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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 293 – 6 de Enero de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Médiums 

Allan Kardec 

 (Parte 43)
 

Continuamos con el estudio metódico de “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec, la segunda de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en 1861. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Debemos criticar el mal cuando éste suceda en nuestro medio?

B. ¿Cuál es la mejor garantía para saber si un principio es la expresión de la verdad?

C. ¿Cuál es la misión de los Espíritus?

D. ¿Cuál es el objetivo de la vida?

Texto para la lectura 

394. Por orden de Dios, los Espíritus trabajan para el progreso de todos, sin excepción. Haced lo mismo vosotros, espíritas. No atormentéis a nadie con ninguna insistencia. La persuasión no llegará a los incrédulos sino por vuestro desinterés, por vuestra tolerancia y vuestra caridad con  todos sin excepción. Cuanto más modestos seáis, tanto más conseguiréis haceros apreciar. (Cap. XXXI, ítem VI, San Luis)

395. Os hablaré de la firmeza que debéis poseer en vuestros trabajos espíritas. Os aconsejo que estudiéis de corazón y que apliquéis a vosotros mismos su espíritu porque, como San Pablo, seréis perseguidos, no en carne y hueso, sino en espíritu. Nada temáis: será una prueba que os fortalecerá, si sabéis entregarla a Dios, y más tarde veréis vuestros esfuerzos coronados por el éxito. (Cap. XXXI, ítem VIII, Channing)  

396. Kardec insertó en el ítem IX del capítulo XXXI un mensaje que, obtenido por uno de los mejores médiums de la Sociedad Espírita de París, fue firmada por Jesús, nombre que él decidió conveniente no reproducir. “De ninguna manera dudamos que Él pueda manifestarse –explica Kardec-; pero si los Espíritus verdaderamente superiores no lo hacen, sino en circunstancias excepcionales, la razón nos impide creer que el Espíritu puro por excelencia responda al llamado del primero que se aparezca.” El mismo mensaje aparecería más tarde, con pequeños cambios en el capítulo VI, ítem 5, de El Evangelio según el Espiritismo, firmada por El Espíritu de Verdad, lo que llevó a mucha gente a suponer que Jesús y El Espíritu de Verdad fuesen la misma persona, pensamiento que no es corroborado por Kardec. En su libro “Instrucciones Prácticas sobre las Manifestaciones Espíritas”, capítulo II, refiriéndose al nombre alegórico de El Espíritu de Verdad, el Codificador escribió: “yo supe después, por otros Espíritus, que él fue un distinguido filósofo de la antigüedad”. (Cap. XXXI, ítem IX)

397. Todos los hombres son médiums, todos tienen un Espíritu que les dirige hacia el bien, cuando saben escucharlo. Escuchad esa voz interior, ese buen genio que os habla sin cesar, y llegaréis progresivamente a oír a vuestro ángel de la guarda, que desde lo alto de los cielos os tiende las manos. Repito: la voz íntima que habla al corazón es la de los Espíritus buenos y es desde este punto de vista que todos los hombres son médiums. (Cap. XXXI, ítem X, Channing)

398. El Espíritu humano sigue su marcha necesaria, imagen de la gradación que experimenta todo lo que puebla el Universo visible e invisible. Todo progreso llega a su hora: la de la elevación moral ha sonado para la Humanidad. (Cap. XXXI, ítem XI, Pedro Jouty)

399. Dios me ha encargado desempeñar una misión con los creyentes a quienes Él favorece con el mediumnato. Cuantas más gracias reciben ellos del Altísimo, más peligros corren y tanto más grandes son esos peligros, cuando se originan en los favores mismos que Dios les concede. Las facultades de que gozan los médiums les atraen los elogios de los hombres. Las felicitaciones, las adulaciones, he ahí el escollo para ellos. Rápido olvidan su anterior incapacidad, que deberían tener siempre presente en el recuerdo, y hacen más: lo que sólo deben a Dios, lo atribuyen a sus propios méritos. ¿Qué sucede entonces? Los buenos Espíritus los abandonan y ellos se convierten en juguete de los malos. Nunca me cansaré de recomendaros que os confiéis a vuestro ángel de la guarda, para que os ayude a estar siempre en guardia contra vuestro más cruel enemigo, que es el orgullo. He ahí vuestro principal escollo. (Cap. XXXI, ítem XII, Juana de Arco)

400. ¡Médiums! Aprovechad esa facultad que Dios ha tenido a bien concederos. Tened fe en la mansedumbre de nuestro Maestro; poned siempre en práctica la caridad; no os canséis jamás de ejercitar esa virtud sublime, así como la tolerancia. Estén siempre vuestras acciones en armonía con vuestra conciencia y tendréis en ello un medio seguro de centuplicar vuestra felicidad en esta vida pasajera y de preparar para vosotros mismos una existencia mil veces aún más apacible. (Cap. XXXI, ítem XIII, Pascal)

401. Todos los médiums, indudablemente, están llamados a servir a la causa del Espiritismo en la medida de sus facultades, pero muy pocos son los que no se dejan atrapar en las artimañas del amor propio. Las grandes misiones sólo a los hombres escogidos son confiadas y Dios mismo los coloca, sin que ellos lo busquen, en el medio y en la posición en que puedan prestar una ayuda eficaz. En la esfera modesta y oscura donde muchos se encuentran ubicados, los médiums pueden prestar grandes servicios, ayudando a la conversión de los incrédulos, prodigando el consuelo a los afligidos. Si de allí debieran salir, serán conducidos por una mano invisible que les preparará los caminos, y serán puestos en evidencia, por así decirlo, a pesar suyo. (Cap. XXXI, ítem XV, El Espírito de Verdad)

402. Se han burlado de las mesas giratorias, nunca se burlarán de la filosofía, de la sabiduría y de la caridad que brillan en las comunicaciones serias. Aquellas fueron el vestíbulo de la ciencia. Jamás será demasiado incitaros a que hagáis del vuestro, un centro serio. Que en otro lugar se hagan demostraciones físicas, que en otros lugares se observe, que en otros lugares se escuche: que entre vosotros, se comprenda y se ame. (Cap. XXXI, ítem XVIII, San Luis) 

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Debemos criticar el mal cuando éste suceda en nuestro medio?

Sin duda alguna, ése es un derecho y además un deber. Pero si la intención del crítico es realmente buena, debe emitir su opinión con decoro y benevolencia, abiertamente y no a escondidas. El hecho se aplica a las reuniones, cuando entran en el mal camino. Si la opinión de las personas sensatas y bien intencionadas no es secundada, ellas deben retirarse, porque no se concibe que quien no tiene ninguna segunda intención permanezca en una sociedad donde se hacen cosas que no le convienen. (El Libro de los Médiums, ítem 337.)

B. ¿Cuál es la mejor garantía para saber si un principio es la expresión de la verdad?

La mejor garantía de que un principio es la expresión de la verdad es cuando éste es enseñado y revelado por diferentes Espíritus, por médiums que no se conozcan unos a otros y en diferentes lugares, y cuando además es confirmado por la razón y sancionado por la adhesión del mayor número. Sólo la verdad puede poner raíces a una doctrina; un sistema erróneo bien puede reclutar algunos adherentes, pero como le falta la primera condición de la vitalidad, sólo tiene una existencia efímera; he ahí por qué no hay que inquietarse: él se mata por sus propios errores, y caerá inevitablemente ante el arma poderosa de la lógica. (Obra citada, cap. XXXI, ítem XXVIII.)

C. ¿Cuál es la misión de los Espíritus?

La misión de los Espíritus no es resolver las cuestiones de la ciencia, ni ahorrar a los hombres el trabajo de las investigaciones, sino hacerlos mejores, porque es de ese modo que la Humanidad  adelantará realmente.  (Obra citada, cap. XXXI, ítem XVII.)

D. ¿Cuál es el objetivo de la vida?

Dios quiere que los Espíritus vuelvan hacia los intereses del alma. El perfeccionamiento moral del hombre, he ahí el fin y el objetivo de la vida. El Espíritu humano sigue una marcha necesaria, imagen de la gradación que experimenta todo lo que puebla el Universo visible e invisible. Todo progreso llega a su hora: la de la elevación moral ha llegado para la Humanidad; ella no tendrá su apogeo en los días que vivimos, pero asistimos a su aurora.  (Obra citada, cap. XXXI, ítem XI.)

 

 


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