porque todos pueden saciarse en ella. Si faltaran hombres para difundirla, existirán siempre los Espíritus, cuya actuación a todos alcanza y a los cuales nadie puede alcanzar. (Introducción, ítem II)

10. Los Espíritus se comunican en todos los puntos de la Tierra, a todos los pueblos, a todas las sectas, a todos los partidos, y todos los aceptan. El Espiritismo no tiene nacionalidad y no es parte de ningún culto existente; ninguna clase social lo impone, puesto que cualquier persona puede recibir instrucciones de sus parientes y amigos de ultratumba. Y es necesario que sea así, para que pueda conducir a todos los hombres a la fraternidad. (Introducción, ítem II)

11. En esa universalidad de la enseñanza de los Espíritus reside la fuerza del Espiritismo y también la causa de su tan rápida propagación. Mientras que la palabra de un solo hombre, aun con la ayuda de la imprenta, necesitaría siglos para llegar al conocimiento de todos, millares de voces se hacen oír simultáneamente en todos los recodos del planeta, proclamando los mismos principios y transmitiéndolos a los más ignorantes, como a los más sabios, a fin de que no haya desheredados. (Introducción, ítem II)

12. Sabemos que los Espíritus en virtud de la diversidad de sus capacidades, lejos están, considerados individualmente, de poseer toda la verdad. Resulta de esto que, en relación a todo lo que esté fuera del ámbito de la enseñanza exclusivamente moral, las revelaciones que cada uno pueda recibir tendrán un carácter individual, sin sello de autenticidad y deben ser consideradas como opiniones personales, siendo imprudente aceptarlas y difundirlas a la ligera como verdades absolutas. (Introducción, ítem II)

13. El primer examen de comprobación es, pues, el de la razón, al cual debe someterse sin excepción todo lo que venga de los Espíritus. Toda teoría en manifiesta contradicción con el buen sentido, con una lógica rigurosa y con los datos positivos ya adquiridos, debe ser rechazada por muy respetable que sea el nombre que la firme. (Introducción, ítem II)

14. La concordancia en lo que enseñen los Espíritus es pues, la mejor comprobación. Pero importa que ésta se dé en determinadas condiciones. (Introducción, ítem II)

15. Existe sólo una garantía seria para la enseñanza de los Espíritus: la concordancia que haya entre las revelaciones que ellos hagan espontáneamente, valiéndose de un gran número de médiums extraños entre sí, y en varios lugares.  (Introducción, ítem II)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál es el verdadero carácter del Espiritismo?

Según Kardec, la doctrina espírita no se fundamenta en la opinión de los hombres, sino en la voz de los Espíritus, en la universalidad de aquellos que se comunican en toda la Tierra, por orden de Dios. Éste es el carácter esencial del Espiritismo y también su fuerza, su autoridad. (El Evangelio según el Espiritismo, Prefacio e Introducción, ítem II)

B. Los Evangelios se dividen en cinco partes. ¿Cuáles son éstas y cuál es la que Kardec escogió como objeto de esta obra?

Las materias contenidas en los Evangelios se dividen en cinco partes: los actos ordinarios de la vida de Cristo; los milagros; las profecías; las palabras que fueron tomadas por la Iglesia como fundamento de sus dogmas; y la enseñanza moral. Las cuatro primeras han sido objeto de controversias; pero la última se conservó firmemente inatacable. Ante este código divino, la misma incredulidad se inclina. Para los hombres en particular, este código constituye una regla de conducta que abarca todas las circunstancias de la vida privada y la vida pública, el principio básico de todas las relaciones sociales que se fundan en la más rigurosa justicia y, por encima de todo, la guía infalible para la felicidad venidera. Esta parte es la que él escogió como objeto de esta obra. (Obra citada, Introducción, ítem I.)

C. ¿Qué es lo que la comunicación con los Espíritus hizo posible?

La comunicación entre los hombres y el mundo invisible hizo posible una mejor divulgación de la ley evangélica, que ya no será más letra muerta, porque cada uno la comprenderá y se verá incesantemente conminado a ponerla en práctica, por el consejo de sus guías espirituales. (Obra citada, Introducción, ítem I.)

D. ¿Dónde se encuentra la clave para la comprensión de los Evangelios y del Viejo Testamento?

Las enseñanzas espíritas son la clave para la comprensión de los textos bíblicos y evangélicos que, a falta de ellos, parecen ininteligibles en muchos pasajes. (Obra citada, Introducción, ítem I.)

E. La llamada ortodoxia espírita, ¿será establecida por los hombres o por los Espíritus?

Por los Espíritus. A propósito de ello, Kardec escribió: “No será a la opinión de un hombre que se aliarán los demás, sino a la voz unánime de los Espíritus; no será un hombre, ni nosotros, ni ningún otro el que fundará la ortodoxia espírita; tampoco será un Espíritu que venga a imponerse a cualquiera: será la universalidad de los Espíritus que se comunican en toda la Tierra, por orden de Dios. Éste es el carácter esencial de la Doctrina Espírita; ésta es su fuerza, su autoridad. Dios ha querido que su ley se asentase sobre una base inamovible y por esto no le dio por fundamento la frágil cabeza de uno solo”. (Obra citada, Introducción, ítem II.) 

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita